jueves, 31 de diciembre de 2020

javier heraud / un poema













Una vez terminado

el año,
procedo a recoger
mis cosas nuevas,
procedo a reclamar
papeles viejos,
hago al compás
de charlas amistosas
el recuento del año,
el recuento de mis
365 días pasados:
todo se fue
rápidamente,
no hubo tiempo
para la cosecha,
ni  para
sembrar el trigo
en los maizales.
Los días volaron
raudamente,
estuve sentado,
leyendo,
o alguna vez
escribiendo
hasta la noche.
No tuve miedo
de la muerte,
no pude sembrar
el amor como
quería,
recogí algunas
frutas caídas
y supuse que
al final moriría
alguna tarde
entre pájaros
y  árboles.

No estoy muerto.
sin embargo,
entre tarde y tarde
cuando vibran
los soplos
del silencio,
abro mi corazón
al conjuro
del viento
y la palabra,
y construyo
casas,
tierras,
mares,
nuevos albores,
nuevas tristezas,
y callo al final

      (como siempre
      recordando y
      recordando).

***
Javier Heraud (Lima, 1942-Madre de Dios, 1963)

miércoles, 30 de diciembre de 2020

ella wheeler wilcox / el año













¿Qué puede ser dicho en rimas de año nuevo
que no haya sido dicho miles de veces?

Los nuevos años vienen, los viejos se van.
Sabemos que soñamos, soñamos, lo sabemos.

Nos levantamos riendo con la luz,
nos acostamos llorando con la noche.

Abrazamos al mundo hasta que pique,
lo maldecimos y suspiramos por alas.

Vivimos, amamos, cortejamos, nos casamos
coronamos a nuestras novias, cubrimos a nuestros muertos.

Reímos, lloramos, esperamos, tememos
y esa es la carga del año.

***
Ella Wheeler Wilcox (Johnstown Center, 1850-Short Beach, 1919)
Versión de Nicolás López-Pérez

/

The year

*

What can be said in New Year rhymes,
That's not been said a thousand times?

The new years come, the old years go,
We know we dream, we dream we know.

We rise up laughing with the light,
We lie down weeping with the night.

We hug the world until it stings,
We curse it then and sigh for wings.

We live, we love, we woo, we wed,
We wreathe our brides, we sheet our dead.

We laugh, we weep, we hope, we fear,
And that's the burden of the year.

martes, 29 de diciembre de 2020

henri michaux / dos poemas


Primeras impresiones

*

Como de niño no quise jugar con la arena de las playas
(terrible carencia de la que me resentí toda la vida)

 
ya, fuera de edad, me ha venido el deseo de jugar y, en este momento, de jugar con los sonidos.

 
¡Vaya! Qué extraña cosa al principio, esa corriente que se manifiesta, ese líquido inesperado,
ese pasaje portador, en sí, siempre y que estaba.
Ya no reconocemos ningún entorno (lo duro ha desaparecido.)

Hemos dejado de tropezarnos con las cosas. Nos convertimos en capitanes de un Río…

Nos encontramos poseídos por una extraña (y peligrosa) tendencia a los buenos sentimientos.
Todo es cuesta. Los medios son ya paraísos.
No encontramos los frenos; o no tan deprisa como encontramos lo maravilloso…
Ponemos en circulación una moneda de agua.

Como una campana que anuncia una desgracia,
una nota,
una nota que sólo se escucha a sí misma,
una nota a través de todo,

una nota baja como una patada en el vientre,
una nota añosa,
una nota como un minuto que tuviera que taladrar un siglo,
una nota sostenida a través de la discordancia de las voces,
una nota como una advertencia de muerte,
una nota me avisa durante toda esa hora.

En mi música, hay mucho silencio.
Hay sobre todo silencio.

Hay ante todo un silencio que tiene que ocupar un lugar.
El silencio es mi voz, mi sombra, mi llave… signo que no me agota que en mí se nutre.

 
Se extiende, se despliega, me bebe, me consume. Mi enorme sanguijuela en mí se acuesta.

Cuando nada llega, siempre hay tiempo que llega,
tiempo
sin altibajos,
tiempo,
sobre mí,
conmigo,
en mi,
por mí,
pasando sus arcos dentro de mí que me consumo y espero.

El tiempo.
El tiempo.
Yo me ausculto con el Tiempo.
Me palpo.
Me pego con el Tiempo.
Me seduzco, me irrito…
Me enredo,
Me sublevo,
Me transporto,
Me pego con el Tiempo…

Pájaro-pico.
Pájaro-pico.
Pájaro-pico.
¿Qué hago aquí?

Llamo.
Llamo.
Llamo.
No sé a quién llamo.
A quien llamo no sabe.
Llamo a alguien débil,

alguien roto,
alguien orgulloso a quien nada ha podido romper.
Llamo.
Llamo a alguien de allá,
alguien a lo lejos perdido,
alguien de otro mundo.
(¿Así que mi solidez era mentira?)
Llamo.
Ante este instrumento tan claro,
no es lo mismo que con mi voz sorda.
Ante este instrumento cantarín que no me juzga,
que no me observa,
llamo, perdiendo toda verguenza, llamo,
llamo desde el fondo de la tumba de mi infancia que se enfurruña y
se contrae aún,
desde el fondo de mi desierto presente,
llamo, llamo.
La llamada me asombra a mí mismo.
Aunque sea tarde, llamo.
Sobre todo para reventar mi techo.

Para romper la tenaza tal vez,
para ahogarme tal vez,
ahogarme sin asfixiarme,
ahogarme mis piques,
mis distancias, mi inaccesibilidad.
Para anegar el mal,
el mal y los ángulos de las cosas,
y lo imperativo de las cosas,
y lo duro y lo calloso de las cosas,
y el peso y la acumulación de las cosas,
y casi todo de las cosas,
excepto el paso de las cosas,
excepto el fluido y el color y el perfume de las cosas,
y el espesor y la complicidad a veces de las cosas,
y casi todo del hombre y tanto de la mujer,
y mucho, mucho de todo y de mí también
mucho, mucho, mucho

… para que pase al fin mi torrente de ángeles
en paz, en fluido, me descompone.
Mis piedras, mi muela se descompone,
mi obstinado resistente se descompone
y me extiendo hasta el dolor de los demás.
Abandonando todo respeto humano,
tranquilizo, consuelo, sano,
resucito a la muerta, abro las puertas,
avanzo para bendecir,
hablo en nombre de todos.
Arco iris.
No más procesos.
Planto el árbol del pan.

~

Yo remo

*

Maldije tu frente tu vientre tu vida
Maldije las calles que tu andar recorre
Los objetos que recoge tu mano
Maldije el interior de tus sueños

Puse un charco en tu ojo que ya no ve
Un insecto en tu oreja que ya no oye
Una esponja en tu cerebro que ya no comprende

Te he enfriado en el alma de tu cuerpo
Te he congelado en tu vida profunda
El aire que respiras te sofoca

El aire que respiras tiene aire de sótano
Es un aire que ya ha sido expirado
Que ha sido expulsado por hienas
El hedor de ese aire ya nadie puede respirarlo

Tu piel está completamente húmeda
Tu piel rezuma el agua del gran miedo
Tus axilas desprenden desde lejos un olor a cripta

Los animales se detienen a tu paso
Los perros aúllan por la noche, levantando la cabeza hacia tu casa
No puedes huir
No tienes ningún hormigueo en la punta del pie
Tu cansancio pone raíces de plomo en tu cuerpo
Tu cansancio es una larga caravana
Tu cansancio llega hasta el país de Nan
Tu cansancio es inexpresable

Tu boca te muerde
Tus uñas te arañan
Ya no es tuya tu mujer
Ya no es tuyo tu hermano
Una serpiente furiosa le ha mordido la planta del pie
Han mancillado tu progenitura
Han mancillado la risa de tu niñita
Han mancillado al pasar el rostro de tu morada

El mundo se aleja de ti

Yo remo
Yo remo
Yo remo contra tu vida
Yo remo
Yo me multiplico en remeros innumerables
Para remar con mayor fuerza contra ti

Caes en lo impreciso
Estás sin aliento
Te cansas aun antes de hacer el menor esfuerzo

Yo remo
Yo remo
Yo remo

Te vas, ebrio, atado a la cola de un mulo
La ebriedad como un inmenso quitasol que oscurece el cielo
Y convoca a las moscas
La ebriedad vertiginosa de los canales semicirculares
Comienzo mal escuchado de la hemiplejía
La ebriedad ya no te abandona
Te tumba hacia la izquierda
Te tumba hacia la derecha
Te tumba sobre el suelo pedregoso del camino
Yo remo
Yo remo
Yo remo contra tus días

En la casa del sufrimiento entras

Yo remo
Yo remo
Sobre un lazo negro tus acciones se inscriben
Sobre el gran ojo blanco de un caballo tuerto rueda tu porvenir

Yo remo

***
Henri Michaux (Namur, 1899-París, 1984)
Versiones de Julia Escobar

/

Premières impressions

*

Ne m’étant pas, enfant, prété à jouer avec le sable des plages
(manque désastreux dont je devais me ressentir toute la vie),
il m’est venu, hors d’àge, le désir de jouer et présentement de jouer avec les sons.
Oh! Quelle étrange chose au début, ce courant qui se révèle, cet inattendu liquide,
ce passage porteur, en soi, toujours et qui était.
On ne reconnait plus d’entourage (le dur en est parti).

