lunes, 22 de enero de 2018

karel hynek mácha / mayo (extracto)










Era de noche, el primero de mayo,
noche de mayo era, el tiempo de amar.
A amar en un fragoroso pinar
al mundo invitaba un tórtolo payo.
Cosas de amor el musgo susurraba,
mentía su pena un árbol en flor,
cantaba a una rosa un ruiseñor
y a ella su propio olor la traicionaba.
Un lago plano en sombra de arbustos
con retumbos de una pena secreta;
su orilla lo abrazaba en cadeneta,
claros soles de otros mundos augustos
en jiras azules iban errando
cual lágrimas de amor llameando.
Y mundos suyos en cielos brillantes,
cual en un templo de eterno amor entrantes;
de pasión uno hacia el otro hirviendo
hasta tornarse chispas languideciendo
y encontrarse cual amantes errantes.
De la luna llena la cara hermosa,
tan clara y pálida, pálida y clara,
como si una amante a su amor buscara,
se incendió con un fulgor color rosa;
reflejada en las aguas se veía
y de amor por sí misma se moría.
Lucían fincas en pálidas nieblas,
una a otra venían acercándose,
como si se enlazaran abrazándose,
bajando en el seno de las tinieblas,
hasta confundirse con la penumbra.
Como un árbol a un otro se encumbra. -
Montañas sombrías en derredor;
allí pino y abedul con ardor
se arriman. Ola tras ola se apura
por el arroyo. Toda creatura
de amor hierve - en el tiempo de amor.

Debajo de un roble, al atardecer,
sentada está una linda zagala
en una roca, tratando de ver
lo más lejano, encima de una cala.
Aquí le envuelve los pies el azul
que, alejándose, va reverdeciendo,
cada vez más y más verde pareciendo,
hasta fundirse en un pálido tul.
En aquella superficie sin fin,
la joven posa su lánguida vista;
en aquella superficie sin fin
sólo ve de astros caídos la pista.
Una zagala bella, ángel caído,
cual un amaranto desflorecido;
bellezas duermen en su rostro ajado.
El momento que le ha quitado todo,
en su boca y frente y ojos ha dejado
escrito un dolor de un garboso modo.

Ha fenecido el vigésimo día,
ya cruza el sueño la tierra sombría.
El último incendio se está extinguiendo
al tiempo que el cielo está reluciendo,
color rosa, en los montes azuleños.
"¡Él no aparece!" - "¡Ya no volverá!"
¡La pobre en la pena se envolverá!
Hondos suspiros levantan sus senos,
palpita su sangre tan dolorida,
y el gemido del agua misterioso
se mezcla con su lamento ansioso.
En las lágrimas de la seducida
se miran las luces de las estrellas,
chispas hirviendo sobre el rostro frío
y cayendo; y adonde caen ellas,
se ajan las flores bajo tal rocío.

Hela pasar al borde de una peña;
su ojo, por encima de la roca, envía
- la brisa está agitando su estameña -
miradas a la extrema lejanía.
Las lágrimas con rapidez secando,
su vista con la mano sombreando,
dirígese a una lejana breña,
donde el lago con los montes reposa,
una chispa a otra en juego acosa,
una estrella a otra coge por greña.

Como un níveo y fino palomino
que bajo una negra nube aletea
o como una flor de un alba ninfea
sobre un oscuro azul color endrino:
- donde el lago a los montes se inclina -
tan veloz por las olas se aproxima
una cosa. Un rato, y lo blanquecino
ya es cual de una cigüeña el vuelo grave,
ya no un pichón o una ninfea suave;
al viento mécese una blanca vela.
Un remo esbelto forma larga estela
bañándose en el azul en derredor.
A aquellas rayas las rosas doradas
que por el cielo dimanan su ardor
dejan las frentes de oro rosa orladas.
¡Más y más cerca! "¡Qué barco tan ágil!
¡Es él! ¡Las plumas, las flores! ¡Qué alarde!
¡El sombrero, el ojo que debajo arde,
la capa!" Está atando el barco frágil.

