sábado, 31 de diciembre de 2022

luciano erba / año nuevo en milán










Se creía en Milán que el ver
un hombre en el umbral de casa,
al ir a misa el primero de enero,
era señal de próspero futuro.

Eran figuras negras con abrigos,
inciertas en la niebla matutina,
echarpes blancos, sombreros, lánguidos y duros
repiques de bastón, pasos lejanos.

¿Dónde están ahora, hombres augurales?
¿La larga onda de su presagio
rompe aún en la orilla de los años?

En una niebla entre nosotros siempre más espesa
me parece entrever a veces
un vuelo de capas proféticas.

***
Luciano Erba (Milán, 1922-2010)
Versión de Jorge Aulicino

/

Capodanno a Milano

*

Si credeva a Milano che a vedere
per primo un uomo sulla soglia di casa
andando a messa il primo di gennaio
fosse segno di prospero futuro.

Erano figure nere di pastrani
incerte nella nebbia del mattino
sciarpe bianche, cappelli, flosci e duri
rintocchi di bastone, passi lontani.

Or dove siete, uomini augurali?
L'onda lunga del vostro presagio
si frange ancora alla riva degli anni?

Dentro una nebbia tra noi sempre più fitta
mi sembra talvolta intravedere
un volo di profetici mantelli.

viernes, 30 de diciembre de 2022

jorge luis borges / tres poemas













Ausencia

*

Habré de levantar la vasta vida 
que aún ahora es tu espejo: 
cada mañana habré de reconstruirla. 
Desde que te alejaste, 
cuántos lugares se han tornado vanos 
y sin sentido, iguales 
a luces en el día. 
Tardes que fueron nicho de tu imagen, 
músicas en que siempre me aguardabas, 
palabras de aquel tiempo, 
yo tendré que quebrarlas con mis manos. 
¿En qué hondonada esconderé mi alma 
para que no vea tu ausencia 
que como un sol terrible, sin ocaso, 
brilla definitiva y despiadada? 
Tu ausencia me rodea 
como la cuerda a la garganta, 
el mar al que se hunde.

~

El enamorado

*

Lunas, marfiles, instrumentos, rosas, 
lámparas y la línea de Durero, 
las nueve cifras y el cambiante cero, 
debo fingir que existen esas cosas. 

Debo fingir que en el pasado fueron 
Persépolis y Roma y que una arena 
sutil midió la suerte de la almena 
que los siglos de hierro deshicieron. 

Debo fingir las armas y la pira 
de la epopeya y los pesados mares 
que roen de la tierra los pilares. 

Debo fingir que hay otros. Es mentira. 
Sólo tú eres. Tú, mi desventura 
y mi ventura, inagotable y pura.

~

1964

*


Ya no es mágico el mundo. Te han dejado. 
Ya no compartirás la clara luna 
ni los lentos jardines. Ya no hay una 
luna que no sea espejo del pasado, 

cristal de soledad, sol de agonías. 
Adiós las mutuas manos y las sienes 
que acercaba el amor. Hoy sólo tienes 
la fiel memoria y los desiertos días. 

Nadie pierde (repites vanamente) 
sino lo que no tiene y no ha tenido 
nunca, pero no basta ser valiente 

para aprender el arte del olvido. 
Un símbolo, una rosa, te desgarra 
y te puede matar una guitarra. 

II 

Ya no seré feliz. Tal vez no importa. 
Hay tantas otras cosas en el mundo; 
un instante cualquiera es más profundo 
y diverso que el mar. La vida es corta 

y aunque las horas son tan largas, una 
oscura maravilla nos acecha, 
la muerte, ese otro mar, esa otra flecha 
que nos libra del sol y de la luna 

y del amor. La dicha que me diste 
y me quitaste debe ser borrada; 
lo que era todo tiene que ser nada. 

Sólo que me queda el goce de estar triste, 
esa vana costumbre que me inclina 
al Sur, a cierta puerta, a cierta esquina.

***
Jorge Luis Borges (Buenos Aires, 1899-Ginebra, 1986)

jueves, 29 de diciembre de 2022

polina barskova / el mensaje de ariel











Tu padre yace bajo el peso del mar,
es un coral, la dimensión de las olas.
Tu padre gira avivado por el viento marino,
su piel es una corteza
con una hormiga en pánico.
Las claras de sus ojos se volvieron dos perlas orgullosas.
Y las yemas de sus ojos,
dos perlas inservibles.
Su calavera - es un coro.
Todo en él suena, tiembla.
Nada en él se marchita
pero se transforma
en algo extraño, espeso, prometedor.
En esa mezcla se sumergen las nereidas
y observan la conversión de tu padre,
ya que nada en él se marchita, pero todo se convierte
en vos, para vos, Ferdinando: ¡tu padre está vivo!

Tu padre duerme.
Tu padre es una bola
roja
que no se despega del puente nuevo.
Tu padre - es la vergüenza.
Es el ardor,
el velo de la ceguera que se derrite cuando lo miro:  
su lengua es tan fría como un aguijón que sale de la boca.

Tu padre está vivo, pero se duerme.
Observá al durmiente, Ferdinando.
El hilo de saliva cae por el mentón
igual a una serpiente que baja por la roca,
a la cadena gruesa que se desliza en el bote.

Él suspira, pero no hacia afuera, por dentro:
encierra el sonido sin compartirlo con nosotros:

Él duerme, Ferdinando. El hielo brilla en sus labios.
La respiración es una cosa muy pequeña
rodeada de sueños.

***
Polina Barskova (San Petersburgo, 1976)
Versión de Natalia Litvinova

miércoles, 28 de diciembre de 2022

fiama hasse pais brandão / cuatro poemas










Sumario Lírico

*

En esta ventana de ver pasar los barcos en vidrieras,
comienzo despacio a reescribir el mundo quedo
que es el único que conozco y vivo, sé y de memoria veo.
Nadie me dio otras formas que no las mías
pero me dieron todos juntos el cerne de las palabras.
Me reescribo a mí misma sin otra alternativa.
Y recuerdo a los otros de fuera de la vidriera, mudos
pero autores cada uno en su frasear, generosos
cuando me reconocían en muchos años de vida.
Deudora soy, incluso de los idos, de exangües voces
calladas para siempre en los libros en que las leyera.
En tantas vidrieras que espejaron caras, ojos
de cada mirada de imágenes propias de cada uno.
Estaba en el lejano fondo el mar redito, el sol,
los barcos en el muelle, que también em vidrios estaban.
Pasa tú, delfín, piloto ciego, después cadáver,
que tal vez me condujese entre los barcos del muelle,
cuando el dorso de plata y el filo pasaban
en las horas visuales de las mañanas de junio y julio mías,
de par en par la mirada abierta al aire del sol de la sal.
Imágenes que siempre os quedáis en estas vidrieras,
prestad vuestro vidrio y reverbero a la luz
del faro extinto, en otras vidas que antes
narraban que yo había ya nacido,
cuando os vi, faro, y os guardé, imágenes.
El color de plata de los bultos es hoy negro, manchas
con la noche embebida, tantas veces con-sustancial.
Es así como la vidriera anochece delante de los ojos,
diariamente sumando años, minutos indivisos.
Pero, cisco en el vidrio, por la ley de la perspectiva, punto.