On a cessé de se heurter aux choses. On devient capitaine d’un FLEUVE…

On est pris d’une étrange (et dangereuse) propension aux bons sentiments.

Tout est pente. Les moyens déjà sont paradis.
On ne trouve pas les freins; ou pas aussi vite qu’on ne trouve le merveilleux…

On met en circulation une monnaie d’eau.

Comme une cloche sonnant un malheur, une note,
une note n’écoutant quelle-mème,/une note à travers tout,
une note basse comme un coup de pied dans le ventre,
une note àgée,
une note comme une minute qui aurait à percer un siècle,
une note tenue à travers le discord des voix,
une note comme un avertissement de mort,
une note, cette heure durant m’avertit.

Dans ma musique, il y a beaucoup de silence.
Il y a surtout du silence.
II y a du silence avant tout qui doit prendre place.
Le silence est ma voix, mon ombre, ma clef… signe sans m’épuiser, qui puise en moi.
Il s’étend, il s’étale, il me boit, il me consomme.
Ma grande sangsue se couche en moi.

Quand rien ne vient, il vient toujours du temps, du temps,
sans haut ni bas,
du temps,
sur moi,
avec moi,
en moi,
par moi,
passant ses arches en moi qui me ronge et attends.
Le Temps.
Le Temps.
Je m’ausculte avec le Temps.
Je me táte.
Je me frappe avec le Temps.
Je me séduis, je m’irrite…
Je me trame,
Je me soulève,
je me transporte,

Je me frappe avec le Temps…

Oiseau-pic.
Oiseau-pic.
Oiseau-pic.
Qu’est-ce que je fais ici?

J’appelle.
J’appelle.
J’appelle.
Je ne sais qui j’appelle.
Qui j’appelle ne sait pas.
J’appelle quelqu’un de faible,
quelqu’un de brisé,
quelqu’un de fier que rien n’a pu briser.
J’appelle.
J’appelle quelqu’un de là-bas,
quelqu’un au loin perdu,
quelqu’un d’un autre monde.
(C’était donc tout mensonge, ma solidité?)
J’appelle.
Devant cet instrument si clair,
ce n’est pas comme ce serait avec ma voix sourde.
Devant cet instrument chantant qui ne me juge pas,
qui ne m’observe pas,
perdant toute honte, j’appelle,
j’appelle,
j’appelle du fond de la tombe de mon enfance qui boude et se contracte encore,
du fond de mon désert présent,
j’appelle,
j’appelle.
L’appel m’étonne moi-méme.
Quoique ce soit tard, j’appelle.
Pour crever mon plafond sans doute surtout
j’appelle.

Pourquoi faut-il aussi que je compose?
Pour briser l’étau peut-étre,
pour me noyer peut-étre,
pour me noyer sans m’étouffer,
pour me noyer mes piques,
mes distances, mon inaccessible.
Pour noyer le mal,
le mal et les angles des choses,
et l’impératif des choses,
et le dur et le calleux des choses,
et le poids et l’encombrement des choses,
et presque tout des choses,
sauf le passage des choses,
sauf le fluide des choses,
et la couleur et le parfum des choses,
et le touffu et la complicité parfois des choses,
et presque tout de l’homme,
et tellement de la femme,
et beaucoup, beaucoup de tout
et de moi aussi
beaucoup, beaucoup,
beaucoup

pour que passe enfin mon torrent d’anges.
Peu ici compose.
Tout le contraire,
m’y décompose,
en paix, en fluide, m’y décompose.
Mes pierres, ma dent y décompose,
mon obstiné résistant y décompose
et m’étends,
et m’étends à la peine des autres.
Làchant tout respect humain,
je calme, je console, je guéris,
je ressuscite la morte,
j’ouvre les portes,
j’avance pour bénir,
je parle au nom de tous.
Arc-en-ciel.
Plus de procès.
Je plante l’arbre à pain.

~

Je rame

*

J‘ai maudit ton front ton ventre ta vie
J’ai maudit les rues que ta marche enfile
Les objets que ta main saisit
J’ai maudit l’intérieur de tes rêves

J’ai mis une flaque dans ton œil qui ne voit plus
Un insecte dans ton oreille qui n’entend plus
Une éponge dans ton cerveau qui ne comprend plus
Je t’ai refroidi en l’âme de ton corps
Je t’ai glacé en ta vie profonde
L’air que tu respires te suffoque
L’air que tu respires a un air de cave
Est un air qui a déjà été expiré
Qui a été rejeté par des hyènes

Le fumier de cet air personne ne peut plus le respirer

Ta peau est toute humide
Ta peau sue l’eau de la grande peur
Tes aisselles dégagent au loin une odeur de crypte

Les animaux s’arrêtent sur ton passage
Les chiens, la nuit, hurlent, la tête levée vers ta maison
Tu ne peux pas fuir
Il ne te vient pas une force de fourmi au bout du pied
Ta fatigue fait une souche de plomb en ton corps
Ta fatigue est une longue caravane
Ta fatigue va jusqu’au pays de Nan
Ta fatigue est inexpressible

Ta bouche te mord
Tes ongles te griffent
N’est plus à toi ta famme
N’est plus à toi ton frère
La plante de son pied est mordue par un serpent furieux
On a bavé sur ta progéniture
On a bavé sur le rire de ta fillette
On est passé en bavant devant le visage de ta demeure

Le monde s’éloigne de toi
Je rame
Je rame
Je rame contre ta vie
Je rame
Je me multiplie en rameurs innombrables
Pour ramer plus fortement contre toi

Tu tombes dans le vague
Tu es sans souffle
Tu te lasses avant même le moindre effort

Je rame
Je rame
Je rame

Tu t’en vas, ivre, attaché à la queue d’un mulet
L’inverse comme un immense parasol qui abscurcit le ciel

Et assemble les mouches
L’ivresse vertigineuse des canaux semicirculaires
Commencement mal écouté de l’hémiplégie
L’ivresse ne te quitte plus
Te couche à gauche
Te couche à droite
Te couche sur le sol pierreux du chemin
Je rame
Je rame
Je rame contre tes jours

Dans la maison de la souffrance tu entres

Je rame
Je rame
Sur un bandeau noir tes actions s’inscrivent
Sur le grand œil blanc d’un cheval borgne roule ton avenir

Je rame

lunes, 28 de diciembre de 2020

robert frost / el camino no elegido










Dos caminos se bifurcaban en un bosque amarillo,
Y apenado por no poder tomar los dos
Siendo un viajero solo, largo tiempo estuve de pie
Mirando uno de ellos tan lejos como pude,
Hasta donde se perdía en la espesura;

Entonces tomé el otro, imparcialmente,
Y habiendo tenido quizás la elección acertada,
Pues era tupido y requería uso;
Aunque en cuanto a lo que vi allí
Hubiera elegido cualquiera de los dos.

Y ambos esa mañana yacían igualmente,
¡Oh, había guardado aquel primero para otro día!
Aun sabiendo el modo en que las cosas siguen adelante,
Dudé si debía haber regresado sobre mis pasos.

Debo estar diciendo esto con un suspiro
De aquí a la eternidad:
Dos caminos se bifurcaban en un bosque y yo,
Yo tomé el menos transitado,
Y eso hizo toda la diferencia.

