domingo, 31 de octubre de 2021

aleyda quevedo / un poema













Cortadas a media noche,
las flores de verano iluminan la habitación del hotel.
Las de color naranja excitan
hasta afectar
en esa zona que las mujeres confunden con:
deseo,
desgarro,
defectos.
Las flores fucsia y las excesivamente moradas
distraen y llegan a enervar.
Pero estoy húmeda,
lista para la noche en este hotel del mundo.
Piso un jardín de intimidades.
A las ramas verdes del follaje
las chupo una por una.
La clorofila aceitada me va dejando
las ganas de ir hasta el fondo,
Mas lo que hago antes de dormir
es leer los poemas de Szymborska.

***
Aleyda Quevedo (Quito, 1972)
Fotografía de Martín Jaramillo

sábado, 30 de octubre de 2021

camilo castelo branco / dos poemas













¡Es pronto!

*

No puedo creer extinta la gran vida,
que ya mi corazón vivió. . . ¡ay! ¡no!
¡Es pronto, es pronto! aún a veces siento,
en las tibias cenizas de un volcán extinto,
quemar chipotea ardiente de pasión.

Relámpago fugaz me fulge en el alma;
en la sangre siento eléctrico vigor;
más linda veo la tierra, y el cielo más lindo,
me desvarío en visiones de un mundo infinito;
resiento el palpitar del antiguo amor.

Quimera loca de infeliz que espera,
perdido nauta, ¡la salvación por fin!
Descendió perpetua noche en mi vida;
mí día ya se va; el alba querida
jamás tiene que relucir, ¡jamás, para mí!

¡Es triste! . . . Mal sabéis que sangre es esa,
que va en el llanto de quien dice: «¡soy sólo!»
Terrible debe de ser el malestar
de aquel que tanteó en el pecho muerto,
en vez del corazón, ¡urna de polvo! . . .

No más se vibran en el alma los grandes himnos
plañidos por la mano del ignoto Dios;
no más se ensalza el canto del estro osado;
que el genio cae, y se arroja envilecido,
ni osa más clavar ojos en los cielos.

¿La gloria? no más luz a sus ojos.
¿Vanidad? ni del genio la tiene, siquiera.
¡La gloria! ¡oh! ¡Cuánto es bella, cuánto es hija
del corazón, y reflejada brilla
en el rostro puro y virgen de la mujer!

Sin amor, sin pasión, ¿qué valle o genio?
Es don maldito que exaspera el dolor;
es lente que engrandece aquel abismo
donde mora el terror, donde el cinismo
repele al ángel bueno del santo amor.

Si yo amase . . . tal vez sintiese anhelos
que me irguiesen del lodo de este suelo
a los éxtasis de creyente donde ya pude
llevar los sonidos del místico alud,
que enmudeció, exhausto el corazón.

Tal vez amase la vida, y amase a los hombres,
y creyese en la virtud, y ardiese en fe,
y diese la mano a los desvalidos de ella,
a aquellos que, en las agonías de la procela,
no pueden creer que Dios refugio es.

¿No tengo, pues, nada más sobre la tierra?
¿De ti no puede venir, oh puro amor,
la voz de la redención? Pues bien: la muerte
es premio, es galardón . . . Hombre, sé fuerte;
¡arrastra a la sepultura tu dolor!

Pero arrastrarla cumple sin que los labios.
revelen de qué dolor esclavo eres...
La máxima valentía en las torturas
es callarlas. Sufrir, fingir venturas,
es ser mayor que el dolor, pisotearlo a los pies.

~

Nostalgia

*

Nostalgia que me dueles, no huyas, clava
tu pungente espina sin piedad;
graba en mi corazón, oh diosa, graba
los bellos cuadros de la florida edad.
Yo amo el padecer. De esta alma impedida;
¡asómbrala de tristezas, oh nostalgia!
Cállame los himnos del falaz futuro;
¡tráeme el pasado, y aquel amor tan puro!

Aquel amor. . . No pueden ya decirlo
labios hechos a mentir amores;
recuerda el corazón el cuadro bello,
pero no pueden pintarlo falsos colores.
La frase es falsa, es fría, es vano desvelo
querer de árido pecho extraer verdores.
No siento, no, por más que el seno abra,
ungirme la fe la juvenil palabra.

Conmigo estás, mujer, siempre conmigo;
en sueños, eres, como fuiste, un ángel, un numen;
brilla la sonrisa en tu rostro amigo,
hieren tus ojos de la pasión la lumbre.
No halla en nuestro pecho infausto abrigo
el Lucifer maldito del celo.
En sueños, eres, como fuiste, el don extremo,
que dispensa, en la tierra, el Ser-Supremo.

¡Y pude perderte, tesoro inmenso,
tras tamaña lucha de incerteza!
¡Y pude enfriar el fuego intenso
fundiendo en él la última riqueza,
que en este mundo tenía! . . . ¡Ay! cuándo pienso
que, en este amor, sentí más que avaricia,
como Job, en la penuria transfigurado,
sospecho que el Señor me ha castigado.

Acuérdate. Estaba el sol en occidente;
Te besaban sus rayos moribundos;
éramos dos en una sola alma ardiente,
volando de este mundo a nuevos mundos.
El labio estaba mudo; pero vehemente
oraba el corazón; ambos jocundos,
anhelantes de amor, en ese transporte
tal vez a Dios pidiésemos la muerte.

Pedimos, sí: tal fue nuestra ventura,
que, ya allí, nos atormentaba el miedo
del breve instante que la bonanza dura
en este de llantos mísero destierro.
Un nefasto presagio nos augura
A nuestra dulce creencia la muerte pronto:
En los extremos del dolor o de la alegría
Se pide la lápida como yo la pedía.

¿Por qué te amé yo tanto, si era crimen
que mi amor, egoísta y delirante,
pisase la impía ley que te reprime
pulsar en el pecho el corazón amante?
Si la mano del hombre en esa frente imprime
de sierva humilde el estigma denigrante,
¿¡por qué fui yo, en loco amor encendido,
A hacerte de los grilletes sentir el peso!?

Querida, tu vivir era un letargo,
ninguna aspiración te atormentaba;
acostumbrada al yugo, al duro cargo
tu pecho ni siquiera desahogaba.
¡Fui yo quien te señalé un mundo amplio
de nuevas sensaciones; tu pecho ansiaba
oyéndome contar entre caricias,
del libre y ardiente amor tantas delicias!

No te mentía, no. Lo sentiste, hija,
ese amor infinito e inmaculado,
estrella maga que incesante brilla
del alma pura al casto amor sagrado;
afecto noble que jamás comparte
el corazón de vicios ulcerado.
¿No sientes, ni recuerdas, ya siquiera?
¿Quién de este amor te despeñó, mujer?

¡Yo no! si muchos crímenes me deslucen,
si puede desviarme su encanto,
lo menos una sola no me recusen,
una sola virtud: ¡amarte tanto!
Aunque injurias contra mí se crucen,
escupiendo insultos en este amor tan santo,
di tú quién fui, quién soy, y si es verdad
el oprobrio envilecido de la sociedad.

Yo te dije: «Este amor no te condena
ante Dios, ante la consciencia;
puedes el mundo encarar serena
cual virgen soberana de inocencia;
el remordimiento cruel no te envenena
el sentimiento de esta eterna ausencia;
si, por ventura, por ti fuera mirado,
no volverás el rostro avergonzado.»

¿No es verdad, pues, hermana querida,
que no hubo mujer más adorada?
Escucha al corazón: ¿viste en la vida,
consagrarse afecto más recatado?
¿Reconoces que jamás fuiste traicionada,
ni puedes ser con otra comparada?
¿Sabes qué es amor profundo o eterno
que fue mi cielo, y hoy es mi infierno?

***
Camilo Castelo Branco (Mártires, 1825-Vila Nova de Famalicão, 1890)
Versiones de Raquel Madrigal Martínez

/

É cedo!

*

Não posso crer extincta a grande vida,
que já meu coração viveu. . . ai! não!
É cedo, é cedo! ainda ás vezes sinto,
nas mornas cinzas d'um volcão extincto,
queimar scintilla ardente de paixão.

Relâmpago fugaz me fulge n'alma;
no sangue sinto electrico vigor;
mais linda vejo a terra, e o céo mais lindo,
desvairo-me em visões d'um mundo infindo;
ressinto o palpitar do antigo amor.