~

En la Calle de las Mónicas

*

A mis veinte años, almorzar en casa de Sofía era oír hervir a borbotones, freír en la cocina, jadear la cafetera de la poesía. Era ver al ama de Sofía, y de todos los hijos, de muchos versos, cuidar de muchas generaciones de memorias, en el hogar de esos versos tan caseros. Y era beber, allí, en la mesa, un agua que, más que la del grifo, concitó el mar a cada vaso. Era mirar un rostro de coral (lo que exorciza las Furias, en la cocina) un rostro de mar nuevo, de geografía. Era escuchar las palabras dar un poco de vocablo griego para sabiduría, lo que me confirma el poder de los nombres, al ser Verbo, sobre los seres y las cosas. Era sentarme, lado a lado, en el espacio irradiante de la voluble chimenea, en otoño apagada, en primavera encendida, y con la llama alimentada por papéis corrompibles de otra política (que no la de su humanidad), que la prudencia mandaba destruir en el fuego. Era entrar y salir por la puerta de las Mónicas, la de las mujeres congregadas bajo invocación de la madre de Agustín, lo que para mí celebraba también el amor de madre, de la vieja ama, de la Poesía.

~

Nada tan silencioso como el tiempo

*

Nada tan silencioso como el tiempo
en el interior del cuerpo. Porque pasa
con un rumor en las piedras que nos cubren,
y por el sonoro desaliño de algunos árboles
que son nuestros cabellos imaginarios.
Hasta en los iris de los ojos el tiempo
hace estallar chispas de luz breve.

Sólo en el interior sin nombre de nuestro cuerpo
o esfera húmeda de algún astro
ignoto, en una órbita apartada,
el tiempo calladamente persigue
la sangre que se desvía sin sonido.
Entre el principio y el fin viene a corroer
las vísceras, que ocultamos como la Tierra.

Trinan los labios nuestros, a semejanza
de las musicales mañanas de los pájaros.
Incluso los oídos cantan hasta la noche
oyendo el amor de cada día.
La piel escurre por el cuerpo, con su correr
de agua, y las lágrimas de la angustia
son estridentes cuando buscan el eco.

Pero no sentimos dentro del corazón que somos
hijos dilectos del tiempo y que, si hoy amamos,
fue después de haber amado ayer.
El tiempo es silencioso y enigmático
inmerso en el denso calor del vientre.
Guardado en el silencio más espeso,
el tiempo hace y deshace la vida.

~

Considero a la vista el poema
una gota de lodo, pues es posible
pintarlo con el pico superior alto
y la panza rotunda llena
de esquirlas y de depósitos.
Oscuro y pavoroso fue como
los renacientes me indicaron
el abismo del mar. Los hipostáticos,
los frenéticos románticos
al sentir brotar el terror existencial,
vieron que el elemento agua
empapaba el alma y los ojos
sin diferencia, y que el estrépito
de las situaciones extremas en el mar
traducía el pánico de morir.

* * *

Considero el poema el mar,
con una pasta violácea
en el lugar más adecuado al agua.
También tiene un fondo
de desperdicios, una dimensión
espaciosa lleno de osamenta
suelta, que me obliga
a rechinar como un arte
mis huesos de poeta,
sin ninguna creencia herética,
sino la de que la muerte tuvo nociones
diversas y que la noción más cruel
fue la que la asemejó tanto
a la vida, que mis contemporáneos
la sienten como siendo asistida
inmediatamente por su consciencia.

* * *

Para quien como yo vio
el propio cuerpo del poema
tomar una configuración blanda,
semejante a un licor
en gotitas o a la de coágulos,
estando lejos de mí en este caso
una asociación de ideas
con la muerte o la agonía,
esta hora es ya
la imagen de púrpura
de un ocaso impersonal.
Mirando como una bóveda
de piel plástica extendida
y estirada por los querubines,
que no quiero olvidar
como ángeles necesarios,
que los bizantinos confundieron
en demasiados detalles
con aves nítidas, tantas veces
azules mientras el cielo se doraba.

***
Fiama Hasse Pais Brandão (Lisboa, 1938-2007)
Versiones de Raquel Madrigal Martínez

/

Sumário Lírico

*

Nesta janela de ver passar os barcos em vidraças,
começo devagar a reescrever o mundo quedo
que é o único que conheço e vivo, sei e de cor vejo.
Ninguém me deu outras formas que não minhas
mas deram-me todos juntos o cerne das palavras.
Reescrevo-me a mim própria sem outra alternativa.
E recordo-me dos outros de fora da vidraça, mudos
mas autores cada um no seu frasear, generosos
quando me reconheciam em muitos anos de vida.
Devedora sou, mesmo dos idos, de exangues vozes
caladas para sempre nos livros em que as lera.
Em tantas vidraças que espelharam caras, olhos
de cada olhar de imagens próprias de cada um.
Estava no longínquo fundo o mar redito, o sol,
os barcos na Barra, que também em vidros estavam.
Passa tu, golfinho, piloto cego, depois cadáver,
que talvez me conduzisse entre os barcos da Barra,
quando o dorso de prata e o gume passavam
nas horas visuais das manhãs de Junho e Julho minhas,
de par em par o olhar aberto ao ar do sol do sal.
Imagens que sempre ficais nestas vidraças,
emprestai vosso vidro e revérbero à luz
do farol extinto, em outras vidas que antes
narravam que eu era já nascida,
quando vos vi, farol, e vos guardei, imagens.
A cor de prata dos vultos é hoje negra, manchas
com a noite embebida, tantas vezes co-substancial.
É assim que a vidraça anoitece diante dos olhos,
diariamente somando anos, minutos indivisos.
Mas, cisco no vidro, pela lei da perspectiva, ponto.

