En esta hora somos la familia diezmada
y tú, madre, eres la sombra más espesa
donde un niño viene a sentarse en un rincón
con un gallo moribundo entre los brazos.
Llora la madre como una casa destruida,
llora con todo aquello que no sabe llorar:
la mesa, el lecho, la piedra de moler.
Porque tiene el pecho apretado con los nombres
de los que cayeron en un lugar desconocido.
Brillarían ahora los muertos en su boca desdentada.
Escarba la madre con sus uñas partidas
entre la soledad sin rostro de los muros,
mientras revuelve algo muy lento en una olla,
algo como un pájaro, como un hondo recuerdo,
cubierta enteramente de plumas chamuscadas.
Efraín Barquero (Piedra Blanca, 1931-Santiago de Chile, 2020)
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