Chimera louca de infeliz que espera,
perdido nauta, a salvação por fim!
Desceu perpetua noite em minha vida;
o meu dia lá vai; a alva querida
já mais tem de raiar, já mais, p'ra mim!

E triste! . . . Mal sabeis que sangue é esse,
que vem no pranto de quem diz: «sou só!»
Terrivel deve ser o desconforto
d'aquelle que apalpou no peito morto,
em vez do coração, urna de pó! . . .

Não mais se vibram n'alma os grandes hymno»
tangidos pela mão do ignoto Deus;
não mais se exalça o canto do estro ousado;
que o génio cae, e roja-se aviltado,
nem ousa mais fitar olhos nos céus.

A gloria? não mais luz aos sonhos d'elle.
Vaidade? nem do génio a tem, se quer.
A gloria! oh! quanto é bella, quando é filha
do coração, e reflectida brilha
na fronte pura e virgem da mulher!

Sem amor, sem paixão, que valle o génio?
E dom maldito que exaspera a dor;
é lente que engrandece aquelle abysmo
onde mora o terror, d'onde o cynismo
repelle o anjo bom do sancto amor.

Se eu amasse . . . talvez sentisse anhelos
que me erguessem do lodo d'este chão
aos extasis de crente onde já pude
levar os sons do mystico alaúde,
que immudeceu, exhausto o coração.

Talvez amasse a vida, e amasse os homens,
' e cresse na virtude, e ardesse em fé,
e desse a mão aos desvalidos d'ella,
áquelles que, nas vascas da procella,
não podem crer que Deus refugio é.

Não tenho, pois, mais nada sobre a terra?
de ti não pode vir, ó puro amor,
a voz da redempção? Pois bem: a morte
é premio, é galardão . . . Homem, sê forte;
arrasta á sepultura a tua dôr!

Mas arrastal-a cumpre sem que os lábios
revelem de qual dor escravo és...
A máxima coragem nas turturas
é calal-as. Soffrer, fingir venturas,
é ser maior que a dor, calcal-a aos pés.

~

Saudade

*

Saudade que me does, não fujas, crava
o teu pungente espinho sem piedade;
grava em meu coração, ó deusa, grava
os bellos quadros da florida idade.
Eu amo o padecer. D'esta alma trava;
assombra-a de tristezas, ó saudade!
Calla-me os hymnos do fallaz futuro;
traz-me o passado, e aquelle amor tão puro!

Aquelle amor. . . Não podem já dizel-o
lábios affeitos a mentir amores;
recorda o coração o quadro bello,
mas não podem pintal-o falsas côres.
A phrase é falsa, é fria, é vão desvelo
querer de árido peito haurir verdores.
Não sinto, não, por mais que o seio abra,
ungir-me a fé a juvenil palavra.

Comigo estás, mulher, sempre comigo;
em sonhos, és, qual foste, um anjo, um nume;
brilha o sorriso no teu rosto amigo,
ferem teus olhos da paixão o lume.
Não acha em nosso peito infausto abrigo
o Lúcifer maldito do ciúme.
Em sonhos, és, qual foste, o dom extremo,
que dispensa, na terra, o Ser-Supremo.

E pude-te perder, thesouro immenso,
após tamanha lucta de incerteza!
E pude arrefecer o fogo intenso
fundindo n'elle a ultima riqueza,
que n'este mundo tinha! . . . Ai! quando penso
que, n'este amor, senti mais que avareza,
como Job, na penúria demudado,
suspeito que o Senhor me ha castigado.

Recorda-te. Era o sol no occidente;
beijavam-te os seus raios moribundos;
éramos dois n'uma só alma ardente,
voando d'este mundo a novos mundos.
O lábio estava mudo; mas vehemente
orava o coração; ambos jucundos,
anhelantes d'amor, n'esse transporte
talvez a Deus pedíssemos a morte.

Pedimos, sim: tal foi nossa ventura,
que, logo alli, nos exerucia o medo
do breve instante que a bonança dura
n'este de prantos misero degredo.
Um nefasto presagio nos augura
á nossa doce crença a morte cedo:
nos extremos da dor ou da alegria
pede-se a campa como a eu pedia.

Porque te amei eu tanto, se era crime
que o meu amor, egoista e delirante,
calcasse a impia lei quo te reprime
pulsar no peito o coração amante?
Se a mão do homem n'essa fronte imprime
de serva humilde o stigma aviltante,
porque fui eu, em louco amor accêso,
fazer-te dos grilhões sentir o peso!?

Querida, o teu viver era um lethargo,
nenhuma aspiração te atormentara;
affeita já do jugo ao duro cargo
teo peito nem sequer desafogava.
Fui eu que te apontei um mundo largo
de novas sensações; teu peito anciava
ouvindo-me contar entre caricias,
do livre e ardente amor tantas delicias!

Não te mentia, não. Sentiste-o, filha,
esse amor infinito e immaculado,
estrella maga que incessante brilha
da alma pura ao casto amor sagrado;
affecto nobre que já mais partilha
o coração de vicios ulcerado.
Não sentes, nem recordas, já sequer?
Quem d'este amor te despenhou, mulher?

Eu não! se muitos crimes me desluzem,
se pôde trasviar-me o seu encanto,
ao menos uma só não me recusem,
uma só virtude: amar-te tanto!
Embora injurias contra mim se cruzem,
cuspindo insultos n'este amor tão santo,
diz tu quem fui, quem sou, e se é verdade
o opprobrio aviltador da sociedade.

Eu disse-te: «Este amor não te condemna
perante Deus, perante a consciência;
podes o mundo incarar serena
qual virgem soberana de innocencia;
o remorso cruel não te invenena
o sentimento d'esta eterna auzencia;
se, por ventura, de ti for olhado,
não volverás o rosto envergonhado.»

Não é verdade, pois, irmã querida,
que não houve mulher mais adorada?
Escuta o coração: viste na vida,
consagrar-se affeição mais recatada?
Conheces que já mais foste trahida,
nem podes ser com outra confrontada?
Sabes o que é amor profundo o eterno
que foi meu ceu, e me é hoje inferno?

viernes, 29 de octubre de 2021

maggie o’sullivan / poema











para defender este
poema de su propio ataque, voy
a decir que tanto el margen izquierdo
nivelado y el derecho irregular constantemente
aparecen como eventos significativos, a menudo
interrumpen lo que estoy pensando
lo que estaba a punto
de escribir y me hacen escribir algo
diferente. A pesar de que 
vuelvo y reescribo, el problema persiste
y reaparece cada seis palabras. Así que esto 

y cada poema, es un trabajo
marginal en un sentido bien literal.
Los poemas en prosa son otro asunto: pero
desde que ellos se identifican a sí mismos como poemas
por el estilo y el contexto de publicación, ellos
se convierten en un subconjunto marginal de la poesía
en otras palabras, doblemente marginal...

***
Maggie O'Sullivan (Lincoln, 1951)
Versión de Nicolás López-Pérez

/

Poem

*

to defend this
poem from its own attack, I'll
say that both the flush left
and irregular right margins constantly loom
as significant events, often interrupting what
I thought I was about to
write and making me write something
else entirely. Even though I'm going
back and rewriting, the problem still
reappears every six words. So this,

and every poem, is a marginal
work in a quite literal sense.
Prose poems are another matter: but
since they identify themselves as poems
through style and publication context, they
become a marginal subset of poetry,
in other words, doubly marginal...

jueves, 28 de octubre de 2021

mary oliver / dos poemas













Una o dos cosas 

*
 
1.

No me molesten.
Acabo
de nacer.
 
2. 

El vuelo rítmico de la mariposa 
la lleva por el país de las hojas
con delicadeza, y le permite ir 
donde quiere ir, donde quiera que eso sea, se detiene
aquí y allá para embriagarse con las húmedas copas
de las flores y con el barro negro; hacia arriba
y hacia abajo se columpia, con frenesí y sin rumbo, y a veces
durante largos, deliciosos momentos se está perfectamente 
perezosa, y cabalga inmóvil en la brisa sobre el tallo suave
de alguna flor común.

3.