*** 
Robert Frost (San Francisco, 1874-Boston, 1963)
Versión de Agustí Bartra

/

The road not taken

*

Two roads diverged in a yellow wood,
And sorry I could not travel both
And be one traveler, long I stood
And looked down one as far as I could
To where it bent in the undergrowth;

Then took the other, as just as fair,
And having perhaps the better claim,
Because it was grassy and wanted wear;
Though as for that the passing there
Had worn them really about the same,

And both that morning equally lay
In leaves no step had trodden black.
Oh, I kept the first for another day!
Yet knowing how way leads on to way,
I doubted if I should ever come back.

I shall be telling this with a sigh
Somewhere ages and ages hence:
Two roads diverged in a wood, and I—
I took the one less traveled by,
And that has made all the difference.

domingo, 27 de diciembre de 2020

nicolás arce berríos / un poema

Muda su piel, muda sus ojos: ya no le servían. Mira las marcas que la vida dejó. Nota que hay un espacio sin herida, sonríe, se enoja y grita. Rompe y azota su piel contra su cuerpo, juega con sus ojos, mira el efecto.

Decide explotar (se), se toca, cada parte. Sin tener piel resbala y desliza sus dedos contra sí mismo. No quiere más, Quiere un N(h)ombre. El Dios le oye, lo mira y juzga. Dios no debería juzgar, solo es un Dios, no un hombre. Quizás alguien lo ame. Insomne le dice a Dios que le tiene envidia y que por eso no es un Dios. Los Dioses son perfectos, pero Dios le tiene envidia por poder mentir. Se abre un hueco en el pecho y siente clarear ese inmundo sentimiento.

El desfallecimiento guarda marcas, guarda nombres. Cercena sus D e d o s. “Bastardo”, escribe en un papel, y se lo pega con saliva en la espalda dada vuelta. -Te desprecio pequeña noche, tormenta. Hablar toda la noche de ti, como te llevaste el dolor de mi ahogo-. Cada parte llora y brotan raíces. La eternidad es una noche negra. Buscas los huesos de aquel que alguna vez amaste, te buscas y lloras. Lloras. Rompe su velo; no hay piel, sólo úlceras. ¿Cuál fue el instante en que las sílabas ya no eran un horizonte? No me ignores. Tantas noches de hambre, tantas noches, 100 noches en que me ha observado ese pájaro negro. 100 noches pálido.

Con brusquedad te busqué bajo las piedras y terminé rasgando mis venas. Me han culpado. No he ignorado tu frío. Respiro lento. Ciego. Dios le tiene envidia por poder morir, su única muerte es el hombre. ¿Dios?, no tienes derecho a sufrir, pero deberías. Ya no me quedan más de esos, Dios dice el/él/ello/ ella. Quiere morir, no puedo si me miras. Dios se aleja de la noche y esta le sigue.

¿Por qué la noche no querrá seguirme? ¿Es porque te amé? No me escucha, nada lo hace, quiero correr, pero ya no hay piernas. ¿Cuándo el cuerpo dejó de ser de mi madre para ser mío? Sé que es mío, pero todos lo niegan, si fuera mío podría morir y matar. Y ahora no puedo ni pararme sobre mí mismo. Ya no hay noche, aun así, todo está oscuro. ¿Será mi egoísmo tapándoles el sol a los demás? Nadie debería ver el sol. Quisiera ser el sol, ser la noche. Hundirle la columna.

Tirarlo y desearle la muerte <<<<>>>> durante 18 años.

***
Nicolás Arce Berríos (Santiago de Chile, 2001)

sábado, 26 de diciembre de 2020

al alvarez / amorío













El sol ve muchas flores, pero la flor solo ve al sol:
A ciegas tres partes del día, u obscuro todo obscuro,
Inquieto, helado, atento a liberarse,
Se agacha a través de la noche, o quema y crece.
A ciegas como en una especie de herida de amor,
Le llaman florecer. La tierra difícil de arar
se constriñe, su savia desviada y sus pétalos encogidos.

Y nada se dijo. El sol se mueve más allá
Indiferente, colérico en su propio dulce fuego
Y luz, luz, la luz, la flor se retorció por ella
deformando su boca hasta morir, lo que llama amor.
'Un Dios ha venido sobre mí", hiende la flor
Como sobre el borde de la tierra se pone el sol.
La luna balance su casual cara de hielo, de un lado
al otro, entre los árboles. Las primeras hojas caen.

***
Al Alvarez (Londres, 1929-2019)
Versión de Nicolás López-Pérez

/

Love affair

*

The sun sees many flowers, but the flower sees only the sun: 
Blinded three parts of the day, or dark all dark, 
Uneasy, cold, attentive for release,
He crouches through the night, or burns and swells
Blindly as in a kind of hurt of love. 
They call it blossoming. The unwieldy earth
Clamps round, his sap distrained and petals shrunk.

And nothing is said. The sun moves on above
Indifferent, raging in its own sweet fire
And light, light, light, the flower twists for it,
Straining its mouth for death, which it calls love. 
'A God has come upon me', gapes the flower
As over the lip of the earth the sun sinks down.
The moon swings to and fro between the trees
Its casual, icy face. The first leaves fall.

viernes, 25 de diciembre de 2020

gloria fuertes / maría, madre









La Virgen,
sonríe muy bella.
¡Ya brotó el Rosal,
que bajó a la tierra
para perfumar!

La Virgen María
canta nanas ya.
Y canta a una estrella
que supo bajar
a Belén volando
como un pastor más.

Tres Reyes llegaron;
cesa de nevar.
¡La luna le ha visto,
cesa de llorar!
Su llanto de nieve
cuajó en el pinar.

Mil ángeles cantan
canción de cristal
que un Clavel nació
de un suave Rosal.

*** 
Gloria Fuertes (Madrid, 1917-1998)

jueves, 24 de diciembre de 2020

e. e. cummings / pequeño árbol














pequeño árbol
pequeño y silente árbol de Navidad
eres tan pequeño
más bien eres una flor

¿quién te encontró en el bosque verde
y no lamentaste mucho haberte ido?
mira        te aliviaré
porque hueles tan dulce

besaré tu corteza fresca
y te abrazaré fuerte y seguro
como tu madre solía
tan solo no temas

mira          las lentejuelas
que descansan todo el año en una caja oscura
sueñan con salir para brillar
las pelotas las guirnaldas rojas y doradas los listones afelpados

levanta tus bracitos
y te daré todo para que lo sujetes
cada dedo tendrá su anillo
y no habrá ni un solo lugar oscuro ni infeliz

entonces cuando estés bien vestido
te pararás frente a la ventana para que todos te vean
¡y cómo habrán de verte!
oh pero tú estarás muy orgulloso

y mi hermanita y yo nos tomaremos de las manos
y admirando nuestro hermoso árbol
bailaremos y cantaremos
"Navidad Navidad"

***
E. E. Cummings (Cambridge, 1894-North Conway, 1962)
Versión de Nicolás López-Pérez

/

little tree
little silent Christmas tree
you are so little
you are more like a flower

who found you in the green forest
and were you very sorry to come away?
see          i will comfort you
because you smell so sweetly

i will kiss your cool bark
and hug you safe and tight
just as your mother would,
only don't be afraid

look          the spangles
that sleep all the year in a dark box
dreaming of being taken out and allowed to shine,
the balls the chains red and gold the fluffy threads,

put up your little arms
and i'll give them all to you to hold
every finger shall have its ring
and there won't be a single place dark or unhappy

then when you're quite dressed
you'll stand in the window for everyone to see
and how they'll stare!
oh but you'll be very proud

and my little sister and i will take hands
and looking up at our beautiful tree
we'll dance and sing
"Noel Noel"

miércoles, 23 de diciembre de 2020

june jordan / el bombardeo de bagdad











1
empezó y no terminó por 42 días
y 42 noches despiadadamente minuto a minuto
más de 110000 veces
bombaredeamos Irak bombardeamos Bagdad
bombardeamos Basra/bombaredeamos las instalaciones
militares bombardeamos el Museo Nacional
bombardeamos escuelas bombardeamos refugios
antiaéreos bombardeamos el agua bombardeamos
la electricidad bombardeamos hospitales
bombardeamos calles bombardeamos autopistas
bombardeamos todo lo que se movía
bombardeamos todo lo que no se movía
bombardeamos Bagdad
una ciudad de 5,5 millones de seres humanos
bombardeamos las torres de radio
bombardeamos los postes de teléfono
bombardeamos las mezquitas
bombardeamos las pistas de aterrizaje
bombardeamos los tanques
bombardeamos camiones bombardeamos autos
bombardeamos puentes
bombardeamos la oscuridad bombardeamos
la luz del sol los bombardeamos y
los bombardeamos con bombas de racimo
bombardeamos a los ciudadanos de Irak
y bombardeamos con azufre 
a los ciudadanos de Irak
y bombardeamos con napalm a los ciudadanos
de Irak y reforzamos esos bombardeos, esas "correcciones"
con misiles de crucero Tomahawk, que disparamos
repetidamente a los miles sobre miles
en Irak
(entenderás que un mísil scud iraquí
es cotizado como militarmente insignificante
no es cotizado en realidad y no nos metemos
con lo insignificante)
le disparamos a Irak
y no estoy contenta
estoy muy descontenta
nada de esto calza con mi noción de "las cosas van muy bien"