~


Na Rua Das Mónicas

*

Nos meus vinte anos,almoçar em casa de Sofia era ouvir ferver em cachão, frigir na cozinha, arfar a cafeteira da poesia. Era ver a ama de Sofia, e de todos os filhos, de muitos versos, cuidar de muitas gerações de memórias, no lar desses versos tão caseiros. E era beber, ali, na mesa, uma água que ,mais do que a da torneira, concitou o mar para cada copo. Era olhar um rosto de coral(o que exorciza as Fúrias, na cozinha) um rosto de mar novo,de geografia. Era escutar as palavras da bocado vocábulo grego para sabedoria, o que me confirma o poder dos nomes, ao serem Verbo, sobre os seres e as coisas. Era sentar-me, lado a lado, no espaço irradiante da volúvel lareira, no Outono apagada, na Primavera acesa, e com o fogaréu alimentado por papéis venais de outra política (que não a da sua humanidade), que a prudência mandava destruir no fogo. Era entrar e sair pela porta das Mónicas, a das mulheres congregadas sob invocação da mãe de Agostinho, o que para mim celebrava também o amor de mãe, da velha ama, da Poesia.

~

Nada tão silencioso como o tempo

*

Nada tão silencioso como o tempo
no interior do corpo. Porque ele passa
com um rumor nas pedras que nos cobrem,
e pelo sonoro desalinho de algumas árvores
que são os nossos cabelos imaginários.
Até nas íris dos olhos o tempo
faz estalar faíscas de luz breve.

Só no interior sem nome do nosso corpo
ou esfera húmida de algum astro
ignoto, numa órbita apartada,
o tempo caladamente persegue
o sangue que se esvai sem som.
Entre o princípio e o fim vem corroer
as vísceras, que ocultamos como a Terra.

Trilam os lábios nossos, à semelhança
das musicais manhãs dos pássaros.
Mesmo os ouvidos cantam até à noite
ouvindo o amor de cada dia.
A pele escorre pelo corpo, com o seu correr
de água, e as lágrimas da angústia
são estridentes quando buscam o eco.

Mas não sentimos dentro do coração que somos
filhos dilectos do tempo e que, se hoje amamos,
foi depois de termos amado ontem.
O tempo é silencioso e enigmático
imerso no denso calor do ventre.
Guardado no silêncio mais espesso,
o tempo faz e desfaz a vida.

~

Considero à vista o poema
uma gota de lodo, pois é possível
pintá-lo com o bico superior alto
e o bojo rotundo cheio
de esquírolas e de depósitos.
Escuro e medonho foi como
os renascentes me indicaram
o abismo do mar. Os hipostáticos,
os frenéticos românticos
ao sentir brotar o terror existencial,
viram que o elemento água
ensopava a alma e os olhos
sem diferença, e que o estrépito
das situações extremas no mar
traduzia o pânico de morrer.

* * *
 
Considero o poema o mar,
com uma pasta arroxeada
no lugar mais adequado à água.
Também tem um fundo
de desperdícios, uma dimensão
espaçosa cheio de cavername
solto, que me obriga
a ranger como uma arte
os meus ossos de poeta,
sem nenhuma crença herética,
senão a de que a morte teve noções
diversas e que a noção mais cruel
foi a que a assemelhou tanto
à vida, que os meus contemporâneos
a sentem como a ser assistida
imediatamente pela sua consciência.

* * *

Para quem como eu viu
o próprio corpo do poema
tomar uma configuração mole,
semelhante a um licor
em gotículas ou à de coágulos,
estando longe de mim neste caso
uma associação de ideias
com a morte ou a agonia,
esta hora é já
a imagem de púrpura
de um ocaso impessoal.
Olhado como uma abóbada
de pele plástica estendida
e repuxada pelos querubins,
que não quero esquecer
como anjos necessários,
que os bizantinos confundiram
em demasiados pormenores
com aves nítidas, tantas vezes
azuis enquanto o céu se dourava.

martes, 27 de diciembre de 2022

edna st. vincent millay / dos poemas








Objetor de consciencia

*

Moriré, pero eso es todo lo que haré por la Muerte.

Lo escucho sacar su caballo del establo; escucho el ruido sobre el suelo.
Tiene prisas; tiene negocios en Cuba, en los Balcanes, muchas llamadas que hacer esta mañana.
Pero no sostendré la brida mientras él aprieta la cincha.
Y él podrá montar solo: no le ayudaré a subir.

Aunque golpee mis hombros con su látigo, no le diré hacia dónde corrió el zorro.
Con su pezuña en mi pecho, no le diré dónde se esconde el chico negro en el pantano.
Moriré, pero eso es todo lo que haré por la Muerte; no estoy en su nómina.

No le diré el paradero de mis amigos ni de mis enemigos.
Aunque me promete mucho, no le trazaré la ruta hacia la puerta de ningún hombre.

¿Soy un espía en la tierra de los vivos, para entregar hombres a la Muerte?
Hermano, la contraseña y los planes de nuestra ciudad están a salvo conmigo;
nunca por mí
serás vencido.

~

Soneto XXX
El amor no lo es todo

*

El amor no es todo: no es alimento ni bebida
ni sopor ni techo contra la lluvia;
ni siquiera un madero para los hombres que se hunden
y se levantan y se hunden y se levantan y, de nuevo, se hunden.
El amor no puede llenar los pulmones con aire
ni limpiar la sangre ni ubicar el hueso fracturado;
Mientras hablo, muchos hombres se hacen amigos de la Muerte
por necesitar de un amor único.
Bien puede ser que en un momento difícil, 
atrapada por la pena y el tormento de liberarme
o molesta por no tener la decisión de antes,
se me ocurra canjear tu amor por paz
o negociar el recuerdo de esta noche por comida.
Bien puede ser. Pero creo que no lo haría.

***
Edna St. Vincent Millay (Rockland, 1892-Austerlitz, 1950)
Versiones de Ramón Hondal y Roberto Díaz respectivamente

/

Conscientious Objector

*

I shall die, but that is all that I shall do for Death.

 I hear him leading his horse out of the stall; I hear the clatter on the barn-floor.
He is in haste; he has business in Cuba, business in the Balkans, many calls to make this morning.
But I will not hold the bridle while he cinches the girth.
And he may mount by himself: I will not give him a leg up.

 Though he flick my shoulders with his whip, I will not tell him which way the fox ran.
With his hoof on my breast, I will not tell him where the black boy hides in the swamp.
I shall die, but that is all that I shall do for Death; I am not on his pay-roll.

 I will not tell him the whereabouts of my friends nor of my enemies either.
Though he promise me much, I will not map him the route to any man’s door.

 Am I a spy in the land of the living, that I should deliver men to Death?
Brother, the password and the plans of our city are safe with me; never through me
Shall you be overcome.