El dios de la tierra
vino a mí muchas veces y dijo
tantas cosas sabias y deleitables, yo estaba tirada 
en el pasto escuchando
su voz de perro
voz de cuervo
voz de rana: ahora
dijo, y también ahora,
y ni una sola vez mencionó siempre,

4.
pese a haber eternamente existido
como una herradura punzante
en el centro de mi mente.
 
5.

Una o dos cosas son todo lo que necesitas
para recorrer la laguna azul, la honda
hojarasca de los árboles y las rígidas
flores del relámpago —un profundo
recuerdo del placer, un filoso 
conocimiento del dolor—.
 
6.

¡Pero para soltar la herradura!
Para eso necesitas
una idea.

7.

Durante años y años luché
solo para amar mi vida. Y después
la mariposa
se elevó, ingrávida, en el viento.
“No ames tu vida
demasiado”, dijo,
y se esfumó
entre el mundo.

~

Justo cuando el calendario empezó a decir verano

*

Salí rápido de la escuela
y crucé los jardines hacia los bosques
y pasé todo el verano olvidando lo que me habían enseñado—
 
Dos por dos, a ser diligente, etc.,
cómo ser modesto y útil, y cómo triunfar, etc.,
las máquinas y el petróleo y el plástico y el dinero, etc.
 
Cuando llegó el otoño ya había empezado a curarme, pero me volvieron a convocar
a los polvorientos salones de tiza y a los escritorios, a sentarme y recordar
 
cómo el río siguió rodando sus piedritas
cómo cantaron los reyezuelos pese a no tener un centavo en el banco,
cómo las flores solo vestían luz.
 
***
Mary Oliver (Maple Heights, 1935-Hobe Sound, 2019)
Versiones de María Tabares y Tania Ganitsky

/

One Or Two Things 

*
 
1.

Don't bother me
I've just
been born.
 
2.

The butterfly's loping flight
carries it through the country of the leaves
delicately, and well enough to get it
where it wants to go, wherever that is, stopping
here and there to fuzzle the damp throats
of flowers and the black mud; up
and down it swings, frenzied and aimless; and sometimes
for long delicious moments it is perfectly
lazy, riding motionless in the breeze of the soft stalk
of some ordinary flower

3.

The god of dirt
came up to me many times and said
so many wise and delectable things; I lay
on the grass listening
to his dog voice,
crow voice,
frog voice; now
he said, and now,
and never once mentioned forever,
 
4.
 
which has nevertheless always been,
like a sharp iron hoof,
at the center of my mind.
 
5.

One or two things are all you need
to travel over the blue pond, over the deep
roughage of the trees and through the stiff
flowers of lightning — some deep
memory of pleasure, some cutting
knowledge of pain.
 
6.

But to lift the hoof!
For that you need
an idea.
 
7.
 
For years and years I struggled
just to love my life. And then
the butterfly
rose, weightless, in the wind.
"Don't love your life
too much," it said,
and vanished
into the world.

~

Just When the Calendar Began to Say Summer


I went out of the schoolhouse fast
and through the garden to the woods,
and spent all summer forgetting what I’d been taught—
 
two times two, and diligence and so forth,
how to be modest, and useful and how to succeed and so forth,
machines and oil and plastic and money and so forth.
 
By fall I had healed somewhat, but was summoned back
to the chalky rooms and the desks to sit and remember 
 
the way the river kept rolling it’s pebbles,
the way the wild wren sang though they hadn’t a penny in the bank,
the way the flowers were dressed in nothing but light.

miércoles, 27 de octubre de 2021

sousândrade / de "guesa"













Canto XI

Ya irradiada la esfera, las estrellas
El mar con luz radial garabatean
Que una brisa gentil de primavera,
Cual blanca duna los albeantes panos,
Cándida sopla, de hora adamantina
Velando, nauta de cubierta, el Guesa
La soledad amaba, margarita
Que se abre y reza a rubias alboradas.
Ora, en el mar Pacífico renacen
Los sentimientos tal después de un sueño
Los ojos infantiles se complacen
Dilatados en los cielos risueños.
 
* * *
 
Vasta amplitud -inmensidad- engañan,
Cóncavos cielos, redondez profunda
Del mar en luz —¡cuán amplios se confunden
En la paz de las aguas y natural
¡Ola ninguna ni florón de espuma,
O vela o iris de grandiosa calma,
Donde navego (reino-amor de Numa)
Cual navegaba yo dentro de mi alma!
iVedme en los horizontes luminosos!
Veo, tal como vi, los mudos Andes,
Terribles infinitos tempestuosos,
Nubes flotando —magnos espectáculos—
!Ea, divinal fantasía! incendio
Del pensamiento eterno —¡helo magnífico
AI Ande que alto ondea al Chimborazo,
A rayos de Inti, y voz del mar Pacífico!
 
* * *
 
Montes serpean, tronar de seguidos
Montes abarrancando escombro andino
Desde el azul mar al cielo azul —vértebras
Sobrepuestas del mundo y mundo dorso—
¡Cordillera eternal! ¡Eternos, grandes
Altares! ¡blanca niebla transparente!
Hay en andino piélago asombroso
Extraño iris, y un cual poder, sin tregua
Creciendo en el espacio, —azuladas
Diáfanas soledades de halo andino,
Donde morará su alma, ¡sacras formas
del éter!
y la algente y siempre y fina
Cortina a duros montes suspendida;
Y lo vago, lo humeante, lo profundo
De los que les son propios horizontes;
Siempre mirando al Guesa inmensos días.
 
* * *
 
Así fue navegando el mar Pacífico:
Aprendiendo el silencio de los montes;
La calma de las aguas, y que en místico
Velo, se oculta a medias gloria andina!
Modestia de las rocas: solo imítanla
Los de divinidad y virtud fuertes,
Que si resplendores a su frente agitan,
Virginidad, dolor guardan en pecho.
 
* * *
 
EI hombre fuerte: adoró silencioso,
Ojos cerrados cual se está en el templo,
Interno, eterno, fuerte y tan piadoso
Es de sí mismo, y a sí mismo es ejemplo;
Se sintió, Inti existiendo, estando en Dios.
Sintió ser en Dios-Alma necesaria
Su existencia, nube que, contingente,
A los límpidos cielos fue exaltada,
Al Corazón que ahora él contemplaba
Con la ciencia que ve más claramente.
Sondea más su abismo, más luz halla.
Era en la infancia un hombre-dios vidente.
 
* * *
 
No creyó en la esperanza, diosa humana;
Mas sí en la fe y gratitud que no olvida,
Porque es la añoranza y son las memorias,
Y el divino amor, no el interesado.
De esperanza es, en tanto, un sentimiento
De justicia futura. que lo encanta;
Empero antes de la visión del juicio,
Tuvo fe, y resignación, la santa.
Pensando, tierra sentía e1 cerebro
Donde la idea, cual árbol, se clava:
¡Recién nacido, del terreno verbo
Sintióse en Dios e irguió la frente de Inca!
 
* * *
 
Nevosa-lucia espuma, el lago oriente,
Sobre el Titicaca el alba brillaba.
Partió para el Oeste. EI Sol poniente,
Cuando de la corona desprendía
Grandes, como gloriosos pensamientos,
Lampos en los cerúleos cielos yermos,
Manco allí dando fin a las jornadas,
De la ciudad echó los fundamentos.
Todos, todos los sueños se cumplieron—
¡Se cumplen todos, todos! —del pasado,
El porvenir se ve; astros sonrientes
En nosotros, los vemos, encantados!
 
* * *
 
Del Guesa es la existencia del futuro;
Vivir en tierras par venir complace
Al Guesa consumir pan venidero,
Creencias de Allende, en amor de Natura:
Fecundas tierras donde le llovía
Eternal, irradiante pensamiento
Cristalino al que el Sol ideal el día
Naciente incásica abrió, suave, hermoso!
 
* * *
 
Viendo estaba la vesperal centella
Aurea y tan joven llegar a su ocaso:
¿Es del Chanca arrancarse trenza hermosa
O de la luz del ojo extinguidora?
 