2
El bombardeo de Bagdad
no borró la distancia ni el tiempo
entre mi cuerpo y la respiración
de mi amad_

3
Esto fue como el Custer’s Next-To-Last Stand*
Escuché a Crazy Horse cantando como moría
Me dediqué a aprender esa canción
Escuché esa melodía en el gemido del mundo Árabe

4
Custer se acostumbró a solo hacer su trabajo
Empujando al oeste a la gloria
Haciendo promesas
Buscando a los salvajes / sus frágiles
asentamientos temporales
para criar a sus niñ_s/ bailando bajo la lluvia/y rezando
por la misericordia de esa manada de búfalos
Custer/persiguió a los salvajes
Atacó al amanecer
Asesinó a los hombres/Asesinó a los chicos
Capturé a las mujeres y las convirtió
(estoy segura)
a su religión
¡Oh, cuán gentil le ofreció a su querida prometida
una despedida!
¡Cuán dulce la mirada que sus ojos le dieron a su guerrera!
Con armas cargadas y pólvora abrazó
las tripas y la sangre de su destino manifiesto blanco
Empujó al oeste
a aniquilar a los salvajes
("¡Ataquen al amanecer!")
y confisquen sus tierras
confisquen sus mujeres
confisquen su riqueza natural

5
Y aquí estoy alentando a las flechas
y a los valientes

6
Y todos los que creen que algunos deben morir
ya estaban muertos
Y todos los que creen que solo poseen 
seres humanos y luego, derechos humanos
ya no estaban entre los humanos posibles
Y todos los que creyeron que las represalias/venganza/defensa
provienen de las prerrogativas que Dios dio a los blancos
Y todos los que creyeron que hacer la guerra es cualquier cosa
        al lado de la actividad terrorista en primer
        y último lugar
Y todos los que creyeron que los F-15/los F-16/los helicópteros
        "Apache"
los bombarderos B-52/las bombas inteligentes/las bombas torpes/el napalm/
la artillería/los acorazados/las ojivas nucleares equivalen a cualquier otra cosa
que las herramientas terroristas de una empresa terrorista
Y todos los que creyeron que el holocausto significó algo
        que solo le ocurrió a los blancos
Y todos los que creyeron que esa Tormenta del Desierto
        significó algo al lado del reparto de un holocausto
        americano contra la gente del Medio Oriente
Todos los que creyeron esas cosas
ya están muertos
y no están dentro de los humanos posibles

Y esto es por lo que Crazy Horse cantó mientras moría
porque vivo dentro de su tumba
Y esto es por las víctimas del bombardeo de Bagdad
porque el enemigo viajó desde mi hogar
        para hacer explotar su tierra natal
        en pedazos de niñ_s
        en pedazos de arena

Y en el después de la carnicería
perpetrada en mi nombre
¿cómo debo atreverme a ofrecerte mi mano
cómo podré negociar las consecuencias
        de mi vergüenza?

Mi corazón no puede hacer frente
a esta muerte sin consuelo
Mi alma no controlará
el chorreo de mi dolor

Y esto es por lo que Crazy Horse cantó al morir
Y aquí está mi canción por la que viven
los que deben cantar contra los que mueren
canta para unirte a los vivos
y los muertos

* N. del T. Se trata de una referencia a una serie de televisión con el mismo nombre.

***
June Jordan (Nueva York, 1936-California, 2002)
Versión de Nicolás López-Pérez

/

The Bombing of Baghdad

*

1
began and did not terminate for 42 days
and 42 nights relentless minute after minute
more than 110,000 times
we bombed Iraq we bombed Baghdad
we bombed Basra/we bombed military
installations we bombed the National Museum
we bombed schools we bombed air raid
shelters we bombed water we bombed
electricity we bombed hospitals we
bombed streets we bombed highways
we bombed everything that moved/we
bombed everything that did not move we
bombed Baghdad
a city of 5.5 million human beings
we bombed radio towers we bombed
telephone poles we bombed mosques
we bombed runways we bombed tanks
we bombed trucks we bombed cars we bombed bridges
we bombed the darkness we bombed
the sunlight we bombed them and we
bombed them and we cluster bombed the citizens
of Iraq and we sulfur bombed the citizens of Iraq
and we napalm bombed the citizens of Iraq and we 
complemented these bombings/these “sorties” with
Tomahawk cruise missiles which we shot
repeatedly by the thousands upon thousands
into Iraq
(you understand an Iraqi Scud missile
is quote militarily insignificant unquote and we
do not mess around with insignificant)
so we used cruise missiles repeatedly 
we fired them into Iraq
And I am not pleased
I am not very pleased
None of this fits into my notion of “things going very well”

2
The bombing of Baghdad
did not obliterate the distance or the time
between my body and the breath
of my beloved

3
This was Custer’s Next-To-Last Stand
I hear Crazy Horse singing as he dies
I dedicate myself to learn that song
I hear that music in the moaning of the Arab world

4
Custer got accustomed to just doing his job
Pushing westward into glory
Making promises
Searching for the savages/their fragile
temporary settlements
for raising children/dancing down the rain/and praying
for the mercy of a herd of buffalo
Custer/he pursued these savages
He attacked at dawn 
He murdered the men/murdered the boys
He captured the women and converted
them (I’m sure)
to his religion
Oh, how gently did he bid his darling fiancée
farewell!
How sweet the gaze her eyes bestowed upon her warrior!
Loaded with guns and gunpowder he embraced
the guts and gore of manifest white destiny
He pushed westward
to annihilate the savages
(“Attack at dawn!”)
and seize their territories
      seize their women
      seize their natural wealth

5
And I am cheering for the arrows
and the braves

6
And all who believed some must die
they were already dead
And all who believe only they possess
human being and therefore human rights
they no longer stood among the possibly humane
And all who believed that retaliation/revenge/defense
derive from God-given prerogatives of white men
And all who believed that waging war is anything
        besides terrorist activity in the first
        place and in the last
And all who believed that F-15s/F-16s/ “Apache”
        helicopters/
B-52 bombers/smart bombs/dumb bombs/napalm/artillery/
battleships/nuclear warheads amount to anything other
than terrorist tools of a terrorist undertaking
And all who believed that holocaust means something
        that only happens to white people
And all who believed that Desert Storm
        signified anything besides the delivery of an American
        holocaust against the peoples of the Middle East
All who believed these things
they were already dead
They no longer stood among the possibly humane

And this is for Crazy Horse singing as he dies
because I live inside his grave
And this is for the victims of the bombing of Baghdad
because the enemy traveled from my house
       to blast your homeland
       into pieces of children
       and pieces of sand

And in the aftermath of carnage
perpetrated in my name
how should I dare to offer you my hand
how shall I negotiate the implications
       of my shame?