~

Sonnet XXX
Love is not all

*

Love is not all: it is not meat nor drink
Nor slumber nor a roof against the rain;
Nor yet a floating spar to men that sink
And rise and sink and rise and sink again;
Love can not fill the thickened lung with breath,
Nor clean the blood, nor set the fractured bone;
Yet many a man is making friends with death
Even as I speak, for lack of love alone.
It well may be that in a difficult hour,
Pinned down by pain and moaning for release,
Or nagged by want past resolution's power,
I might be driven to sell your love for peace,
Or trade the memory of this night for food.
It well may be. I do not think I would.

lunes, 26 de diciembre de 2022

dorothy parker / interior









La mente de ella es como una habitación silenciosa,
una habitación estrecha, y alta,
con lámparas pequeñas para atenuar la penumbra
y lemas en las paredes.

Allí todas las cosas son lustrosas y están limpias
y dispuestas de forma decorosa;
y hay ramilletes, redondos y agradables,
y pequeñas, enderezadas enredaderas.

Su mente lleva una vida ordenada, lejos
del frío y el ruido y el dolor,
y cierra con pasador la puerta contra su corazón,
que se lamenta fuera, bajo la lluvia.

***
Dorothy Parker (Long Branch, 1893-Nueva York, 1967)
Versión de Jonio González

/

Interior

*

Her mind lives in a quiet room,
A narrow room, and tall,
With pretty lamps to quench the gloom
And mottoes on the wall.

There all the things are waxen neat
And set in decorous lines;
And there are posies, round and sweet,
And little, straightened vines.

Her mind lives tidily, apart
From cold and noise and pain,
And bolts the door against her heart,
Out wailing in the rain.

domingo, 25 de diciembre de 2022

giuseppe ungaretti / navidad









No tengo ganas
de zambullirme
en un laberinto
de calles

Tengo tanto
cansancio
sobre la espalda

Déjenme así
como una
cosa
guardada
en un rincón
y olvidada

Aquí
no se siente
otra cosa
que el buen calor

Estoy
en las cuatro
cabriolas
de humo
del fogón

Nápoles, 26 de diciembre de 1916

***
Giuseppe Ungaretti (Alejandría, 1888-Milán, 1970)
Versión de Jorge Aulicino

/

Natale

*

Non ho voglia
di tuffarmi
in un gomitolo
di strade

Ho tanta
stanchezza
sulle spalle

Lasciatemi così
come una
cosa
posata
in un
angolo
e dimenticata

Qui
non si sente
altro
che il caldo buono

Sto
con le quattro
capriole
di fumo
del focolare

Napoli, il 26 dicembre 1916

sábado, 24 de diciembre de 2022

t. s. eliot / el cultivo del árbol de navidad










Existen diversas actitudes en relación con la Navidad,
y de alguna de ellas podemos hacer caso omiso:
la social, la torpe, la manifiestamente comercial,
la bulliciosa (los bares están abiertos hasta la medianoche),
y la infantil, que no es la del niño
para el cual cada vela es una estrella, y el ángel dorado
desplegando sus alas en la copa del árbol
no es solamente un adorno, sino un ángel.
El niño se maravilla ante el árbol de Navidad:
dejadlo que continúe con ese espíritu de maravilla
ante la Fiesta, como un evento aceptado, no como un pretexto;
de modo que el luminoso enajenamiento, el asombro
del primer árbol de Navidad recordado,
de modo que las sorpresas, las alegrías de las nuevas posesiones
(cada una con su inconfundible y excitante perfume)
y la espera del ganso o del pavo,
y el expectante momento de su aparición,
de modo que la reverencia y el gozo
no sean olvidados en las experiencias posteriores,
en la fastidiosa rutina, la fatiga, el tedio,
el conocimiento de la muerte, la conciencia del fracaso,
o en la piedad del converso
que pudiera teñirle de vanagloria
desagradable a Dios e irrespetuosa hacia los niños
(y aquí el recuerdo también con gratitud
a Santa Lucía, su villancico, su corona de fuego):
de modo que antes del fin, en la octogésima Navidad
(significando por "octogésima" la última, cualquiera sea),
los acumulados recuerdos de la emoción anual
puedan concentrarse en una gran alegría
semejante siempre a un gran temor, como la ocasión
en que el temor llega a cada alma:
pues el principio nos ha de recordar el fin
y la primera venida la segunda venida.

***
T. S. Eliot (St. Louis, 1888-Londres, 1965)
Versión de Alberto Girri

/

The Cultivation of Christmas Trees 

*

There are several attitudes towards Christmas,
Some of which we may disregard:
The social, the torpid, the patently commercial,
The rowdy (the pubs being open till midnight),
And the childish - which is not that of the child
For whom the candle is a star, and the gilded angel
Spreading its wings at the summit of the tree
Is not only a decoration, but an angel.

The child wonders at the Christmas Tree:
Let him continue in the spirit of wonder 
At the Feast as an event not accepted as a pretext;
So that the glittering rapture, the amazement
Of the first-remembered Christmas Tree,
So that the surprises, delight in new possessions
(Each one with its peculiar and exciting smell), 
The expectation of the goose or turkey
And the expected awe on its appearance,

So that the reverence and the gaiety
May not be forgotten in later experience,
In the bored habituation, the fatigue, the tedium, 
The awareness of death, the consciousness of failure,
Or in the piety of the convert
Which may be tainted with a self-conceit
Displeasing to God and disrespectful to children
(And here I remember also with gratitude 
St. Lucy, her carol, and her crown of fire):

So that before the end, the eightieth Christmas
(By "eightieth" meaning whichever is last)
The accumulated memories of annual emotion
May be concentrated into a great joy 
Which shall be also a great fear, as on the occasion
When fear came upon every soul:
Because the beginning shall remind us of the end
And the first coming of the second coming.

viernes, 23 de diciembre de 2022

juan gonzalo rose / la pregunta











Mi madre me decía:
si matas a pedradas los pajaritos blancos,
Dios te va a castigar;
si pegas a tu amigo
el de cara de asno,
Dios te va a castigar.

Era el signo de Dios
de dos palitos,
y sus diez teologales mandamientos
cabían en mi mano
como diez dedos más.

Hoy me dicen:
si no matas diariamente una paloma,
Dios te castigará;
si no pegas al negro,
si no odias al rojo,
Dios te castigará;
si al pobre das ideas
en vez de darle un beso,
si le hablas de justicia
en vez de caridad
Dios te castigará
Dios te castigará.

No es este nuestro Dios,
¿verdad, mamá?