* * *
 
"Y en los cielos lució, con la nostalgia
Y enamorado adiós, ¡oh! cuán hermoso
Del lirio del campo en la tarde abierto,
Igual que la noche, al misterioso hogar
"Blanda, amorosa, y ojos con instantes
De muerte debatiéndose por vida—
¡Oh Cusi Coyllur! brillos estelares,
Alegría que tornas tan querida
"La tierra por ti solo! es tanta y fuerte,
Tierno el dulzor con que en ella inclinas
EI rostro de antenoches matutinas—
Del Inca princesa, ñusta, ¿Y el consorte?
De Ollantay en las rocas, invisible,
En su fortaleza, alto él y fragoso,
Rebelde contra el rey, terrible se alza
O gime el dulce amor. Fue del guerrero,
Cuando Intisuyo, comarca de oriente
Alba luz de cegar, las alboradas
Que al Sol anuncian y candentes voces
De tunqui'* se oyen, de sangre consagradas.
Astral la mascapaicha, el manto fúlgido,
Regia insignia y resplandor de la frente,
Túpac Yupanqui desciende glorioso
De áureas andas. Saluda al Sol naciente;
Prosternado ya el grande pueblo ameno,
Recibida la bendición paterna
Coge el arado de oro, en campo nuevo
(Ved fiestas en la moral del prólogo)
Va el Inca labrando. Prorrumpen himnos
Los salmos de huacaylli y el que recuerda
Belicosas acciones y divinos
Virgíneos coros al rubor del alba.
¡Se encendieron, tronos de oro, los Andes!
Ya entre rayos de rubíes en llama,
Inti-Dios asentóse, eternas manos
Del cielo bendición de amor derrama!
El, el amado, el señor de la tierra.
De primores la viste, irradia en ella,
Torna en topacio el páramo celeste
Y por el firmamento va cruzando.
 
*Tunqui, hermoso pájaro selvático.
 
 
* * *

Así de Manco Cápac, al levante
         Estando el día, amaneció hermoso:
         ¡Como espontánea humanidad amante
         Floreció, ley moral, glorias terrestres!
EI Imperio del Inca es de dulzura
         Que se hace amar y más querer divina
         La realeza en aquéllos, por ventura,
         Que la hacen real, a un dios solo condigna.
Ves en la cuna de invernal natura,
         Entre el Ande y el Pacífico piélago,
         Erguirse humana planta, en la pureza,
         De tierra al sol; del Sol al Todo-Arcano:
De tierra al Sol, los Andes apuntaban;
         El amor a la ley, Pléyade inspira;
         ¡Y el desierto asombroso de Atacama,
         Al Dios-Desconocido —Pachacámac!
 
                            * * *
Ayunaba Atahualpa, silencioso,
         Rodeado estaba por su vasta corte,
         ¡Marmóreo, calmo, andino, portentoso!
         ¡Sin ver los caballeros que acudían,
         Jinetes que a los tímidos asustan!
         En copas de oro sirven regia chicha
         Bellas de negros ojos, talismanes
         Del Inca al verlas, profanos se alteran.
Vasto horizonte, de noche chispean
         Indios fuegos, "como astros", y de día
         Las tiendas como mares albeaban.
         Y un solo audaz, basta uno, no temblaba.
 
                            * * *
 
Del ibérico jefe y el inca andino
         Amistosos saludos, ricas dádivas
         Fueron cambiados. Viene el soberano      
         De los Andes bajando, al Occidente—
¡Gloria de abisal descenso! De viaje, Inti
         En la misma ruta va con su hijo,
         En postrer día, pueblo y dios, tal brillo
         En la tierra, nadie antes, vio ostentado!
Rayo suyo, al ocaso su glorioso
         Imperio el Sol portaba entre esplendores:
         "Cadáver de oro", que el eterno enigma
         Dejó de estos crepúsculos-albores.
 
                            * * *
 
De iris de Quito lucen pabellones;
         Entre el ejército y el sol en la bóveda,
         Grave avanza Atahualpa, cual saetas
         En hispano campamento, ojos fijos.
No teme nada él entre sus guerreros
         Veteranos tras él y rodeándolo;
         Siendo nuncios foráneos de los cielos­—
         Pues en el bienvenido huésped creen!
Doble muestra de paz y de grandeza,
         Honrar quiere el encuentro y una alianza
         Suscribe con el blanco, a quien defienden
         Rayos, truenos, corceles, lanza, espada.
El hailli triunfal canta la vanguardia,
         Que el pueblo quiere y que resuena "infierno"
 
         Al pérfido que acecha su llegada
         Y el proyecto infernal resuelve interno.
Va el Inca a pernoctar en Cajamarca,
         Entre amigos, en Casa-de-la-Sierpe
         (¡Fascinación eterna!) -¡ay del monarca!
         —Llegó. A la plaza entró. ¡Oh! el imprudente
¡Bien se vio que confiaba en tanto rayo
         Que de sus esmeraldas relucían!
         En su poniente el Sol (¡triste soslayo!)
         En anda que los más nobles portaban!
Mira en torno: si están en su dominio—
       — "?Dónde están?"
                            Religioso aquí el vicario
         Viene andando. Atroz encara el Andino.
         Habla en Cristo y preséntale el breviario...
¡De destinos del astro nube búrlase!
         Inti lo abandonó, en el ocaso.
         De Natura el gemir hondo, cuitado
         Todo el Tahuantinsuyo penetró.
 
                            * * *
 
Sobre los tronos de oro andino calmas
         De Incas veo sombras, visas broncíneos:
         Manco Cápac, genio-dios, con las palmas
         Del Sol benefactoras, que son cetro.
Sinchi Roca, después, el que celoso
         Firma leyes, y en provincias cuartela
         Tahuantinsuyo. Y Yoque Yupanqui,
         Zurdo glorioso, es la tercera estrella.
Prosigue Mayta Cápac el benigno
         Vencedor, que perdona, que socorre,
         El Apurímac vence y es divino
         Y practicando caridades muere.
El hijo, honra del padre, continúa:
         Cápac Yupanqui. Y a éste Inca Roca
         Honra y da lustre larga vida suya
         con reformas. Del reino tan celeste
No digno es Yahuar Huácac indolente.
         Pero cuán digno el hijo, ese rudo
         Huiracocha, pastor, héroe, vidente,
         Quien foránea conquista predijera.
Tito Manco Pachacútec a esa hora,
         Semidiós, con la más vasta carona,
         Quien revierte el mundo. Yupanqui lo honra,
         A los suyos llevando aún a más gloria.
Lo honra, continuador, Túpac Yupanqui.
         Cual Primero es último, Huaina eterno.
         Y Huáscar y Atahualpa, el joven Manco,
Quienes no honraron corazón paterno—
¿Por qué? Tal lo predijo Huiracocha;
         Y Huayna Cápac lo sentía viendo
         De lo Desconocido ya gran tea
         Mas creyendo otro el modo de encenderla.

                            * * *

¡Oh, en balde los filósofos ponderan
         De ese bello país su altiva infancia.
         Si apóstoles buenos, que a Dios imitan,
         Viniesen —y así el amor evangélico!
Moisés hubo venido, que fue Manco,
         ¡Mas no ví no Jesús!; vino Castilla
         En su nombre: Y así es como ahora
         Quien es Vida, fue muerte. Luminaria.
Del Sol, -amor y luz de la natura,-
         La inocencia comiendo en platos de oro­—
         ¡Cuánta miseria! el corazón de un Guesa
         Encarnación de todos los tesoros,
De alegría, pureza, adolescencia,—
         ¡Era ofrenda del cielo! ¡virtud tierna!
         Del sacrificio, del candor, y ciencia
         De religión que enseña mansedumbre!
         —Sacro fuego de templos apagaron;
         Del Sol prostituyeron sacras vírgenes;
         A santos sacerdotes dispersaron
         Por los montes —comieron canes de ellos.

***
Sousândrade (Guimarães, 1833-São Luís, 1902)
Versión de Javier Sologuren

/

Canto XI

Quando as estrelas, cintilada a esfera,
Da luz radial rabiscam todo o oceano
Que uma brisa gentil de primavera,
Qual alva duna os alvejantes panos,
Cândida assopra, — da hora adamantina
Velando, nauta do convés, o Guesa
Amava a solidão, doce bonina
Que abre e às douradas alvoradas reza.
Ora, no mar Pacífico ,renascem
Os sentimentos, qual depois de um sonho
Os olhos de um menino se comprazem
Grande-abertos aos céus de luz risonhos.
 