Por un sendero estrecho, a lo alto
con leve paso sube el navegante.
Se encienden las mejillas de la amante,
escondida tras un roble. – Al botero
corre - se regocija - un largo salto,
y yace sobre el pecho del barquero.
 "Mas ¡Ay de mí!" La luna ha aparecido
Iluminando un rostro conocido;
la sangre se le hiela en las venas.
"¿Y Guillermo?"
                             "Mira," dice el garzón,
sus palabras susurrando apenas,
sus palabras susurrando apenas,
"allá junto al lago hay un torreón
sobre la noche arbórea; allá
su blanca sombra ahogada está;
y más honda se ve una lumbrecilla
de una lámpara en una ventanilla;
allá Guillermo abriga la idea
de que mañana el fin de su vida vea.
¡Él supo de tu falta y de su ultraje
y que, al matar al seductor tuyo,
mataba, sin saberlo, al padre suyo!
¡La venganza se asoma a su celaje!
¡Muerte tan vil! - Encontrará la paz
cuando sobre un palo morada obtenga,
hoy aún rosa en flor, su pálida faz,
y una rueda con sus miembros se entretenga.
¡Así finará el temible montaraz! -
¡Recibe por su ultraje y por tu traición
el ultraje del mundo y mi maldición!"

Le vuelve la espalda. - Su voz se extinguió -
en breve hacia la orilla descendió,
encuentra su barco junto a la peña.
Vuela la vela como una cigüeña
disminuyendo, ya es una ninfea,
hasta que en los montes ya no se vea.

Calmas las olas, oscuro el follaje,
sobre el seno del agua una capa lila;
más arriba, la sombra de un blanco traje,
y todo el paisaje susurra: "¡Jarmila!"
Desde el fondo del agua: "¡Jarmila!, ¡¡Jarmila!!"

Es noche avanzada, primero de mayo -
es noche de mayo - el tiempo de amar.
A amar invita un tórtolo payo:
"¡Jarmila!, ¡¡Jarmila!!, ¡¡Jarmila!!"

***
Karel Hynek Mácha (Praga, 1810-Litoměřice, 1836)
Fuente de versión

/

Máj

*

Byl pozdní večer – první máj –
večerní máj – byl lásky čas.
Hrdliččin zval ku lásce hlas,
kde borový zaváněl háj.
O lásce šeptal tichý mech;
květoucí strom lhal lásky žel,
svou lásku slavík růži pěl,
růžinu jevil vonný vzdech.
Jezero hladké v křovích stinných
zvučelo temně tajný bol,
břeh je objímal kol a kol;
a slunce jasná světů jiných
bloudila blankytnými pásky,
planoucí tam co slzy lásky.

I světy jich v oblohu skvoucí
co ve chrám věčné lásky vzešly;
až se – milostí k sobě vroucí
změnivše se v jiskry hasnoucí –
bloudící co milenci sešly.
Ouplné lůny krásná tvář –
tak bledě jasná, jasně bledá,
jak milence milenka hledá –
ve růžovou vzplanula zář;
na vodách obrazy své zřela
a sama k sobě láskou mřela.
Dál blyštil bledý dvorů stín,
jenž k sobě šly vzdy blíž a blíž,
jak v objetí by níž a níž
se vinuly v soumraku klín,
až posléze šerem v jedno splynou.
S nimi se stromy k stromům vinou. –
Nejzáze stíní šero hor,
tam bříza k boru, k bříze bor
se kloní. Vlna za vlnou
potokem spěchá. Vře plnou –
v čas lásky – láskou každý tvor.