***
Juan Gonzalo Rose (Lima, 1927-1983)

jueves, 22 de diciembre de 2022

hugo mayo / los insomnios









1

Ahora el agua en una espera
El sortilegio eterno en sus arrugas
Y esto de anudar la hora
Traída por los años
Enciende los delirios

2

Contigo luz de todos los deseos
En los espejos de la muerte
La misma noche con hechizos
Busca el polvo de la llama

3

Acaso la sola soledad de la palabra
Rama del árbol en preguntas
Infancia de la estrella
En los caminos del abismo
Viajando en cuévano prestado

4

Nada o algo de viejas partituras
Con su heredad dormida
Aventura del destino bajo el agua
Cuando turban los días invisibles

5

Me quemo atrás como un misterio
Me quemo en los esencial
La lejanía fuego del alba
Se oculta disfrazada

6

La noche hace señales
En los balcones olvidados
El pájaro asesino pide perdón
Después de confesarse
Se apaga el sol cada domingo
Sólo la piedra duerme
Con la locura de un pasado

* Nota: el poema fue escrito en 1922 y se extravió. Solo fue encontrado seis décadas más tarde y publicado en una edición de 1982 de El zaguán de aluminio, por la Casa de la Cultura Ecuatoriana "Benjamin Carrion" Nucleo del Guayas en la ciudad de Guayaquil.

***
Hugo Mayo (Manta, 1895-Guayaquil, 1988)

miércoles, 21 de diciembre de 2022

salomón de la selva / de "el soldado desconocido"













Testamento

*

¡A vosotros, a todos vosotros los que puro
cariño me brindasteis!... Con intelecto claro
y con hondo sentir y con valor seguro,
capitán de mi propia fortuna, me deparo
el singular vehículo que me lleva a la suerte;
y si, privilegiado, devolver puedo al suelo
la vida que me diera, la gloria de mi muerte
os lego y mi leyenda: ¡que acorde con el cielo
quise morir; que un día
se estremeció mi barro de antigua bizarría
hispana, inglesa e india, mis tres sangres, y tuve
un coraje de siglos y de razas y de
saber ser mar, volcán y roca y río y nube
por orgullo y nobleza y por gracia y por fe! 

~

Primera carta

*

Salimos de nuestro campamento en Suffolk
casi al anochecer.
La banda no dejó de tocar un momento
hasta partir el tren.
En la estación nos besaron las muchachas.
Yo creo que lloré.

Nos embarcamos quién sabe en qué puerto
muy entrada la noche.
La travesía fue desesperante:
¡Navegar en oscuro y sin saber a dónde!
Corrió la voz de que íbamos a Rusia:
¡Horror de horrores!

Pero desembarcamos sin cuidado
en Bélgica o en Francia.
El cañoneo se oye como debajo de la tierra.
Lo que sentimos es religiosidad bárbara,
lo que he visto sentir a las bestias
cuando retumba el suelo en Nicaragua: 
Necesidad de mugir mirando al cielo
y de volver y revolver los ojos
y de sobresaltarse
como se sobresaltan los toros.
Estamos impacientes por entrar en batalla
y relinchamos como jóvenes potros. 

~

Heridos

*

He visto a los heridos:
¡Qué horribles son los trapos manchados de sangre!
¡Y los hombres que se quejan mucho;
y los que se quejan poco;
y los que ya han dejado de quejarse!
Y las bocas retorcidas de dolor;
y los dientes aferrados;
y aquel muchacho loco que se ha mordido la lengua
y la lleva de fuera, morada, ¡como si lo hubieran ahorcado! 

~

Curiosidad

*

Aquí estamos nosotros,
allá está el enemigo.
No nos dejamos ver,
ni él se deja tampoco.
De tiempo en tiempo
nos cambiamos un tiro.
Nosotros disparamos entre risas:
¡A ver si hace una baja!
Él también se reirá.
Nuestras carcajadas son pueriles.
Sus balas silban sobre nuestras cabezas,
o levantan pajaritos de lodo
frente a nuestra trinchera.
Al disparar él debe de haber reido.
Tengo ganas de verlo.
Me siento como se sentiría
un príncipe de cuento
que ha cambiado palabra y corazón y anillo
con una princesa de otra raza
a quien jamás ha visto.
Lejos de tenerle odio,
como que voy queriendo a mi enemigo. 

~

Elegía

*

1.
Mi compañero ha muerto.
La confusión en el asalto
nos separó un momento.
¡Un momento, y ahora es para siempre!
Quiero estar solo,
escondido de todas las miradas
para decir mi queja.

2.
¿Cómo puede seguir en la pelea
si me había vestido de valor
sólo porque jamás en su presencia
me atreví a desnudar
la natural flaqueza de mi espíritu?

3.
¡Hermano y más que hermano!
Ahora que me faltas
doblemente me pesan los arreos.
El viento sopla dos veces más helado.
¡Si serás tú el que vive, yo el que ha muerto!
Todo está tan cambiado.
 
4.
Así como en las copas de los buenos festines
rebosa el vino obscuro
y deja roja mancha en los manteles,
tus ojos rebosaban cariño
y tu rostro
se inundaba de rubores.

5.
Tu mirada
era más dulce que el sueño y más consoladora,
y era mejor que el baile con mujeres
luchar contigo cuando helaba,
sentir tu aliento puro en las mejillas
y tu púgil vibrar en todo el cuerpo.

6.
¿Dónde estará la doncella
—predestinada a una viudez de virgen—
a quien tu beso, tu beso y no el de otro,
debiera haber fecundizado?
Yo le diría: "¡Hermana,
toma mi cuerpo que supo ser tan suyo
que aunque no sangra, siente
la herida que a su cuerpo dio descanso!"

~
 
Fuerza

*

Después de cada ataque,
al rehacerse los batallones,
nos encontramos con camaradas nuevos.
Hay que aprender sus nombres
y oír las descripciones de sus novias
y los planes que tienen.
El que menos, se cree con derecho
a ser feliz mañana.
Cercanos a la muerte,
íntimos suyos,
sus cortesanos familiares,
oyendo todas las voces que da,
los gritos sofocados,
los largos alaridos
y los quejidos roncos,
conocedores de los gestos que hace
y de las muecas,
viendo cómo su propio número se diezma cada día,
todos son, sin embargo, a su juicio,
legendarios Aquiles
que escudan con ensueño
el talón vulnerable.
Hasta yo, que sé cuando delirio,
hallo imposible creer que a mí me maten.

~

Prisioneros

*

Son gente.
De eso no cabe duda.
Gente como nosotros,
que come, que duerme, que se entume, que suda,
que odia, que ama.
Gente como toda la gente,
y sin embargo — diferente.

Como les hemos arrancado
todos los botones
caminan agarrándose
los pantalones,
y llevan el cuerpo doblegado.