* * *
 
Vasta amplidão -imensidade- iludem,
Côncavos céus, profunda redondeza
Do mar em luz - quão amplos se confundem
Na paz das águas e da natureza!
Nem uma vaga, nem florão d'espuma,
Ou vela ou íris à grandiosa calma,
Onde eu navego (reino-amor de Numa)
Qual navegava dentro da minha alma!
Eis-me nos horizontes luminosos!
Eu vejo, qual eu via, os mudos Andes,
Terríveis infinitos tempestuosos,
Nuvens flutuando —os espetac'los grandes—
Eia, imaginação divina! abraso
Do pensamento eterno —ei-lo magnífico
Aos Andes, que ondam alto ao Chimborazo,
Aos raios d'Inti, à voz do mar Pacífico!
 
* * *
 
E andam montanhas, trovoar de crebros
Montes, abarrancando o ândeo destroço,
Desde o azul mar ao céu azul —vértebros
Sobrepostos do mundo e mundo dorso-
Cordilheira eternal! eternos, grandes
Altares! —alva transparente névoa!
Há no assombroso pélago dos Andes
Iris estranho; e um qual-poder, sem trégua
Avultando no espaço —as aniladas
Diáfanas solidões do nimbo andino,
Onde sua alma habitará, sagradas
Formas do Éter!
E sempre a algente, fino
Cortinado suspenso aos duros montes;
E o vago, a fumarento, a profundeza
Dos que são-Ihes os próprios horizontes;
E imensos dias sempre olhando o Guesa.
 
* * *
 
Assim navegou ele o mar Pacífico:
Aprendendo o silêncio, da montanha;
Das águas, esta calma; e que em véu místico
Meio oculta-se a glória ândea, tamanha!
Modéstia dos rochedos: sós a imitam
Os fortes de virtude e divindade,
Que, resplendores se lhe à fronte agitam,
Guardam no peito a dor e a virgindade.
 
* * *
 
O homem forte: adorou silencioso,
Cerrados olhos qual quem ´stá no templo
Interno, eterno; e forte e tão piedoso
e si mesmo, e a si mesmo sendo exemplo:
Sentiu-se, Inti existindo, estando em Deus.
Sentiu ser em Deus-Alma necessária
Sua existência, nuvem que precária
Era animada à limpidez dos céus,
Ao Coração - que ele ora contemplava
Com a ciência, que vê mais claramente,
Mais sonda o abismo seu, mais luz achava.
Era na infância um homem-deus vidente.
 
* * *
 
Na deusa dos mortais não creu, na esp'rança;
Creu fé, na gratidão que não esquece,
Porque é a saudade, é a lembrança
E o divo amor, que o outro é d'interesse.
Entanto, é da esperança um sentimento
De justiça futura, que o encanta;
Mas, antes que a visão do julgamento,
Creu fé, e houve resignação, a santa.
Meditando, sentia terra o cérebro
Onde a idéia, qual arvor', se lhe enfinca::
E recém-nado, do terreno verbo
Sentiu-se em Deus e ergueu a fronte d'lnca!
 
* * *
 
Nevosa-nédia espuma, o lago-oriente,
Brilhava em Titicaca o albor do dia.
Ele partiu pr'a o oeste. O Sol ponente,
Bem quando da coroa desprendia
Grandes, qual gloriosos pensamentos,
Relâmpagos nos céus cerúleos ermos,
Ali Manco, à jornada pondo termos,
Lançou da capital os fundamentos.
E os sonhos todos, todos se cumpriram —
Cumprem-se todos, todos! — do passado,
Vê-se o porvir; os astros que sorriam
Em nós, depois os vemos, encantados!
 
* * *
 
E é do Guesa a existência do futuro;
Viver nas terras do porvir, ao Guesa
Compraz, se alimentar de pão venturo,
Crenças do Além, no amor da Natureza:
Fecundas terras, onde lhe chovia
Eterno pensamento, irradioso,
Cristalino, a que ao Sol ideal o dia
Ortivo incásio abriu, doce e formoso!
 
* * *

´Stava ele olhando a vesperal centelha
Áurea e tão jovem se apagar no ocaso:
E de Chasca o arrancar-se a trança bela
Ou d'olhos destruidora a luz, acaso?
 
"E cintilou nos céus, com a saudade
E o namorado adeus, oh! quão formoso
Da açucena do campo aberta à tarde,
Da noite ao modo, ao lar misterioso
"Branda, amorosa, os olhos co'os instantes
De morte que debate-se por vida –
Ó Kusi-Kkóillur! brilhos estelantes,
Alegria, que fazes tão querida
"A terra, por ti só! tanta é, tão forte
Meiga a doçura com que a ela inclinas
A face de antenoites matutinas—
Princesa e nhusta do Inca, onde o consorte?
De Olhantai nos rochedos, invisível
Na fortaleza sua, alto, fragueiro,
Revolto, ou contra o rei s'ergue terrível
Ou geme o doce amor. Teve-a o guerreiro
Quando lnti-Súiu, na comarca oriente
Alva a luz de cegar, as alvoradas
Anunciando o Sol; vozes candentes
De túnqui a ouvir, do sangue consagradas.
—Fúlgur o manto, astral a mascapaicha,
Insígnia régia e resplendor da fronte,
Glorioso Tupac-Iupânqui baixa
Do áureo andor. Já saúda ao Sol desponte;
Já prosternado o ameno e grande povo,
Tomada a bênção paternal, eis logo
Toma do arado de ouro e em campo novo
(Lede-lhe as festas na moral do prólogo)
Vai o Inca lavrando. Rompem de hinos,
Os salmos d'huacáilhi e o que memora
Belicosas ações, e os tão divinos
Coros das virgens ao rubor da aurora.
—Aclararam-se, tronos de ouro, os Andes!
Já dentre raios de rubis em chama,
lnti-Deus assentou-se, e a eternas,
grandes Mãos, as bênçãos de amor dos céus
derrama!
Ele, o amado e senhor da terra, a veste
De primores e a cobre irradiando,
Muda em topázio o páramo celeste
E vai no firmamento atravessando.
 
* * *
 
Assim de Manco-Cápac, ao levante
'Stando o dia, formoso amanhecera:
Como espontânea a humanidade amante
Floriu, da lei moral, glórias na terra!
E é doce o império do Inca, da doçura
Que faz amar-se e mais querer divina
A realeza naqueles, porventura,
Que a fazem real, a um deus, tão só,
condigna.
No berço vês da in-hiema natureza,
Dentre Andes e o Pacífico oceano,
Erguer-se a humana planta, na pureza,
Da terra, ao Sol; do Sol, ao Todo-Arcano:
Da terra ao Sol, os Andes apontavam;
Do amor as leis, as Plêiades ditavam;
E o deserto assombroso de Atacama,
Ao Deus-Desconhecido — Pachacâmac!
 
* * *
 
Jejuava Ataualpa, silencioso,
De sua vasta corte rodeado,
         Marmóreo, calmo, andino, grandioso!
         Nem olha os cavaleiros que hão chegado,
Que, gineteando, a tímidos pavoram!
—Em taças de ouro servem régia chicha
         Belas de negros olhos, buenadichas
         Do Inca.— Profanos, só de as ver, descoram.
Vasto o horizonte, a noite cintilavam
         Índios fogos, 'como astros'; e de dia
         As tendas, como mares, alvejavam;
         E um só audaz, que um basta, não tremia.
 
                  * * *

Do ibério chefe e o imperador andeano
         Amigas saudações, ricos presentes
         Foram trocados. Já o soberano
         Vem dos Andes descendo, aos ocidentes
Glório descer do abismo! Inti e seu filho,
         Viu-se na mesma estrada jornadeando,
         No último dia: e povo e deus, tal brilho
         Na terra, antes ninguém vira ostentando!
Raio seu, para o ocaso o seu império
         Glorioso o Sol levava entre esplendores:
         'Cadáver de ouro', que o etereal mistério
         Deixou destes crespúsculos-albores.
 
