Soportando el peso de una sola columna y sin embargo
Aplastado por el cielo gris e imperceptible de Florencia
Observando una paloma una gota de luz en la espesura
La sombra de Brunelleschi sobre la mesa vacía
Pero encerrado para siempre en un huevo de agua y tierra
Como el pincel de Piero como la espuma
Como la suavidad el rumor de la sangre entre los pliegues de la Madonna
Pero buscando una apertura un intersticio celeste entre las nubes
Imaginando un objeto imposible
Una máscara de papel quemado al voltear una esquina
Como si el huracán viajara sobre rieles de diamante
Diciendo por ejemplo hoy está cerrado
El cafetín de al lado y la mantequilla
Apenas basta para seguir viviendo y alcanzar la salida
Girando que estoy triste que estoy triste
Insultando el mapa mundo la cúpula sublime
Cuando la verdad no deseo nada no me importa nada
Sino fumar tranquilamente al borde de la cama
Como cuando era niño y tomaba el desayuno mirando hacia delante
Mientras mi corazón que tal imbécil mi corazón
Crece y crece como un tumor de terciopelo
Pensando qué jodido el cielo qué mierda la vida
Las nubes grises los excrementos la basura
Y llorando amargamente al pie del Arno hasta caer rendido
Como Petrarca o como Dante sin volver a ver tu ombligo
Perro arrastrando entre la gente una túnica encendida
Escribiendo inútilmente que te adoro en la pared de enfrente
Dibujando el mundo entero en el espejo del barbero
Delante de tus ojos abiertos y sin embargo cubiertos
Por filamentos de algodón vespertino
Que mis manos ni mis lágrimas logran disipar
Pero sin una taza de café caliente
Ni un cigarrillo ni una estrella en el bolsillo
Y ningunas ganas de seguir mirando hacia adelante
Entrando y saliendo del mismo cine tibio como vientre de elefante
Derramando rabia y silencio sobre una esfera amarilla
Encima de cualquier objeto rosado y palpitante
Domando la perspectiva el torrente de la vida con un sola mirada
Pidiendo auxilio balbuceando implorando
Como caballo que naufraga bajo la cama revuelta
Como si tu cuerpo fuera sólo una palabra
En un poema que no comienza y no acaba
Como si no bastaran un biberón y un esqueleto
Para seguir viviendo entre líneas y entre líneas
Decirte nuevamente que te adoro que te adoro que te adoro
Que tu corazón y tu sexo son la misma cosa con sabor a paraíso
Viendo crecer la cebolla la desesperación la lujuria
El círculo de Minos en la muchedumbre y en la mano
La confusión que reina entre los hombres como un encaje ensangrentado
El mito del progreso más infame y más antiguo que la muerte
Siguiendo un hilo de saliva hasta el final del laberinto
Un saxofón de carne y hueso cuyo sonido envejece
Mientras el sol declina y la electrónica comienza
Su danza miserable alrededor de mi cabeza
Mirando finalmente el mismo cielo azul deshabitado
Y pensando que estoy loco que jamás podré alcanzarte
Que después de tanto esfuerzo tanta batalla perdida
No sería extraño que en lugar de tu Belleza
Encontrara sobre la almohada un soldado que agoniza
Intestinos y flores vivas bajo los blue-jeans raídos
Los cabellos en el suelo la pupila entre las nubes
Pero sin esperanza alguna acariciando la inmundicia
Un último canto a la materia a la divina Energía
Antes de convertirlos nuevamente en una máquina inservible
La cabeza reclinada contra un muro de ceniza
Pensando desgraciados mi cerebro es de oro puro
Mi corazón de terciopelo mi sexo de cristal
Dispuesto a morir por una rosa pero en un campo minado
Con ametralladoras y cañones de verdad
Contra la estupidez contra la tristeza
Pero sin esperanza alguna casi sin pestañear
Ni abrir la puerta del baño para no ver mi futuro
La tapa de water-closet el cepillo de dientes la pomada
Y recordar que hoy es lunes y que el amor no es nada.
Jorge Eduardo Eielson (Lima, 1924-Milán, 2006)
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