My heart cannot confront
this death without relief
My soul will not control
this leaking of my grief

And this is for Crazy Horse singing as he dies
And here is my song of the living
who must sing against the dying
sing to join the living
with the dead

martes, 22 de diciembre de 2020

alice ruiz / selección de poemas













§

paseo en el Ibirapuera
un cerezo florecido
interrumpe la conversación

§

frente al mar
tres poetas
y ningún verso

§

contra el edificio gris
una sola flor
y todos los colores

§

buscando la luna
encuentro el sol
pero ya de salida

§

puesta de sol
a su alrededor
todas las cenizas

§

tránsito parado
las mismas miradas
y nadie se mira

§

nube de mosquitos
tocando guitarra
silenciosamente

§

ceremonia del té
tres convidados
y un mosquito

§

bajo una hoja verde oscura
una hoja verde clara
trémula disimula

***
Alice Ruiz (Curitiba, 1946)
Versiones de Carolina San Martín


/

§

passeio no Ibirapuera
uma cerejeira florida
interrompe a conversa

§

diante do mar
três poetas
e nenhum verso

§

contra o prédio cinza
uma só flor
e todas as cores

§

procurando a lua
encontro o sol
mas já de partida

§

põr-do-sol
em torno dele
todos os cinzas

§

trânsito parado
os mesmos olhares
e ninguém se olha

§

nuvem de mosquitos
tocando violão
silenciosamente

§

cerimônia do chá
três convidados
e um mosquito

§

sob a folha verde-escura
a folha verde-clara
trêmula dissimula

lunes, 21 de diciembre de 2020

carlos de rokha / dos poemas













Las degollables

*

Bellas a un aire de nadar
Se desnudan visten ropajes propios
Y sobre sus cuerpos presumen la clave
Del encanto de las chacales
Del tigre de la ronda
Mejor vestidas que jamás errantes sanguinarias
Aquí están consumiendo varillas de leche
Sorteando sus partes de azar
Entregan sus peinados a la silla maldita
Las chacales tatuadas con armiño
Son éstas panteras del orgullo henchidas de virtud
Con un cuerpo por roja rosa de la ronda
Evaporada sobre sus bocas todas semejantes
A la risa de la boa que encantan
Más puras están ebrias fascinadas envenenadas
Lobas obsesivas en el tratado de sus detalles mágicos
Liberáis por avaricia los enigmas favorables
Vuestros cuellos semejantes al hastío de las cascadas
Vuestros cuerpos semejantes a la pereza
Libres ya de ligaduras crean un pacto de dicha
Así con marcas de amor las adorables de las horcas
Viven de un cielo prestado a la ciudad perdida
Y como arrogantes vestiduras en los más crueles paisajes
Los pájaros son su ropaje de Medusas
Cantan a la llegada sobre la costa de granito
Sueñan cuándo vendrá el gran día
Hollad las rocas bellas gavilanes

~

Ella es el azar

*

A semejanza del que busca su aliado en el sueño
Yo soy de mi amor tanto como del azar
De sus brazos que son las columnas del cielo
De sus ojos más adorables que oasis de fuego
Sobre el libro del prisionero de la noche

En la piel de sus hombros que un astro soberbio encendía
Yo abandonaba mis labios para siempre
El oído con su puñal de dientes de salamandra
Los preciosos faisanes que veían allí
Un motivo para no huir
A semejante fascinación

El oído con sus risas de alga
Llegaba a ser el deseo
Mi lengua el placer
Bajo sus axilas de felpa sangrante

Vedme en ella
Como una llama sobre otra
Mi ojo en su mano
Con sus cabellos de nube

Yo soy su mejor azar
Su semejanza con el sueño
De la sanguinaria

***
Carlos de Rokha (Valparaíso, 1920-Santiago de Chile, 1962)

domingo, 20 de diciembre de 2020

enrique giordano / el mendigo








Mi vida es muy sencilla:
Trabajo en un café

Cada noche en un café distinto

Cuando llega la oscuridad
y se van encendiendo las lámparas me siento en el rincón más oscuro
en una mesa pequeña donde nadie pueda verme

(pretensión ociosa:
A nosotros nadie nos ve: 
Heredamos el paciente prodigio de pasar totalmente desapercibidos)

¿Qué hago?

Como ya les dije, lo que hago es muy sencillo

                                                          Escucho

Y puedo asegurarles que yo sé escuchar

Esto al menos nadie me lo podrá negar

Lo escucho todo, hasta los silencios

        Retengo todas las palabras que se dijeron
La que nunca pudieron decirse

Y aquellas que se dicen de todas las maneras posibles que una palabra se puede decir

Desgraciadamente tengo mala memoria

 y nunca recuerdo lo que quisieron decir

Quizás porque ya he renunciado a entender

            O simplemente
Porque me lo sé ya todo de memoria
No me las doy de omnipotente ni de ubicuo

            Mi percepción va más
que el rebote del último sonido
entre los vasos y las porcelanas

Mi trabajo es muy simple

                         Pero hay que saber esperar
Y esto sí confieso que me resulta extenuante

Aunque ya no me importa

                          Simplemente me quedo allí
hasta que la última mesa haya quedado vacía

                                                   el último mantel recogido
y las lámparas apagadas para siempre

Entonces me levanto

                          Y comienzo a barrer todas las palabras
que han caído desparramadas por el suelo

Algunas son fuertes y se resisten

                          otras se desarman en letras sueltas

Y hay veces cuando el azar provoca las combinaciones más insospechadas

Pero ya sé que en el fondo dicen nada
tengo mi conciencia tranquila
cuando al piso lo he dejado limpio como una página en blanco

Pero tampoco crean que soy perfecto

                         En realidad no lo soy

¿Cómo lo podríamos ser
si vivimos sólo del aire y la sangre de nuestros semejantes?
Como irremediablemente nadie me mira
cada noche escojo una de aquellas palabras

                                             La recojo con ternura

Con el cuidado de quien siempre supo
que cada simple combinación de letras y palabras

           alguna vez

                                -digo: alguna vez-

               prometieron algo

A cada palabra que recojo
la cubro con la palma de mis manos entreabiertas
para que no se enfríe y deje de vivir

A veces despierto feliz
sintiéndola a mi lado

O despierto llorando porque ya no está allí

Pero otras,
las más

ya se han deshecho con la humedad de mi piel
y dejan como llagas viscosas en mi cuerpo

Heridas que tardarán en cerrarse
por lo menos todavía

Hasta que a la noche siguiente

vuelva a sentarme en la mesa más oscura
de cualquier otro café

              Y haga lo único que sé hacer:
                                  Escuchar
                                                Escuchar en silencio
                                                                        Y esperar.

*** 
Enrique Giordano (Concepción, 1946)

sábado, 19 de diciembre de 2020

josé watanabe / la mantis religiosa













Mi mirada cansada retrocedió desde el bosque azulado por el sol
hasta la mantis religiosa que permanecía inmóvil a 50 cm de mis ojos.
Yo estaba tendido sobre las piedras calientes de la orilla del
                                                                                        Chanchamayo
y ella seguía allí, inclinada, las manos contritas,
confiando excesivamente en su imitación de ramita o palo seco.
Quise atraparla, demostrarle que un ojo siempre nos descubre,
pero se desintegró entre mis dedos como una fina y quebradiza cáscara.

Una enciclopedia casual me explica ahora que yo había destruido
a un macho
              vacío.
La enciclopedia refiere sin asombro que la historia fue así:
el macho, en su pequeña piedra, cantando y meneándose, llamando
                                                                                          hembra
y la hembra ya estaba aparecida a su lado,
acaso demasiado presta
              y dispuesta.
Duradero es el coito de las mantis.
En el beso
ella desliza una larga lengua tubular hasta el estómago de él
y por la lengua le gotea una saliva cáustica, un ácido,
que va licuándole los órganos
y el tejido del más distante vericueto interno, mientras le hace gozo,
y mientras le hace gozo la lengua lo absorbe, repasando
la extrema gota de sustancia del pie o del seso, y el macho
se continúa así de la suprema esquizofrenia de la cópula
                                                              a la muerte.
Y ya viéndolo cáscara, ella vuela, su lengua otra vez lengüita.
Las enciclopedias no conjeturan. Esta tampoco supone qué última
                                                                                    palabra
queda fijada para siempre en la boca abierta y muerta
                                                           del macho.
Nosotros no debemos negar la posibilidad de una palabra de
                                                                               agradecimiento.

***
José Watanabe (Trujillo, 1945-Lima, 2007)

viernes, 18 de diciembre de 2020

bertolt brecht / si los tiburones fuesen seres humanos











¿Si los tiburones fuesen seres humanos? preguntó al señor K la hijita de su casera, “¿serían más amables con los pececitos?”

“Seguro que sí”, dijo él. “Si los tiburones fuesen seres humanos, harían en el mar cajas enormes para los pececitos, con toda clase de alimentos en su interior, plantas y animales. Se asegurarían que las cajas siempre tuvieran agua fresca y tomarían todo tipo de medidas sanitarias. Si, por ejemplo, un pececito se lesionase una aleta, de inmediato se le vendaría, para que no se pierda ni muera prematuramente a manos de los tiburones.