                  * * *  
 
Luzem os pavilhões d'íris de Quito:
         Dentre o exército e o Sol no firmamento,
         Vem solene Ataualpa, os olhos fitos,
         Qual setas, no espanhol acampamento.
Nada ele teme dentre seus guerreiros
         Veteranos, que o seguem, que o rodeiam;
         E dos céus sendo enviados estrangeiros
         Que no hóspede benvindo todos creiam!
Dupla amostra, de paz e de grandeza,
         Quer ele honrar o encontro que aliança
         Firma co'o branco, que há para defesa
         Raios, trovões, corcéis, espada e lança.
O hailhi triunfal canta a vanguarda,
         Querido ao povo, e que ressoa 'inferno'
         Ao pérfido que espreita-lhe a chegada
         E projeto infernal resolve interno.
O Inca vem pernoital' em (axamarca
         Entre amigos, na Casa-da-serpente
         (Fascinação eterna!) — ai do monarca!
         —Chegou. A praça entrou.- Oh! o imprudente
Bem via-se confiar em tanto raio
         Que as esmeraldas suas rutilavam!
         O sol, ao pôr-do-sol, (triste soslaio!)
         No áureo andor, que os mais nobres
         carregavam!
—Olha ao redor: se estão em seu domínio—
          'Onde estão'?
                            Religioso eis o vigário
         Vem caminhando. Atroz, encara o Andino.
         Fala em Cristo e apresenta o breviário ...
Nuvem que zomba dos destinos do astro!
         lnti, deixando o ocaso, o abandonou.
         De Natura o gemer fundo e desastro,
         Todo Tauantinsúiu penetrou.
 
                        * * *
 
Dos Andes sobre o trono de ouro calmas
         Vejo as sombras dos Incas, êneo o aspecto:
         Manco-Cápac o gênio-deus, co'as palmas
         Benfeitoras do Sol, que são-lhe o cetro.
Sinchi-Roca, depois, o que zeloso
         Firma as leis e em províncias esquartela
         Tauantinsúiu. O canho glorioso
         Lhoque-Iupânqui, é a terceira estrela.
Depois, é Maita-Cápac o benigno
         Vencedor, que perdoa, que socorre,
         O Apurímac vence e é já divino
         Que, praticando a caridade, morre.
O filho, honra do pai, o continua
         Capac-Iupânqui. E Inca-Roca a este
         Honra e abrilhanta a longa vida sua
         Co'as reformas. Do reino tão celeste,
Não digno é Iauar-Huácac indolente.
         Porém, quão digno o filho, esse fragueiro
         Huiracocha, pastor, herói, vidente,
         Que a conquista prediz pelo estrangeiro.
Titu-Manco-Pachacutec a essa hora
         Há a mais vasta coroa e é qual um deus
         Reversor do universo. Iupânqui o honra,
         Ainda a mais glória conduzindo os seus.
Honra-o, continuador, Tupac-Iupânqui.
         Qual o Primeiro é o último, Huaina eterno.
         —E Huáscar e Ataualpa e o jovem Manco,
         Que não honraram o coração paterno—
Por quê? Como predisse-o Huiracocha;
         E Huaina-Cápac o sentia, vendo
         Já do Desconhecido a grande tocha,
         Mas, outro o modo de acendê-la crendo.
 
                            * * *
 
Oh, debalde os filósofos meditam
         Na infância altiva de um país tão belo,
         Se os apóstolos bons, que o Deus imitam,
         Viessem - o amor viesse do Evangelho!
Tinha vindo Moisés, que Manco o fora,
         Faltando vir Jesus; veio Castela
         Em nome dele: e desta vez agora,
         Quem é a Vida, foi a morte. A estrela
Do Sol, —o amor e a luz da natureza, —
         E a inocência comendo em pratos de ouro
         ­Quanta miséria! O coração de um Guesa
         Encarnação de todos os tesouros,
De alegria, pureza, adolescência, —
         Era a of'renda dos céus! meiga virtude
         Do sacrifício de candor, e ciência
 
         De religião que ensina mansuetude!
         —Sacro fogo dos templos, apagaram;
         Sacras virgens do Sol, prostituíram;
         Aos santos sacerdotes, dispersaram
         Nas serras - deles a seus cães nutriram.

martes, 26 de octubre de 2021

enriqueta belevan / dos poemas













Vine a buscar esto que camina.
He entrado a una habitación rosa
donde tú eres de ceniza y mueres.
Palpo la sombra que atenúa el dolor
los huesos bajo la piel de tus pies
entumecidos.
La esterilla de una silla rosa,
las flores de vidrio, los ojos
de los niños negros.
Me miras y tus ojos desmesuradamente
abiertos son los de ellos sin ninguna
sonrisa.

~

Algo se agita

*

Algo se agita y reconoce en mí 
como perfecta la dicha
revela más que mi corazón
al margen
de todo mi cuerpo
como un agudísimo dolor
en la garganta
como los ojos abriéndose a las tres de la
mañana
como un pequeñísimo grito de
nostalgia
clavada en Agosto.

***
Enriqueta Belevan (Lima, 1944)

lunes, 25 de octubre de 2021

josé donoso / un poema













Sorpresa encontrarte aquí
aunque yo te he traído.

Entramos por nuestro arco de piedra:
lo cerramos porque tu y yo lo decidimos.
Ahondo en la casa como si fuera
la cavidad bajo tu brazo.
Tenues hebras unen
nuestros sueños específicos.

¿Estamos completos?
Si, recuento:
hija, cuadros, perros, y la música
que determina nuestros límites.
Esto que nos guarece en la frazada.
El refugio paternal de tantos libros.
Nuestro sueño devora
la vigilia reversible que somos tú y yo,
diez dedos de una mano,
vaso único para el vino tinto.

El pueblo de piedras tensas: el campo
lo sostiene alto en su palma
de olivares benignos.
Igual, alto, tendidos,
oteamos desde el sueño
el mutuo acertijo de nuestros placeres distintos:
intermitencia de caldos y papeles,
errar por los ecos de la casa vieja,
momentos de soledad o abrazo,
el desgarro del miedo simple
al simple frío.
Saberte, en suma,
la madeja de mi vida.

***
José Donoso (Santiago de Chile, 1924-1996) Poemas de un novelista. Madrid: Bartleby Editores, 2009.

domingo, 24 de octubre de 2021

w. g. sebald / tres poemas













A través de Holanda en tinieblas 

*

En los invernaderos
acechan los pepinos
El funcionario de aduanas toma
  prestado
mi diario de la tarde
La mano mojada
no arroja sombra alguna
El emperador Guillermo sigue
fumando sus cigarros
De la tierra ganada
ni rastro

~

Holkham Gap 

*

Ámbito verde
para prismáticos
y ornitólogos
camuflados
Allá atrás la bahía
un arco más ancho
que el horizonte
más lejano
Aquí esperó
la Guardia Nacional
la aparición
del león marino
Como el monstruo no se dejó ver
se permitió al barrón
reconquistar
las líneas fortificadas
Pero el tío Toby
no acaba de fiarse
de la paz
Llena su almohada
de arena y desea
que llegue la marea

~

Trigonometría de las esferas 

*

En el año de luto
el abuelo guardó
el piano en el desván
y no lo bajó
nunca más
En cambio con un catalejo
de latón explora ahora
los caminos circulares del cielo
Su cuaderno de bitácora registra
un cometa vagabundo
y la frase categórica
la Luna es un producto artificial de la Tierra
Por él sé también
que allí donde la noche da la vuelta
sienta un santo
y ruge como un león
Y no olvides me dijo una vez
que del signo de Aries
el viento del norte trae la luz
a los manzanos

***
W. G. Sebald (Wertach, 1944-Norfolk, 2001)
Versiones de Xabiero Cayarga

/

Durch Holland im Finstern 

*

In den Treibhäusern 
lauern die Gurken 
Der Zöllner borgt sich 
mein Abendblatt 
Die nasse Hand 
wirft keinen Schatten 
Kaiser Willem raucht 
immer noch seine Zigarren 
Vom gewonnenen Land 
keine Spur 

~

Holkham Gap

*

Grüne Gegend 
für Feldstecher 
und tarnfarbene 
Ornithologen 
Dahinter die Bucht 
ein Bogen noch weiter 
als der äußerste 
Horizont 
Hier hat die Heimwehr 
auf das Auftauchen 
des Seelöwen 
gewartet 
Als das Ungetüm ausblieb 
durfte der Strandhafer 
die befestigten Streifen 
wieder erobern 
Doch Onkel Toby 
mag dem Frieden 
nicht trauen 
Füllt sein Kopfpolster 
mit Sand und wünscht sich 
die Flut möge kommen 

~

Trigonometrie der Sphären 

*

Im Trauerjahr 
setzte der Großvater 
das Klavier auf den Boden 
und er holte es 
nie mehr herab 
Mit einem messignen Fernrohr 
erforscht er dafür jetzt 
die Zirkelpfader des Himmels 
Sein Logbuch vermerkt 
einen geschweiften Kometen 
und den kategorischen Satz 
der Mond sei ein Kunstwerk der Erde 
Von ihm weiß ich auch 
daß dort wo die Nacht sich wendet 
ein Heiliger sitzt 
und brüllt wie ein Löwe 
Und vergiß nicht sagte er einmal 
aus dem Sternzeichen des Widders 
trägt der Nordwind das Licht 
in die Apfelbäume 

sábado, 23 de octubre de 2021

rosa cruchaga / sé que me voy










Sé que me voy. Me voy retrocediendo
como el salmón que vuelve cuna arriba.
No alcancé nunca al mar, estando viva.
No llegaré a las cumbres, falleciendo.