Za růžového večera
pod dubem sličná děva sedí,
se skály v břehu jezera
daleko přes jezero hledí.
To se jí modro k nohoum vine,
dále zeleně zakvítá,
vzdy zeleněji prosvítá,
až v dálce v bledé jasno splyne.
Po šírošíré hladině
umdlelý dívka zrak upírá;
po šírošíré hladině
nic mimo promyk hvězd nezírá;
Dívčina krásná, anjel padlý,
co amarant na jaro svadlý,
v ubledlých lících krásy spějí.
Hodina jenž jí všecko vzala,
ta v usta, zraky, čelo její
půvabný žal i smutek psala. –

Tak zašel dnes dvacátý den,
v krajinu tichou kráčí sen.
Poslední požár kvapně hasne,
i nebe, jenž se růžojasné
nad modrými horami míhá.
„On nejde – již se nevrátí! – 
Svedenou žel tu zachvátí!“
Hluboký vzdech jí ňadra zdvíhá,
bolestný srdcem bije cit,
a u tajemné vod stonání
mísí se dívky pláč a lkání.
V slzích se zhlíží hvězdný svit,
jenž po lících co jiskry plynou.
Vřelé ty jiskry tváře chladné
co padající hvězdy hynou;
kam zapadnou, tam květ uvadne.

Viz, mihla se u skály kraje;
daleko přes ní nahnuté
větýrek bílým šatem vlaje.
Oko má v dálku napnuté. –
Teď slzy rychle utírá,
rukou si zraky zastírá
upírajíc je v dálné kraje,
kde jezero se v hory kloní,
po vlnách jiskra jiskru honí,
po vodě hvězda s hvězdou hraje.

Jak holoubátko sněhobílé
pod černým mračnem přelétá,
lílie vodní zakvétá
nad temné modro; tak se číle –
kde jezero se v hory níží –
po temných vlnách cosi blíží,
rychle se blíží. Malá chvíle,
a již co čápa vážný let,
ne již holoubě či lílie květ,
bílá se plachta větrem houpá.
Štíhlé se veslo v modru koupá,
a dlouhé pruhy kolem tvoří.
Těm zlaté růže, jenž při doubí
tam na horách po nebi hoří,
růžovým zlatem čela broubí.
„Rychlý to člůnek! blíž a blíže!
To on, to on! Ty péra, kvítí,
klobouk, oko, jenž pod ním svítí,
ten plášť!“ Již člůn pod skalou víže.
Vzhůru po skále lehký krok
uzounkou stezkou plavce vede.
Dívce se zardí tváře bledé
za dub je skryta. – Vstříc mu běží,
zaplesá – běží – dlouhý skok –
již plavci, již na prsou leží –
„Ha! Běda mi!“ Vtom lůny zář
jí známou osvítila tvář;
hrůzou se krev jí v žilách staví.
„Kde Vilém můj?“
„Viz,“ plavec k ní
tichými slovy šepce praví:
„Tam při jezeru vížka ční
nad stromů noc; její bílý stín
hlubokoť stopen v jezera klín;
však hlouběji ještě u vodu vryt
je z mala okénka lampy svit;
tam Vilém myšlenkou se baví,
že příští den jej žití zbaví.
On hanu svou, on tvoji vinu
se dozvěděl; on svůdce tvého
vraždě zavraždil otce svého.
Msta v patách kráčí jeho činu. –
Hanebně zemře. – Poklid mu dán,
až tváře, jenž co růže květou,
zbledlé nad kolem obdrží stán,
až štíhlé oudy v kolo vpletou.
Tak skoná strašný lesů pán! –
Za hanbu jeho, za vinu svou
měj hanu světa, měj kletbu mou!“

Obrátí se. – Utichl hlas –
Po skále slezl za krátký čas,
při skále člůn svůj najde.
Ten rychle letí, co čápa let,
menší a menší, až co lílie květ
mezi horami po vodě zajde.

Tiché jsou vlny, temný vod klín,
vše lazurným se pláštěm krylo;
nad vodou se bílých skví šatů stín,
a krajina kolem šepce: „Jarmilo!“
V hlubinách vody: „Jarmilo! Jarmilo!!“

Je pozdní večer první máj –
večerní máj – je lásky čas.
Zve k lásky hrám hrdliččin hlas:
„Jarmilo! Jarmilo!! Jarmilo!!!“

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