Una pestaña, un
milímetro más larga que las otras de tu párpado izquierdo, se
dobla
por la punta, y es la única que se apoya
en la saliente de mi última costilla del lado izquierdo, un solo
filamento
para unir tus huesos
a los míos. Es un toque sin toque, un toque
tan ligero que la aguja del tacto
apenas si respira. Y enseguida,
parte de un ser humano como es,
esta única pestaña
me azota muchas veces,
y brillan esta noche las pequeñas cicatrices
en la penumbra azul como el basalto.
Thomas Lux (Northampton, 1946-Atlanta, 2017)
Versión de Ezequiel Zaidenwerg
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