Sé que te vas, te vas y no queriendo:
como una esponja amarga y fugitiva.
Hasta el fondo del mar con tu saliva,
sobre la arena rosa oscureciendo.

Sé que te vas de mí. Que nada queda:
ni un rastro ni algún sauce que nos pueda
llorar de bruces arañando el río.

Yo nunca llegué al mar. Yo nunca: siendo
que aquel morir inmerso era lo mío.
Y que. me voy, te vas. Nos vamos yendo.

***
Rosa Cruchaga (Santiago de Chile, 1931-2016)

viernes, 22 de octubre de 2021

luis oyarzún / tres poemas


Hyde Park

*

Ah, tu respiración también esta ciudad invade.
No hay soledad, no hay paz sin tu temido aliento.
 que reclamas al fin, invisible, indiscreto?
Asedias mis oídos, mas no logras mudarme
Aunque una a una caigan tus hojas insistentes
O hagas gemir aceros y cabellos eléctricos,
Suspiros tremolantes de un firmamento ebrio,
No atiendo a tu temblor. ¡Por qué te mueves?
Oigo otra vez tus golpes sobre planchas de hielo
Como abiertos espejos que caen sobre el parque.
Eres tú quien trabaja, mas no te escucha nadie.
Vana es la majestad de tus pasos secretos.
También eres llevado como un pastor caído,
Contra tu amor llevado, inhábil peregrino.

~

Punta Arenas

*

Lo mejor no podía ser sino perderse
Por aquel camino cubierto de maderos podridos
Al lado de un mar cuya negrura resplandecía,
Bajo la lluvia que tan bien entendíamos.
Lo mejor era nuestra ignorancia absoluta
Y el extremo furor de una voluntad sin objeto.
Las gaviotas se habrían refugiado en los arrecifes.
Apretadas dormirían las nutrias
En los promontorios de humedad deslumbrante.
Aun para los peces era difícil nadar con esa lluvia,
Con ese viento que raspaba las negras calles.
Nos consoló saber que allí estaba aún la Andalucía,
Velero de cuatro palos declarado inservible.
No podía haber cosa mejor que perderse.
Callar profundamente. Renunciar al sol. 

~

Bajo las nubes, la corona del inca
pleamar sanguinarias docas.
Tertulia matinal de malvarrosas.
En un solo floripondio
despierta el sueño de todo el hospital.
Las altas palmeras se quiebran
con aletazos de palomas
que ponen contra el viento
para sola de gavilanes.
Un jardín de espuelas de galán
enardece sus flores a espaldas del sol.
Miro el interior de un floripondio:
aquí no hay ni invierno ni verano,
ni vida ni muerte ni calor ni frío
pura profundidad lunar,
universo espiral de antimateria.

Arica, 10 de julio, 1966. 

***
Luis Oyarzún (Santa Cruz, 1920-Valdivia, 1972) Necesidad del Arcoíris. Santiago de Chile: LOM Ediciones, 2002.

jueves, 21 de octubre de 2021

rosina valcárcel carnero / cuatro poemas










Peregrino

*

¿Cómo a mis huertos llegaste
donde antes nadie arribó?
En aquel bosque antiguo
donde la alondra hace infinita
el alma de la tarde,
Peregrino halló mis huertos.
El Caminante en el bosque
siente abrirse
la primera flor del día.
Una mujer canta
en medio de sus muertos.
Peregrino avanza hacia la luz.

~

¿Quién duerme ahora?

*

(A Gloria Mendoza Borda) 
 
Dormir. Quién duerme ahora, en este tiempo crucial. La jauría anda allí, afuera, se siente su presencia malévola, tras el triste cantar de los grillos. 
                        Oscar Amaya Armijo
 
Cierto, los años, la pobreza ni el polvo del desierto nos amedrentaron Mascamos el insomnio entre el sueño de nuestros ideales, el runrún de alguna pareja y el gruñir de las señales en el teclado Cómo negar la conspiración desde antaño Hoy coreamos algo similar con este ayuno Sí, en este lado de la capital, arrullados entre libros y leves olas marinas somos meros fragmentos de generaciones de conspiradores insomnes, apremiados de claveles, amor, revolución y libertad  Qué sentido tiene dormir Si en las calles la patria es un botín saqueado Si al margen de la orilla el país es un pálido trofeo Un simple animal decapitado ¿Puedes dormir? No deseo dormir, anhelo pensar, escribir y cuidar el aura de las mujeres, hombres y jóvenes que dedicaron sus existencias para que nosotros custodiáramos sus mitos Como nosotros, esta medianoche ciertamente, otros compañeros y hermanas contestatarios están velando otros amados, desaparecidos, torturados, presos, muertos, que también ayer fueron derrumbados Esta noche extensa, ya tiene siglos de haber principiado y nos punzan los ojos y perciben fatiga estos pálidos cuerpos nuestros Sin embargo ajados y enfermos no nos damos por vencidos Quién sueña hoy, quién podrá dormir con nosotros ¿Los traidores? Si dormitan, es pueril su sueño Nuestro insomnio, es real, es a dedicación exclusiva, pero no vano Solo velamos la patria alegre y solidaria que deseamos como herencia para los infantes anónimos de aldeas y pueblos remotos, para los niños que pasan y sonríen, para los que transitan y están mudos, para nuestros hijos y nietos. ¿Nuestro insomnio, entonces, es utópico y subversivo? La cámara no miente La historia es clara Nuestro desvelo infringe Contra los que tienen la visión perversa (o pervertida) Contra los que están cavando su propia tumba Por ello hay que extender el eco de nuestra guitarra al hombro Para que los espectros no partan en tres la vida: El porvenir fugaz y lento se perfila en el atardecer allá lejos como el vuelo inquieto de un cóndor-diamante.

Dic. 2009
 
~

Mujeres

*

A Giovanna Minardi y Lady Rojas
  
Mujeres milenarias llamadas Chaska
Mujeres color melón cuidan a los astros
Mujeres desnudas juegan a la ronda 
Mujeres dibujan los rayos del día
Mujeres claras se entregan al atardecer
Mujeres gozan un espacio con ilusión
Mujeres versadas en brebajes 
Mujeres medusas leen la suerte
Mujeres amadas por similares varones 
Mujeres terribles como ángeles
Dibujan tu nombre sobre la arena 
Dos naves se deslizan por un río de abecedarios 
La fatiga de sus cuerpos es murmullo
Y nace del fuego de sus alas
Y sus manos azules mieles del sol arrancan
Los dátiles colgados en el cuello de las estrellas
Y de los designios asidos
Que tornan sobre sí
Al compás de la infinitud

~

L´amour fou 

*

Gracias quiero dar al divino
laberinto de los efectos y de las causas
                                  Jorge Luis Borges

El sueño de Santa Bernardita que inundó
las mil y una noches de la vikinga artesana
Los años 70, el café Versalles, la Plaza San Martín
los diálogos de Juan Gonzalo, sensei cómplice
el ángel negro / el misterio / et L´amour fou 
y el pálido invierno la mañana cerca al Mar.
El zambo Tang y su obra inconclusa
la magia del té jazmín y la guitarra de Hendrix
la comida amable, risas de Edgardo Tello y Rodolfo  
El viaje a Huancayo, el Encuentro en Jauja
el anhelo de los condenados de la tierra
Jack Kerouac, Angela Davis, Luther King,
el título de tu libro que aún no he visto
sobre la mesa de noche de mi habitación
el aroma del incienso a las 6 de la tarde
y esas copas secretas de vino tinto
el rubí de nuestra clara mirada antigua
y la oscuridad del fuego
ese clima nuestro que dejó el otoño.
Con una leve mirada nos libera.