Para que los pececitos no estén tristes, de vez en cuando se organizaría un gran festival de agua, puesto que los pececitos alegres tienen mejor sabor que los tristes.

Por supuesto que también habría escuelas al interior de las cajas enormes. En estas escuelas, los pececitos aprenderían a nadar en las gargantas de los tiburones. Ellos necesitarían saber, por ejemplo, geografía, para poder encontrar a los grandes tiburones que andan por ahí flojeando. Lo principal sería, naturalmente, la formación moral de los pececitos. Se les enseñaría que para un pececito no hay nada más grande y hermoso que sacrificarse con voluntad; también se les enseñaría que tendrían que creer en los tiburones, especialmente, cuando digan que les asegurarán un futuro esplendor. Se les daría a entender que ese futuro que se les auguraba solo estaría asegurado si aprendían a obedecer. Los pececitos deberían cuidarse de todas las bajezas e inclinaciones materialistas, egoístas y marxistas. Si alguno de ellos muestra algún comportamiento tal, deberá darse aviso inmediato a los tiburones.

Si los tiburones fuesen seres humanos, se librarían naturalmente guerras entre ellos para conquistar cajas y pececitos extranjeros. Dejarían que sus propios pececitos libren sus guerras. Les enseñarían que entre ellos y los pececitos de otros tiburones existe una diferencia grandísima. Aunque los pececitos son mudos, se pronuncian, pese a que callan en idiomas muy distintos y se les hace imposible entenderse. A cada pececito que durante la guerra matase a un par de pececitos hostiles, que callan en otro idioma, se le concedería una orden al mérito y se le otorgaría el título de héroe.

Si los tiburones fuesen seres humanos, por supuesto que también tendrían arte. Habría cuadros hermosos que muestren los dientes de los tiburones en colores magníficos, sus gargantas como jardines de puro placer en los que es maravilloso pasarlo bien.

Los teatros en el fondo del océano mostrarían cuán heroicamente los pececitos nadan entusiasmados a la boca del tiburón. Y la música sería tan hermosa que los pececitos, bajo sus melodías, arrullados por los pensamientos más agradables, como en un ensueño, delante de la orquesta, se precipitarían a la boca del tiburón.

También habría una religión si los tiburones fuesen seres humanos. Enseñaría que, para los pececitos la vida de verdad solo comienza en el estómago de los tiburones.

Por cierto, también los pececitos dejarían de ser iguales como lo son ahora. Algunos de ellos recibirían un cargo y se colocarían por encima de los demás. A los pececitos que fuesen un poco más grandes se les permitiría tragarse aun a los más pequeños. Esto solo sería agradable para los tiburones, ya que a menudo también comerían trozos más grandes. Los pececitos más gordos, que serían los que ocupasen ciertos puestos, se encargarían de preservar el orden entre los demás pececitos, y se harían profesores u oficiales, ingenieros especializados en la construcción de cajas, etcétera.

En síntesis: solo habría una cultura en el mar si los tiburones fuesen seres humanos.”

*** 
Bertolt Brecht (Augsburgo, 1898-Berlín Este, 1956)
Versión de Nicolás López-Pérez


/

Wenn die Haifische Menschen wären

*

"Wenn die Haifische Menschen wären, fragte Herrn K. die kleine Tochter seiner Wirtin, "wären sie dann netter zu den kleinen Fischen?"

"Sicher", sagte er. "Wenn die Haifische Menschen wären, würden sie im Meer für die kleinen Fische gewaltige Kästen bauen lassen, mit allerhand Nahrung drin, sowohl Pflanzen als auch Tierzeug. Sie würden dafür sorgen, dass die Kästen immer frisches Wasser hätten, und sie würden überhaupt allerhand sanitärische Maßnahmen treffen, wenn z.B. ein Fischlein sich die Flosse verletzten würde, dann würde ihm sogleich ein Verband gemacht, damit es den Haifischen nicht wegstürbe vor der Zeit.

Damit die Fischlein nicht trübsinnig würde, gäbe es ab und zu große Wasserfeste; denn lustige Fischlein schmecken besser als trübsinnige.

Es gäbe natürlich auch Schulen in den großen Kästen. In diesen Schulen würden die Fischlein lernen, wie man in den Rachen der Haifische schwimmt. Sie würden z.B. Geographie brauchen, damit sie die großen Haifische, die faul irgendwo rumliegen, finden könnten. Die Hauptsache wäre natürlich die moralische Ausbildung der Fischlein. Sie würden unterrichtet werden, dass es das Größte und Schönste sei, wenn ein Fischlein sich freiwillig aufopfert, und sie alle an die Haifische glauben müßten, vor allem, wenn sie sagten, sie würden für eine schöne Zukunft sorgen. Man würde den Fischlein beibringen, dass diese Zukunft nur gesichert sei, wenn sie Gehorsam lernten. Vor allen niedrigen, materialistischen, egoistischen und marxistischen Neigungen müßten sich die Fischlein hüten, und es sofort melden, wenn eines von ihnen solche Neigungen verriete.

Wenn die Haifische Menschen wären, würden sie natürlich auch untereinander Kriege führen, um fremde Fischkästen und fremde Fischlein zu erobern. Die Kriege würden sie von ihren eigenen Fischlein führen lassen. Sie würden die Fischlein lehren, dass zwischen ihnen und den Fischlein der anderen Haifische ein riesiger Unterschied bestehe. Die Fischlein, würden sie verkünden, bekanntlich stumm, aber sie schweigen in ganz verschiedenen Sprachen und könnten einander daher unmöglich verstehen.Jedem Fischlein, das im Krieg ein paar andere Fischlein, feindliche, in anderer Sprache schweigende Fischlein, tötete, würden sie Orden aus Seetang anheften und den Titel Held verleihen.

Wenn die Haifische Menschen wären, gäbe es bei ihnen natürlich auch eine Kunst. Es gäbe schöne Bilder, auf denen die Zähne der Haifische in prächtigen Farben, ihre Rachen als reine Lustgärten, in denen es sich prächtig tummeln läßt, dargestellt wären.

Die Theater auf dem Meeresgrund würden zeigen, wie heldenmütige Fischlein begeistert in die Haifischrachen schwimmen, und die Musik wäre so schön, dass die Fischlein unter ihren Klängen, die Kapelle voran, träumerisch, und in die allerangenehmsten Gedanken eingelullt, in die Haifischrachen strömten.

Auch eine Religion gäbe es ja, wenn die Haifische Menschen wären. Sie würde lehren, dass die Fischlein erst im Bauche der Haifische richtig zu leben begännen.

Übrigens würde es auch aufhören, dass alle Fischlein, wie es jetzt ist, gleich sind. Einige von ihnen würden Ämter bekommen und über die anderen gesetzt werden. Die ein wenig größeren dürften sogar die kleineren fressen. Dies wäre für die Haifische nur angenehm, da sie dann selber öfter größere Brocken zu fressen bekämen. Und die größeren, Posten innehabenden Fischlein würden für die Ordnung unter den Fischlein sorgen, Lehrer, Offiziere, Ingenieure im Kastenbau werden.

Kurz, es gäbe erst eine Kultur im Meer, wenn die Haifische Menschen wären.

jueves, 17 de diciembre de 2020

ida gramcko / tres poemas










ESTAR AFUERA es como estar adentro
de inagotable intimidad creadora.
No es perder cuerpo, es descubrir un centro
mayor que lo interior que nos demora.
Estar afuera, a pleno sol, al viento…
La noche ya no es más la mediadora,
Pues nos une a través de un mandamiento
de sombra impuesta que se ve o se ignora.
Escogida es la unión desde lo intenso.
Vivo nivel estalla con la aurora
y enlaza lo profundo con lo inmenso,
pues cada ser deviene lo que añora.
Y queda un solo ser, un gran suspenso,
mas el hombre lo sabe y lo atesora.

~

El espectro

*

Sólo aquél que es capaz de perder su vida
es capaz de ganarla.
                               Carl Gustav Jung

Yo conocí dolores y miserias cuando era una mujer. Ahora que soy de nebulosa, no puedo comprender que mi rostro de bruma sea golpeado por un duro llanto. El llanto, además, sube al pecho de nicho igual que si subiera de los pies, paso a paso, punzada a punzada. No se lo deseo ni al más cruel. Es igual que un ovillo escalofriante que está dentro del seno fantasmal y no se libra nunca aunque por mis mejillas ya muertas corran fijas hilachas de lloro. Pareciera que es lo único firme que vuelve a ser en mi fantasma.