Pudiera ser cansancio,
pero no es eso.
Pudiera ser vergüenza...
En fin, qué nos importa:
¡Son nuestros prisioneros!

Está prohibido darles cigarrillos.
Bien. Se los daré a escondidas.

Alguno de ellos debe de haber leído
a Goethe; o será de la familia de Beethoven
o de Kant; o sabrá tocar el violonchelo...

~
 
Carta

*

¿Y de qué sirve la guerra?
¡Si al fin he peleado
y no sé decirte de veras
si soy valiente,
porque no me fijé!
¿Pero leíste mi nombre en los periódicos?
Dicen que me van a dar una medalla.
Te la voy a mandar por si te gusta
contar que eres mi novia.
Entonces tal vez tenga
la guerra algún sentido.
Porque todo es en vano
si no engendra cariño,
y hay tanto odio, tanto,
que debe ser pecado
sin duda ser soldado.

Me dan vergüenza las palabras
hermosas que me escribes,
y tu valentía de hembra
que me esconde tus lágrimas.

No puedes escondérmelas,
que siempre que tú lloras
lo siento yo en el alma.

Quiero, por si me muero,
confesarte que casi
todas las noches lloro,
pero que sin embargo
me estoy poniendo gordo,
y ya nada me importa,
quienes ganen o pierdan,
pues, no sé cómo, ahora
lo único que creo
es que la guerra es mala.
Tus palabras hermosas
me avergüenzan por eso. 

~

Carta

*

Ya me curé de la literatura.
Estas cosas no hay cómo contarlas.
Estoy piojoso y eso es lo de menos...
De nada sirven las palabras.

Está haciendo frío
por unas razones muy sencillas
que no recuerdo ahora.
Tal vez porque es invierno.
Unos libros forrados
que hallarás en mi casa
explican con lucidez indiscutible
la razón de las temperaturas.
Cuando me escribas, dime
por qué hay calor y frío.
¡Fuera horroroso
morirme en la ignorancia!

Las luces Verey son
lo más bello del mundo.
La No Man's Land parece
un país encantado.

He visto mi propia sombra
alargarse al infinito.
Y me han brotado mil sombras
rápidas de los pies. 

Y se han ido estirando
más veloces que un sueño;
y después han corrido
de nuevo a mis zapatos.
Todavía les tengo
más temor a las sombras que a las balas.
Aunque son un encanto
las luces: verdes, blancas,
azules, amarillas...
Me he diluido en sombras
y me he ido corriendo
a más allá del mundo.
Me han parecido música
las luces. Me he sentido
el Prometeo de Scriabín.
Después me ha dado espanto.
Unos libros forrados
que hallarás en mi casa
explican con lucidez indiscutible
el porqué de los miedos.
Cuando me escribas dime
cómo se es valiente.
¡Fuera horroroso
morirme en la ignorancia! 

~

Meditación

*

De deferencia en deferencia
perdemos la inocencia
y el hombre justo tórnase malvado.
No recuerdo haber hecho
maldad ninguna para mi propio agrado:
siempre fue por dar gusto a los demás.
El camino derecho
es el que se anda solo, sin compañía.
El alma colectiva es la de Satanás:
ya lo tengo probado.
¡ Soledad, en ti el alma no se empaña!
Pura se tiene, pura
como el canto de un pájaro que canta solitario,
como una estrella sola en una noche obscura!
Faltos de voluntad, perdido el fuerte
don de ser solos, vamos a la muerte.
Nos obliga el espíritu gregario.
Y nada es tan cobarde ni tan mezquino
como el morir uniformados mil al día,
renunciando el derecho divino:
la individualidad de la agonía. 

***
Salomón de la Selva (León, 1893-París, 1959) El soldado desconocido. México: Editorial México Moderno, 1922.

martes, 20 de diciembre de 2022

manuel maples arce / de "andamios interiores"









Prisma

*

Yo soy un punto muerto en medio de la hora,
equidistante al grito náufrago de una estrella.
Un parque de manubrio se engarrota en la sombra,
y la luna sin cuerda
me oprime en las vidrieras.
                                                    Margaritas de oro
                                                    deshojadas al viento.

La ciudad insurrecta de anuncios luminosos
flota en los almanaques,
y allá de tarde en tarde,
por la calle planchada se desangra un eléctrico.

El insomnio, lo mismo que una enredadera,
se abraza a los andamios sinoples del telégrafo,
y mientrass que los ruidos descerrajan las puertas,
la noche ha enflaquecido lamiendo su recuerdo.

El silencio amarillo suena sobre mis ojos.
¡Prismal, diáfana mía, para sentirlo todo!

Yo departí sus manos,
pero en aquella hora
gris de las estaciones,
las palabras mojadas se me echaron al cuello,
y una locomotora
sedienta de kilómentros la arrancó de mis brazos.

Hoy suenan sus palabras más heladas que nunca.
¡Y la locura de Edison a manos de la lluvia!

El cielo es un obstáculo para el hotel inverso
refractado en las lunas sombrías de los espejos;
los violines se suben como la champaña,
y mientras las ojeras sondean la madrugada,
el invierno huesoso tirita en los percheros.

Mis nervios se derraman.
La estrella del recuerdo
naufragada en el agua
del silencio.

                                Tú y yo

                                            coincidimos
                                            en la noche terrible,
meditación temática
deshojada en jardines.

Locomotoras, gritos,
arsenales, teléfrafos.

El amor y la vida
son hoy sindicalistas,

y todo se dilata en círculos concéntricos.

~

Flores aritméticas

*

Esas rosas eléctricas de los cafés con música
que estilizan sus noches con "poses" operísticas,
languidecen de muerte, como las semifusas,
en tanto que en la orquesta se encienden anilinas
y bosteza la sífilis entre "tubos de estufa".
 
Equivocando un salto de trampolín, las joyas
se confunden estrellas de catálogos Osram.
 
Y olvidado en el hombro de alguna Margarita,
deshojada por todos los poetas franceses,
me galvaniza una de estas pálidas "ísticas"
que desvelan de balde sus ojeras dramáticas,
y un recuerdo de otoño de hospital se me entibia.
 
Y entre sorbos de exóticos nombres fermentados,
el amor, que es un fácil juego de cubilete,
prende en una absurda figura literaria
el dibujo melódico de un vals incandescente.
 
El violín se accidenta en sollozos teatrales,
y se atragante un pájaro los últimos compases.
 
Este techo se llueve.
La noche en el jardín
se da toques con pilas eléctricas de éter,
y la luna está al último grito de París.
 
