Los ángeles no vienen a la reserva.
Murciélagos, tal vez, o búhos, esos cuadraditos con manchas.
Ah, y coyotes, también. Todos ellos significan lo mismo -
Muerte. Y la muerte
se alimenta de ángeles. Supongo, porque nunca he visto un ángel
sobrevolando este valle.
¿Gabriel? Nunca oí hablar de él. Sí conozco a un chaval llamado Gabe -
Apareció por aquí un powwow (1)
y se quedó, típico
Indio. No hay duda de que tenía alas,
ave en fuga que era. Va por allá volando en coches robados. Donde sea que para,
de las panzas de las mujeres van naciendo niños como setas.
Como dije, nunca oí hablar de ningún indio que haya sido o que haya visto un ángel.
Quizás en un pasacalles de Navidad o algo así -
La iglesia nazarena organiza uno cada Diciembre,
a cargo de la mujer del Pastor John. Obviamente,
el ángel es el hijo del pastor – todo el mundo sabe que los ángeles son blancos.
Te digo que dejes de rayarte con esto de los ángeles. No le hacen ningún bien a los indios.
Recuerda qué pasó la última vez
que un dios blanco apareció flotando desde el océano.
La verdad es que.. quizás haya ángeles, pero si los hay
ahí arriba, viviendo en nubes o sentándose en tronos en pleno océano vistiendo
togas de terciopelo y anillos dorados, bebiendo whisky de sus copas de plata,
más nos vale que sigan estando así, ricos y gordos y feos y
exactamente donde están ahora – en sus propios paraísos bien lejos de acá.
Mejor desea no ver ángeles en la reserva. Jamás.
Si los ves, los verás botándote a Zion u Oklahoma (2)
o a cualquier otro infierno que ellos mismos
habrán trazado en el mapa
para nosotros.
Notas
(1) Powwow : Asamblea de natives americanes.
(2) El “Sendero de Lágrimas” fue una ruta creada por hombres blancos para expulsar a los nativos a Oklahoma y otras regiones cercanas. Más de 4 000 Cherokees murieron/fueron asesinados en ese camino.
Natalie Diaz (Needles, 1978)
Versión de Carmen Callejo
Fotografía de Alonso Parra
/
Abecedarian Requiring Further Examination of Anglikan Seraphym Subjugation of a Wild Indian Rezervation
*
Angels don’t come to the reservation.
Bats, maybe, or owls, boxy mottled things.
Coyotes, too. They all mean the same thing—
death. And death
eats angels, I guess, because I haven’t seen an angel
fly through this valley ever.
Gabriel? Never heard of him. Know a guy named Gabe though—
he came through here one powwow and stayed, typical
Indian. Sure he had wings,
jailbird that he was. He flies around in stolen cars. Wherever he stops,
kids grow like gourds from women’s bellies.
Like I said, no Indian I’ve ever heard of has ever been or seen an angel.
Maybe in a Christmas pageant or something—
Nazarene church holds one every December,
organized by Pastor John’s wife. It’s no wonder
Pastor John’s son is the angel—everyone knows angels are white.
Quit bothering with angels, I say. They’re no good for Indians.
Remember what happened last time
some white god came floating across the ocean?
Truth is, there may be angels, but if there are angels
up there, living on clouds or sitting on thrones across the sea wearing
velvet robes and golden rings, drinking whiskey from silver cups,
we’re better off if they stay rich and fat and ugly and
’xactly where they are—in their own distant heavens.
You better hope you never see angels on the rez. If you do, they’ll be marching you off to
Zion or Oklahoma, or some other hell they’ve mapped out for us.
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