¿A dónde voy con esto? Tengo aún mi fragmento celestial pero es fino y elástico y yo quisiera un rincón pétreo para llorar y gritar como una fiera herida, y esperar, a sabiendas, de que después del fluido, surgirá el nuevo nudo y se desatarán todas las resistentes lágrimas. No sé ni lo que son. No se vuelvan. Me vuelcan. Azotan las mejillas. Son como granito inmortal en la espectral garganta.

Llorar no es lo mismo que fluir; es, sobre todo, despeñarse. ¡Oh, mi alado, que tu alegre sonrisa luminosa perdone a mi figura, que fue henchida y sedosa esperanza, ya no sólo mi espectro sino el agua cargada de columnas que fluye de mis ojos y me convierte en íngrima cariátide! ¡Ah, por Dios, sostenedme y echadme sobre un lecho muy férreo, cubierta por pesados arrecifes y con un hormigón por almohada! Nada puedo decirte de lo que ahora siento. Se me cerró la boca como cueva. Vuélvete, márchate, sonríe… Olvida mi dureza impregnada. Pero si existe el sitio que yo espero, ese sitio en que el lloro o la quemante lava, desciende en alarido de volcanes, hazme entrar y no pronuncies una sola palabra. Que tu voz generosa será solamente para mí una alegría ajena, apetecida, y dejará mis ojos convertidos en macizos chubascos. Que no escuches mi llanto, fuerte y gris como acero.

Ahora miro pequeños aludes en tus sienes y me maltrato el rostro con las sólidas manos cristalinas. Pero es inútil. El agua de mis ojos está llena de llorantes guijarros y un invencible, un recio arroyo desciende lentamente, cargado de balaustres, por mis párpados. Y ahora que tus ojos, como madera fina surcada por relámpagos, se posan en los míos, quisiera estarme quieta. Pero yo estoy atada a un amoroso y doloroso dolmen. Dentro de mi pecho se prepara un sollozante acantilado.

~

Biografía de las alas

*

Pero algo surge repentinamente.
El mar, que era todo una tierna arboleda, tibia y henchida ramazón con
la curiosa sedosidad de las hortensias que abren su bravío cogollo tierna-
mente, es lo que siempre ha sido: elevación.
Dos olas, dos góticas aristas se levantan.
Mansas, melódicas agujas tocan infinitud.
Lo auténtico del mar no es el refugio. Es el disparo hacia lo inmenso.
La niña se encuentra ante las olas.
Inservible e inútil para el impulso alado, como un objeto olvidado por un
pirata de la vida, por un usurpador de los husos con hilos irisados el
reloj, agobiante, goteando su insistencia.
El cráneo puede deshacerse bajo el golpe seguido de una gota. Un
minúsculo redondel continuado atraviesa la roca más férrea.
Y es un morir despacio. Es preferible el tajo en la garganta. El boquete
del cuchillo en el pecho. Tales acabamientos son sangrantes, espectacu-
lares, pero esa muerte morosa, minuciosa, meticulosa, de la gota cayendo
es un escalofrío sin escape. No parece solucionarse. Agonía en suspenso.
Jadeo, respiro, estertor, bocanada… El pollo picotea. Se detiene. Vuelve
a picotear. El perforador hiende el asfalto. Hace una pausa. Torna a
perforar.
Son más aniquiladoras las muertes que no acaban de serlo que las muertes.
Es mejor despeñarse por un acantilado, destrozándose, que permanecer,
impotente, atado en un sillón, siendo devorado, a pequeños bocados, por
un hambriento insecto.
No es un crónico goterón. Es más agudo que el estruendo de las cataratas.
Porque no dice nada, no hace ruido. No proclama su devastación. Va
hendiendo, por tiempo indefinido, como una carcoma roe un mueble.
Una grieta pulmonar, de las que consumían a los antepasados, con su
escenografía de almohadones y sábanas tiznadas, con sus acordes de
expectoraciones y quejidos, de fatigas y flemas, podía soportarse pues
se trataba de un estallido sin ambigüedad.
Pero hay estallidos sin escena. Irrupciones sin violencia aparente. Una
tos seca, graznadora, que prosigue entre lapsos, que persiste detrás de la
pared de nuestra habitación, es un cronómetro insufrible que no se quiebra
de una vez y que, repetitivamente, sigue con su sonido ya esperado de
voraz y sin fin pájaro carpintero.
Si se pudiese oír la circulación de la sangre, nada sucedería. Se sentiría,
quizás, una movediza corriente. Si el párpado sonara cada vez que des-
ciende, tendría que anhelarse estar sordo. Si viésemos desplegar un
mantel, aspiraríamos quizás una ráfaga de retallones. Pero si escuchára-
mos un tejido parlante —puntada, paréntesis, puntada— seríamos capa-
ces de meter un pedrusco en cada oreja.
Así es la gota.
Pero las olas se remontan. Y la balandra las contempla, ágiles dunas lige-
rísimas que ascienden sin ninguna demora, que no han sido formadas en
la arcilla, que son un triángulo azul e interminable, lo que hace sentir que
las espaldas son sensoriales y superfluas.
A un ser humano le han crecido, de pronto, dos grandes hojas en los
hombros: eso es un ángel. Pero las hojas no son de la naturaleza. No se
mustian. No caen en la enramada. Esa criatura retoñada, el ángel, tiene
olas u hojas para alcanzar el resplandor de la perpetua primavera.
Todo el mar convertido en dos pirámides livianas, formadas por un haz
de aires marineros, en dos puntiagudas catedrales que suben sin cesar, y
sin que sean de piedra, sino de espirales de brisa. Volutas de inasible
zafiro. Humo de cobaltos etéreos.
La espuma parece enroscarse, ensortijarse, elaborando una pluma en las
olas luminosas y leves. Llega un momento en que las olas, que parecían
al comienzo las enormes velas de un barco sumergido, son asimiladas de
tal modo que ya no hay olas sino alas. No hay mar. Hay un alado, ilimi-
tado, inagotable azul supremo.

*** 
Ida Gramcko (Puerto Cabello, 1924-Caracas, 1994)

miércoles, 16 de diciembre de 2020

alejandro jodorowsky / de "poesía sin fin"









No seré yo quien dejará
que la muerte lo sorprenda
como un animal pasivo
devorado por la sombra
Quiero asociarme a esa muerte
como una mujer pariendo
para lanzar mi consciencia
más allá de la frontera
sumergirme en el abismo
aceptando ser la hostia
disolverme dando gracias
en el infinito cáliz
abandonar este mundo
como una flor que se abre

~

Por parecer lo que no soy
Me he quedado en el puente
El río como serpiente
repta lejos sin mi voz

Si la santa Voluntad
es la esencia del mundo
mi dolor es seguro
soy paria sin realidad

La vida es sólo mi rabia
de vagar en el misterio
sólo las sombras son sabias

Sin finalidad mi Imperio
el presente se hace gavia
el alma es un cementerio

~

Donde hay orejas pero no hay un canto
en este mundo que se desvanece
y el ser se otorga a quien no lo merece
soy mucho más mis huellas que mis pasos
sin avanzar voy dando largos trancos
Comiendo hojas de lechuga ploma
entre cuervos que fingen ser paloma
el yo me pesa más que de costumbre
hoy no tengo llama que me alumbre
me disuelvo en la sombra sin espanto

~

Se convierte cada noche en catafalco
esta cama con dos sábanas ajenas
donde duermo acompañado por mi pena
Enroscado como un gran gusano blanco
me hago sordo ciego mudo cojo y manco
para que surja una esfera transparente
que derrame por el mundo mi simiente
Todo sufrimiento es aprender a dar
detrás de cada ola hay la extensión del mar
Puede florecer un sol en cada frente

***
Alejandro Jodorowsky (Tocopilla, 1929)

martes, 15 de diciembre de 2020

tsjêbbe hettinga / tres poemas













Bailas los puñales en mi piel

*

La tarde, inadvertidamente,
ha montado el caballo de madera de la noche – y
tu piel, que migró hacia el Este, tensa como
una flecha o un arco iris los arreos de mi deseo.
Con tu oro de luna y tus murciélagos plateados
desafías bailando

las cuestiones candentes del verano,
como suele hacer, verde botella, la noche, que da un bufido
a las altas murallas de la ciudadela del amor,
los cuchillos, las lenguas, las bocas ardientes por afilar.
Grises por el humo del tiempo y negros por los incendios
en sus corazones abrasados,

aduladores lenguaraces
arrebatan verdades arrancadas de raíz de una tierra
de luz antigua, a la desnudez de
tus dientes y al viento negro que cimbrea en tu
pelo oscuro y ondulado, que crece hasta las espinas
de sus reverencias.