Y en la sala ruidosa,
el mesero académico descorchaba las horas.

~

Todo en un plano oblicuo…

*

En tanto que la tisis —todo en un plano oblicuo—
paseante de automóvil y tedio triangular,
me electrizo en el vértice agudo de mí mismo.
Van callendo las horas de un modo vertical.
 
Y simultaneizada bajo la sombra eclíptica
de aquel sombrero unánime,
se ladea una sonrisa,
mientras que la blancura en éxtasis de frasco
se envuelve en una llama d'Orsay de gasolina.
 
                                    Me debrayo en un claro
                                    de anuncio cinemático.
 
Y detrás de la lluvia que peinó los jardines
hay un hervor galante de encajes auditivos;
a aquel violín morado le operan la laringe
y una estrella reciente se desangra en suspiros.
 
Un incendio de aplausos consume las lunetas
de la clínica, y luego —oh anónima de siempre—
desvistiendo sus laxas indolencias modernas,
reincide —flor de lucro— tras los impertinentes.
 
                                    Pero todo esto es sólo
                                    un efecto cinemático,
 
porque ahora, siguiendo el entierro de coches,
allá de tarde en tarde estornuda un voltaico
sobre las caras lívidas de los "players" románticos,
y florecen algunos aeroplanos de hidrógeno.
 
En la esquina, un "umpire" de tráfico, a su modo,
va midiendo los "outs", y en este amarillismo,
se promulga un sistema luminista de rótulos.
 
Por la calle verdosa hay brumas de suicidio.
 
~
 
A veces, con la tarde…
 
*

A veces, con la tarde luida de los bordes,
un fracaso de alas se barre en el jardín.
Y mientras que la vida esquina a los relojes,
se pierden por la acera los pasos de la noche.
 
                                    Amarillismo
                                    gris.
 
Mis ojos deletrean la ciudad algebráica
entre las subversiones de los escaparates;
detrás de los tranvías se explican las fachadas
y las alas del viento se rompen en los cables.
 
Siento íntegra toda la instalación estética
lateral a las calles alambradas de ruido,
que quiebran sobre el piano sus manos antisépticas,
y luego se recogen en un libro mullido.
 
A través del insomnio centrado en las ventanas
trepidan los andamios de una virginidad,
y al final de un acceso paroxista de lágrimas,
llamas de podredumbre suben del bulevard.
 
Y equivocadamente, mi corazón payaso,
se engolfa entre nocturnos encantos de a 2 pesos:
amor, mi vida, etc., y algún coche reumático
sueña con un voltáico que le asesina el sueño.
 
Sombra laboratorio. Las cosas bajo sobre.
Ventilador eléctrico, champagne -|- F.T.
Marinetti = a
 
                                    Nocturno futurista
                                    1912.
 
Y 200 estrellas de vicio a flor de noche
escupen pendejadas y besos de papel.

~

Tras los adioses últimos

*
               
Tardes alcanforadas en vidrieras de enfermo,
tras los adioses últimos de las locomotoras,
y en las palpitaciones cardíacas del pañuelo
hay un desgarramiento de frases espasmódicas.

El ascensor eléctrico y un piano intermitente
complican el sistema de la casa de "apartmentes",
y en el grito morado de los últimos trenes
intuyo la distancia.

A espaldas de la ausencia se demuda el telégrafo.
Despachos emotivos desangran mi interior.

Sugerencia, L-10 y recortes de periódicos;
¡oh dolorosa mía
tú estás tan lejos de todo,
y estas horas que caen amarillean la vida!

En el fru-fru inalámbrico del vestido automático
que enreda por la casa su pauta seccional,
incido sobre un éxtasis de sol a las vidrieras,
y la ciudad es una ferretería espectral.

                              Las canciones domésticas
                        de cocos a la calle.

(¡Ella era un desmayo de pretigios supremos
y dolencias católicas de perfumes envueltos
a través de mis dedos!)

Accidente de lágrimas. Locomotoras últimas
renegridas a fuerza de gritarnos adiós
y ella en 3 latitudes, ácida de blancura,
derramada en silencio sobre mi corazón.

***
Manuel Maples Arce (Papantla, 1900-Ciudad de México, 1981) Andamios Interiores. Poemas Radiográficos. México: Editorial Cultura, 1922.

lunes, 19 de diciembre de 2022

gerardo diego / de "imagen"













Ahogo

*

Déjame hacer un árbol con tus trenzas. 

Mañana me hallarán ahorcado
en el nudo celeste de tus venas.

Se va a casar la novia
                            del marinerito.

Haré una gran pajarita
con sus cartas cruzadas.
                                Y luego romperé
                            la luna de una pedrada.
Neurastenia, dice el doctor.

Gulliver 
ha hundido todos sus navíos.

                            Codicilo: dejo a mi novia
                            un puñal y una carcajada.

~

Tren

*

Venid conmigo

                                Cada estación es un poco de nido

El alma llora porque se ha perdido
Yo         ella
como         dos
golondrinas         paralelas

Y arriba una bandada de estrellas  mensajeras

El olvido
            Deposita sus hojas
                        en todos los caminos
Sangre
                    Sangre de aurora
                                        
            Pero no es más que agua

 Agitando los arboles
                llueven
                            llueven silencios
                                    ahorcados en las ramas

~

Lámpara

*

 Azulejos

sobre el regazo de los tiempos

La lámpara florece
                            todos los inviernos

De su carne rosácea
brota el aroma de brota el aroma de los sueños silvestres

Un ave infatigable 
abre su vuelo en círculos concéntricos

                            Algún ídolo roto
                            se duerme en un rincón

Y el péndulo ahorcado
toca con los pies en el suelo

Estética

*
 
                    A Manuel de Falla.


Estribillo         Estribillo         Estribillo
El canto más perfecto es el canto del grillo

Paso a paso
                se asciende hasta el Parnaso

Yo no quiero las alas de Pegaso

Dejadme auscultar 
el friso sonoro que fluye la fuente

Los palillos de mis dedos
repiquetean ritmos ritmos ritmos
en el tamboril del cerebro

Estribillo         Estribillo         Estribillo
El canto más perfecto es el canto del grillo

~

Madrigal

*

                    A Juan Ramón Jiménez


Estabas en el agua
                        estabas que yo te vi

Todas las ciudades
                        lloraban por ti
                                Las ciudades desnudas

                        balando como bestias en manada
 
A tu paso
            las palabras eran gestos
como éstos que ahora te ofrezco

Creían poseerte
porque sabían teclear en tu abanico

                                                                            Pero
                                                                            No
    no estabas allí

Estabas en el agua
                        que yo te vi

***
Gerardo Diego (Santander, 1896-Madrid, 1987) Imagen. Poemas 1918-1921. Madrid: Gráfica Ambos Mundos, 1922.

domingo, 18 de diciembre de 2022

oliverio girondo / de "veinte poemas para ser leídos en el tranvía"













Ningún prejuicio más ridículo
que el prejuicio de lo SUBLIME

~

Paisaje Bretón

*

Douarnenez,
en un golpe de cubilete,
empantana
entre sus casas corrió dados,
un pedazo de mar,
con un olor a sexo que desmaya.