***
Rosina Valcárcel Carnero (Lima, 1947)
Envío de Leda Quintana Rondón

miércoles, 20 de octubre de 2021

josé maría memet / tres poemas


   






El suicidio de Narciso

*

En el espejo imperturbable, esos ojos restituyen
el brillo que el acero templa en la navaja. Perciben,
aún altivos, que la juventud fue un resplandor
del sol en la ventana, una imagen que la esfinge
con su enigma se encargó de descifrar.
El agua que se escurre grácil deja atrás el lavamanos,
geta pozas que de a gotas parecieran recrearse
en otro espejo. ¿En que rio sus cabellos fueron nieve?
Avanza en la corriente el cuerpo que fue hermoso,
el hierro con su sangre yace ardiendo a un costado
de la tina. Con odio apresuras el arribo de la noche,
consternado te maldices al sentir la puya en la cerviz;
tienes certeza, ya no sufres, que el tiempo se termina,
que la memoria es a veces como una piedra enorme
en los brazos de un niño, un ave negra que se posa
en la rama más delgada de la higuera.
Llaman a la puerta, vuelven a llamar esos nudillos:
una carta se desliza allí en la entrada de la casa.
¡El amor tardío siempre ha sido la acción de la torpeza!
La realidad sigue observando cabizbaja el sobre
que en el piso yace blanco. El ritmo se detiene
finalmente, la visión es la que narro:
sangre en las muñecas se desprende,
el reflejo de Narciso suspendido en el agua
quema el vidrio, enamorado de otra muerte queda solo.

~

La casa de la ficción

*

Cruje la puerta de metal y el viento
muerde las cortinas y su dejo.
En la mesa de caoba se alza fulgurante el candelabro
y en el bronce se desprende, se desliza,
lento, imperceptible, un rio enorme de vejez.

Sendas copas suben a sus labios,
contienen un torrente que  no ha de tener la soledad.

Esta es la noche de murciélagos de Usher
y el brillo de diademas en el cuello
delicado de Annabel,
detiene el tiempo, sostiene
la prestancia ya perdida.

Van los dos a la ventana: estremécese el jardín,
decrépitas estatuas en pavor huyen a hierbas.

En toda la comarca aúllan perros,
escúchense blasfemias y junto a la puerta de metal
se desploman los borrachos y sus almas.
Edgar la besa, el polvo entre sus labios
es un maizal atacado por los cuervos. 

~

El hogar imperfecto

*

(Variaciones sobre Brecht y mi vida
con aportes del poeta colombiano  Jaime Jaramillo Escobar X - 504)

Balzac fue asesinado en la escuela,
donde todos los poetas son asesinados.
                                                Henry Miller
  
La violencia es matemática y es instinto de especies.
La felicidad no es efímera porque no depende
de circunstancias contingentes.
Exiliado de la infancia, de la escuela, de la aldea:
la casa desaparece. El hogar es invisible en la mente,
aunque en el patio puedas ver a las hormigas
rápidas en tranco hacia su propio holocausto.
La familia desaparece, es el hogar imperfecto.

La manipulación de una lupa por un trío de niños,
tú en el triunvirato,
los fotones atravesando el cristal y potenciándose.
Las hormigas retorciéndose, tratando de escapar.
El olor a cadáver, los hornos.

A mí que soy poeta – a manera de crítica- suelen decirme
que vivo en la Luna. ¿Les he dicho yo – a manera de crítica-
que viven en la tierra? ¿He asesinado a alguien en la luna?
Soy poeta, no asesino.

Para que los hombres no se destruyan, en la aldea o en el mundo,
se deben a un respeto mítico. Sin ese respeto
nada es trascendente. Cuando se es un hijo de nadie,
la casa desaparece. Fue por el respeto mítico y la solidaridad
que sobreviví las dictaduras. 

Cuando una casa desaparece, no hay destino.
El destino es el lugar donde estás, no construir ahí
es botar el sueño a la basura.
Soñar es construir una melodía, la que quieres escuchar.
Abre los ojos, no tengas miedo, es tu cantar.
Escucha como construyes tu casa, la música que levantas.
Qué maravilla el optimismo, que desgracia la voluntad.
La voluntad inventa crímenes y los valora como esfuerzo.

Entiendan:
los motivos políticos, económicos o religiosos
de las guerras, son nada más que un pretexto.
Los verdaderos motivos son las ganas de matar gente
y prenderle fuego al mundo.
La casa está ahí. Nuestra felicidad no debiera ser efímera.
Felicidad que no dura una eternidad no es felicidad.

Ya morí cien veces,
cuando morir unas mil veces no era moda.
Sólo me queda mirar el crepúsculo frente al mar.
La casa no existe pero es perfecta.
Los peces saltan en el mar, toda especie nos conoce desde antes.
Las mujeres quieren llegar a esta casa, no porque estén enamoradas,
si no por que están solas y aman el poder.
La poesía quema a las polillas,
pero también quema los sueños.

El mundo es lo que te queda, es tu casa.
El lenguaje es lo que te determina.
El exilio es el cáncer de la libertad.
La libertad es más sagrada porque sólo necesitas respirar.
Incluso si no piensas, eres parte de ella.
Pero aún así, la casa desaparece.

La familia, los hijos, el perro y el gato, desaparecen.
Los asesinados no tienen paz si no existe búsqueda.
Enterrar el tiempo requiere cuerpos amados.
Si tú fueras víctima, ¿no excavarías la tierra? 

En América del Sur tenemos pájaros que mueren
si los privan de su libertad.
Por qué los seres humanos tendríamos
que ser menos que un pájaro.

La tierra es una casa en el espacio, el hogar imperfecto.
Pero en el hogar imperfecto crecen rebeldes.
Sin rebeldes los sueños son falacias y el exilio permanente.

El hogar de la mentira es el poder y no tiene ideología,
sólo lucra y acumula. Los diarios, la tv, cada satélite,
te dicen que comprender el pasado pertenece a la imaginación,
sin embargo nosotros sabemos que comprender el futuro
es hacer el bien a los hombres;
pero de lejos, como la luna a la tierra,
por algo salimos del mar, ayudados por mareas.

Esto en caso que sepas que es el mal
o recorras la tierra en busca de un padre.

En estos tiempos hay tantos hombres decididos
a dejarse atrapar, que a veces
cuando despierto a medianoche, me da miedo.
Pero me calmo, porque sé que cada noche
tiene su mañana.

***
José María Memet (Neuquén, 1957)

martes, 19 de octubre de 2021

tess gallagher / brillo













Aquella japonesas esperaban; esperaban,
de regreso a Shikibu y Komachi,
a hombres que ni siquiera entonces parecían capaces
de darles afecto. Aunque es una traición
no admirar el amor de las mujeres,
que ilumina los largos corredores del pasado
con tanta potencia como las linternas
bajo las que anduve junto a los santuarios de Kyoto.
Mujeres que esperaban en vano; o que una fugaz
Reaparición vivificase su tristeza.
Su esperanza de reencontrarse siquiera con un pálido amor
Daba a cada corazón un riguroso desvanecimiento.

Incluso una hermosa pérdida es una pérdida.
Alguien debería haber atravesado
las telarañas de sus miserables portales
con un nuevo mensaje: “No el trabajo del amor,
sino el amor en sí: nada menos”.
Quizá eso, al menos, las habría vaciado
lo suficiente
como para anular toda
falsa esperanza de satisfacción.

Lo que quiere decir que, al no llegar el amor adecuado,
no habrían estado preparadas.
Algo muy a mano
Habría concitado sus atenciones.

Así pues, salí a pasear una noche, bajo la luna llena,
y convine con mi amado muerto
que la luz fría que se reflejaba en el dorso de mis manos
me pertenecía principalmente a mí.

***
Tess Gallagher (Port Angeles, 1943)
Versión de Eduardo Moga