Y gallos con crestas de fuego y
palos flameantes, cacareando en una ilusión de luz, se escabullen
del sudoroso solar hundido de la noche,
que con sus ojos verdes chillones yace a la espera
de un corcovo al pie de la montaña silenciosa
que baila al atardecer:

tierra junto al mar hijo pródigo
del dios dinero, que volvió con un solo ojo y una bolsa
llena de plata, con la que te ha de poseer; mar
junto a la tierra el marinero perdido, que la última
ola negra de su bigote deposita en la playa
absorta de tus pechos;

pastor hundido en uvas y resina,
que descendió de tórridas montañas
en un torrente de dolor – su destino – que quiere agotar
junto a tus puertas de Troya, con los ojos oliva oscuro
de un carnero (que alguna vez fueron los
luceros de una cabra montés);

o, con un par de ojos clavados
en la espalda, el pescador y ex campeón de sirtaki
que abraza el canto y el baile y que, cubriéndose
con éste, deposita su mano como un puente
de hambre escondida sobre el grácil lecho moreno
de tu columna vertebral.

¡Quédate, Eleni, quédate
aquí conmigo! Tú sola, girando en jirones
encima de una mesa, junto a una puerta destruida
de este caserío agridulce junto al mar, sorbiendo de una montaña
del deseo la noche como un pulpo, bajo los
efectos de la frívola

luna de Dionisos,
arañadora maníaca con garras de lechuza, que se lleva a su casa
presas mansas y la vía láctea, pico rojo de la muerte,
torbellino de amenaza negra como el azabache, bailas, bailas
los puñales en mi piel, apartas la mirada y
bailas, bailas

De repente calla la música,
como para no volver a tocar sino junto al sepulcro
de quienes clavaron los cuchillos, los heridos.
Llamar es venir; vociferar, matar; esperar es la muerte.
En algún lugar, bajo la queda luz de la lámpara de aceite,
saboreas sangre en tu boca.

Y en un calambre punzante,
que encoje las cuatro cámaras de mi ego moribundo
como el susto la piel, mis cinco sentidos
se inclinan sobre tu cuerpo extrañado – y yo
caigo, caigo encima de ti como un puente
en el torrente de tu encanto

~

El cántaro

*

Mientras bebía junto a la fuente en la tórrida sombra de 
mediodía de unos cedros timoratos, olor a pescado y resina,
vista al mar y a las barcas, vacío, sus ojos se cruzaron con
los ojos azules intensos de la mujer de un pescador vestida de
negro, aturdiéndolos. Ella se detuvo, al tiempo que sus ojos
hundidos lo veían beber en la noche de gemidos sofocados, sed
de amor y el generoso cántaro en su hombro ahora asustado,
junto a una mula azul impávida; a través del asa blanca de su
brazo, el mar, la rompiente bordeando sus caderas, entre
ambos, acallado por las rachas de un momento de silencio:

bebieron, viendo cómo los pescadores en sus pequeñas
barcas se hacían más pequeños, las promisorias redes
chorreantes de las estrellas, más rígidas, más llenas,
y dos medias lunas que entraron flotando en el puerto verde,
la sal marina finamente dispersada por el viento sobre el
hielo picado en los vasos de una terraza con culebras negras,
baldes blancos; y ella le explicó el camino a su morada
(tras la subida al monte, por las callejuelas, debido a los
cuchillos de los pescadores), presintiendo que él vendría,
y él escaló su monte, sació la sed en su cántaro.

~

Debajo del mundo

*

En su olivar polvoriento con vista al sepulcro
de su hijo allá abajo, un pescador tempranero

secaba las redes de una noche que murió flotando.
Desde el valle profundo, cien gallos roncos cacareaban

la luz hacia arriba y cerca del camino que baja al mar,
las cigarras cortaban la red de silencio que rodea la casa

de padre a hijo, donde la mujer conyugada aún dormía
soñando con el marido, el pescador ciego de tiempo que,

martillo en mano (martillo, sabía, con el que alguna vez su hijo
levantó el desvencijado palomar), seguía construyendo su barca.

Ella lo atizaba con arranques desamarrados de las profundidades,
golpeando y zarandeando el ancla hundida del sueño.

Y con la muerte a sus espaldas el ardoroso pescador expulsó el sudor
de su frente y ¡oh!, corazón palpitante en madera y sueños,

de su mente asimismo negras redes que enredaron piernas blancas.
Con un clavo tras otro atravesó pasillos, cuadernas, lágrimas y tiempo,

lágrimas que licuaban ese tiempo hacia el mar de su hijo
allá abajo, un mar ascendente, en el que su isla, perseguida

por gaviotas revoltosas, navegaba con montañas quebradas
como un barco enmohecido surcando siglos ondulantes,

en aguas que veían en las nubes cielo en tierra.
Ella veía en su rostro sin cesar los estremecimientos

del seno de la Tierra, sus ojos penetrándola hasta lo más
recóndito, agujereando a golpes el casco de su frágil

alma, como ahora; y él se volvió hacia ella, soltó
el martillo, en voz baja dijo adiós al palomar y siguió

trabajando, contempló los dientes de su sierra (reluciente) y,
vio también, al sonreírle al filo de la sierra,

sus propios dientes y, en el acero azul de sus ojos, el mar –
en su reflejo el sol desnudó su indigencia.

Y como aceite verde, las sombras de olivos esculpidos
atravesaron el sueño de ella, volviendo a los troncos

seductoramente retorcidos, para brotar luego del otro lado
en forma de un saltar patilargo de sepias o serpientes.

Insistentes ramalazos de la sierra musical penetraron
en su respiración dócil, la orilla ocre de sus carnes. Y

el sudor fogoso del pescador fluyó sin parar desde su barca
hacia el mar, fluyó hacia su cara, haciéndola de plata.

Sometido a los martillazos de una barca repleta de sangre, que con 
músculos de remero trajinaba contra la corriente en la garganta:

el corazón; librado a la voluntad del tiempo, que despertaría
por propio impulso en plena misericordia sólo cuando

también la mala voluntad de un espacio estrangulador, que
contuviera dentro de sí aquello que no entendía de misericordia:

el cuerpo, y las exasperadas uñas, torcidas como cuernos, luchando
a vida o muerte en pos de áridas cumbres, refugio de la cabra

montés, el arca mítica en las nieves eternas, el punzón incidente
del sol, cielo resplandeciente, rompió el magma de la Tierra.

El mar se estremeció, hinchándose; baupreses, botavaras, cangrejos
y mástiles amarillos se golpeteaban unos contra otros,

confundiéndose en una negra red de cables, estalles, escotas, trizas y
cabos, dando bandazos contra un cielo naranja sucio.

Del empinado lomo del mar azul tinta se escabulló un cardumen
de peces plateados pareados con forma de sable

y sin cabeza, que vibraba en un temblor incesante
Mientras llovía hollín de las nubes tenebrosas del cielo,

el mar bravío y encorvado acometía contra los pies de
cerros y colinas, donde los muertos se estremecían en sus cajas.

Por un instante, los espumajes de las olas se amedrentaron
ante la cruz con la foto de un muchacho delgado de camiseta roja

descolorida levantando una haltera que lo superaba,
allá abajo, donde la colina se ladeaba y se hundía.

De las copas de los olivos que se hundían, emergió
con sus velas en luz granulosa el blanco esqueleto de una

barca pesquera, con un timón como un martillo y un overol henchido,
sin pescador y una mujer convertida en sal, que con ojos

desquiciados miró hacia atrás, hacia algo donde había estado la isla.
En lo alto, la cabeza de un oso polar muerto: la luna.

***
Tsjêbbe Hettinga (Burgwerd, 1949–Leeuwarden, 2013)
Versiones de Diego J. Puls