¡Barcas heridas, en seco, con las alas plegadas!
¡Tabernas que cantan con una voz de orangután!

Sobre los muelles,
mercurizados por la pesca,

marineros que se agarran de los brazos
para aprender a caminar,
y van a estrellarse
con un envión de ola
en las paredes;
mujeres salobres,
enyodadas,
de ojos acuáticos, de cabelleras de alga,
que repasan las redes colgadas de los techos
como velos nupciales.

El campanario de la iglesia,
es un escamoteo de prestidigitación,
saca de su campana
una bandada de palomas.

Mientras las viejecitas,
con sus gorritos de dormir,
entran a la nave
para emborracharse de oraciones,
y para que el silencio
deje de roer por un instante
las narices de piedra de los santos.

Douarnenez, julio, 1920.

~

Café-Concierto

*

Las notas del pistón describen trayectorias de cohete, vacilan en el aire, se apagan antes de darse contra el suelo.

Salen unos ojos pantanosos, con mal olor, unos dientes podridos por el dulzor de las romanzas, unas piernas que hacen humear el escenario.

La mirada del público tiene más densidad y más calorías que cualquier otra, es una mirada corrosiva que atraviesa las mallas y apergamina la piel de las artistas.

Hay un grupo de marineros encandilados ante el faro que un “maquereau” tiene en el dedo meñique, una reunión de prostitutas con un relente a puerto, un inglés que fabrica niebla con sus pupilas y su pipa.

La camarera me trae, en una bandeja lunar, sus senos semidesnudos... unos senos que me llevaría para calentarme los pies cuando me acueste.

El telón, al cerrarse, simula un telón entreabierto.
Brest, agosto, 1920. 

~

Nocturno

*

    Frescor de los vidrios al apoyar la frente en la ventana. Luces trasnochadas que al apagarse nos dejan todavía más solos. Telaraña que los alambres tejen sobre las azoteas. Trote hueco de los jamelgos que pasan y nos emocionan sin razón.
    ¿A qué nos hace recordar el aullido de los gatos en celo, y cuál será la intención de los papeles que se arrastran en los patios vacíos?
    Hora en que los muebles viejos aprovechan para sacarse las mentiras, y en que las cañerías tienen gritos estrangulados, como si se asfixiaran dentro de las paredes.
    A veces se piensa, al dar vuelta la llave de la electricidad, en el espanto que sentirán las sombras, y quisiéramos avisarles para que tuvieran tiempo de acurrucarse en los rincones. Y a veces las cruces de los postes telefónicos, sobre las azoteas, tienen algo de siniestro y uno quisiera rozarse a las paredes, como un gato o como un ladrón. 
    Noches en las que desearíamos que nos pasaran la mano por el lomo, y en las que súbitamente se comprende que no hay ternura comparable a la de acariciar algo que duerme.

    ¡Silencio! —grillo afónico que nos mete en el oído—. ¡Cantar de las canillas mal cerradas! —único grillo que le conviene a la ciudad—.

Buenos Aires, noviembre, 1921. 

~

Apunte callejero

*

    En la terraza de un café hay una familia gris. Pasan unos senos bizcos buscando una sonrisa sobre las mesas. El ruido de los automóviles destiñe las hojas de los árboles. En un quinto piso, alguien se crucifica al abrir de par en par una ventana.

    Pienso en dónde guardaré los quioscos, los faroles, los transeúntes, que se me entran por las pupilas. Me siento tan lleno que tengo miedo de estallar... Necesitaría dejar algún lastre sobre la vereda...

    Al llegar a una esquina, mi sombra se separa de mí, y de pronto, se arroja entre las ruedas de un tranvía. 

~

Corso

*

La banda de música le chasquea el lomo
para que siga dando vueltas
cloroformado bajo los antifaces
con su olor a pomo y a sudor
y su voz falsa
y sus adioses de naufragio
y su cabellera desgreñada de largas tiras de papel
que los árboles le peinan al pasar
junto al cordón de la vereda
donde las gentes
le tiran pequeños salvavidas de todos los colores
mientras las chicas
se sacan los senos de las batas
para arrojárselos a las comparsas
que espiritualizan
en un suspiro de papel de seda
su cansancio de querer ser feliz
que apenas tiene fuerzas para llegar
a la altura de las bombitas de luz eléctrica.

Mar del Plata, febrero, 1921.

~

Biarritz

*

    El casino sorbe las últimas gotas de crepúsculo.

    Automóviles afónicos. Escaparates constelados de estrellas falsas. Mujeres que van a perder sus sonrisas al bacará.
    
    Con la cara desteñida por el tapete, los “croupiers” ofician, los ojos bizcos de tanto ver pasar dinero.

    ¡Pupilas que se licuan al dar vuelta las cartas!
    ¡Collares de perlas que hunden un tarascón en las gargantas!

    Hay efebos barbilampiños que usan una bragueta en el trasero. Hombres con baberos de porcelana. Un señor con un cuello que terminará por estrangularlo. Unas tetas que saltarán de un momento a otro de un escote, y lo arrollarán todo, como dos enormes bolas de billar.

    Cuando la puerta se entreabre, entra un pedazo de “foxtrot”.

Biarritz, octubre, 1920. 

~

Plaza

*

    Los árboles filtran un ruido de ciudad.

    Caminos que se enrojecen al abrazar la rechonchez de los parterres. Idilios que explican cualquiera negligencia culinaria. Hombres anestesiados de sol, que no se sabe si se han muerto.

    La vida aquí es urbana y es simple.

    Sólo la complican:

    Uno de esos hombres con bigotes de muñeco de cera, que enloquecen a las amas de cría y les ordeñan todo lo que han ganado con sus ubres.

    El guardián con su bomba, que es un “Manneken-Pis”.

    Una señora que hace gestos de semáforo a un vigilante, al sentir que sus mellizos se están estrangulando en su barriga.

Buenos Aires, diciembre, 1920. 

***
Oliverio Girondo (Buenos Aires, 1891-1967) Veinte poemas para ser leídos en el tranvía. Buenos Aires: Librería La Facultad, 1922.