viernes, 8 de diciembre de 2023

maria manuela margarido / cinco poemas











Vosotros que ocupáis nuestra tierra

*

Es necesario no perder
de vista a los niños que juegan:
la serpiente negra pasea uniformada
en la puerta de nuestras casas.
Derriban los frutipanes
para que pasemos hambre
y vigilan las carreteras
recelando la fuga del cacao.
La tragedia ya la conocemos:
la choza incendiada,
el tejado de paja llameando
y el olor del humo mezclándose
con el olor del guandú
y con el olor de la muerte.
Nos conocemos y sabemos,
tomamos té de gamón,
arrancamos la cáscara del anacardo.
Y vosotros, ¿solo desteñidas
máscaras del hombre,
¿solo vaciados fantasmas del hombre?
¿Vosotros que ocupáis nuestra tierra?

~

Alto como el silencio

*

La isla te habla
de rosas bravas
con pétalos
de abandono y miedo.

Al fondo de la sombra
bebiendo con cucharones
de roja espuma
qué mundos de gentes
por entre cortinas
espesas de dolor.

¡Oh, la tarde clara
de este fin de invierno!
Solo con horas azules
en el fundo del capullo,
y ahora la isla,
la línea bravía de las rosas
y la gran baba negra
y mortal de las serpientes.

~

Serviciales

*

El aroma de las papayas
desde la ladera.
Los chiquillos sueñan con fantasmas
en las baldosas del secadero.
Lenta, la narrativa
de los serviciales sentados
en el lumbral de la esperanza
es antílope negro que derribar
cercas y fronteras,
antílope que devorar a distancia,
de regreso a Angola,
a los bosques del sur;
es lluvia gruesa
empapando los campos de Cabo Verde
germinando el maíz de la certeza.

Llevan en la piel tatuada
la jerarquía de las reliquias
alimentándose de una sangre
despreciada
que elige a los magistrados
de la muerte.
Mañana los clamores del vestigio
despertarán a las largas avenidas
de brazos viriles
y la tierra del sur
será de nuevo profunda y fresca
y será de nuevo lo sabe
la tierra seca de Cabo Verde,

libres al fin los hombres
y la tierra de los hombres.

~

Socopé*

*

Los verdes largos de mi isla
son ahora la sombra de la ibia,
niebla de la vida,
en los dorsos doblados bajo la carga
(copra, café o cacao – da igual).
Oigo los pasos en el ritmo
calculado del socopé,
los pies-raíces-de-la-tierra
mientras la voz del coro
insiste en su queja
(queja o protesta – da igual).
Monótona se arrastra
hasta explotar
en la alta ansia de libertad.

N. de la T. Danza muy ritmada, canto y fiesta típica nocturna, en la que los participantes generalmente se disfrazan. De “só com pé” (sólo con el pie).

~

Roza

*

La noche sangra
en el monte,
herida por una aguda lanza
de cólera.
La madrugada sangra
de otro modo:
es la campana de la alborada
la que despierta el terrero.
Y el hecho que empieza
a destinar las tareas
para otro día de trabajo.
La mañana sigue sangrando:
Troceas la bananera
con una catana de plata;
mondas el monte
con una catana de rabia;
abres el coco
con una catana de esperanza;
cortas el racimo de la palma
con una catana de certeza.
Y por la tarde regresas
a la choza;
la noche esculpe
sus labios fríos
en tu piel
y sueñas a la distancia
una vida más libre,
que tu gesto ha de realizar.

***
Maria Manuela Margarido (Roça Olímpia, 1925-Lisboa, 2007)
Versiones de Raquel Madrigal Martínez

/

Vós que ocupais a nossa terra

*

É preciso não perder
de vista as crianças que brincam:
a cobra preta passeia fardada
à porta das nossas casas.
Derrubam as árvores fruta-pão
para que passemos fome
e vigiam as estradas
receando a fuga do cacau.
A tragédia já a conhecemos:
a cubata incendiada,
o telhado de andala flamejando
e o cheiro do fumo misturando-se
ao cheiro do andu
e ao cheiro da morte.
Nós nos conhecemos e sabemos,
tomamos chá do gabão,
arrancamos a casca do cajueiro.
E vós, apenas desbotadas
máscaras do homem,
apenas esvaziados fantasmas do homem?
Vós que ocupais a nossa terra?

~

Alto como o silêncio

*

A ilha te fala
de rosas bravias
com pétalas
de abandono e medo.

No fundo da sombra
bebendo por conchas
de vermelha espuma
que mundos de gentes
por entre cortinas
espessas de dor.

Oh, a tarde clara
deste fim de Inverno!
Só com horas azuis
no fundo do casulo,
e agora a ilha,
a linha bravia das rosas
e a grande baba negra
e mortal das cobras.

~

Serviçais

*

O aroma dos mamoeiros
desde a grota.
Os moleques sonham cazumbis
nas lajes do secador.
Lenta, a narrativa
dos serviçais sentados
no limiar da esperança
é palanca negra a derrubar
paliçadas e fronteiras,
palanca a devorar a distância,
a regressar a Angola,
aos muxitos do Sul;
é chuva grossa
empapando os campos de Cabo Verde
a germinar o milho da certeza.

Trazem na pele tatuada
a hierarquia das relíquias
alimentando-se de um sangue
desprezado
que elege os magistrados
da morte.
Amanhã os clamores da resta
acordarão as longas avenidas
de braços viris
e a terra do Sul
será de novo funda e fresca
e será de novo sabe
a terra seca de Cabo Verde,

livres enfim os homens
e a terra dos homens.

~

Socopé

*

Os verdes longos da minha ilha
são agora a sombra do ocâ,
névoa da vida,
nos dorsos dobrados sob a carga
(copra, café ou cacau - tanto faz).
Ouço os passos no ritmo
calculado do socopé,
os pés-raizes-da-terra
enquanto a voz do coro
insiste na sua queixa
(queixa ou protesto - tanto faz).
Monótona se arrasta
até explodir
na alta ânsia de liberdade.

~

Roça

*

A noite sangra
no mato,
ferida por uma aguda lança
de cólera.
A madrugada sangra
de outro modo:
é o sino da alvorada
que desperta o terreiro.
E o feito que começa
a destinar as tarefas
para mais um dia de trabalho.
A manhã sangra ainda:
salsas a bananeira
com um machim de prata;
capinas o mato
com um machim de raiva;
abres o coco
com um machim de esperança;
cortas o cacho de andim
com um machim de certeza.
E à tarde regressas
a senzala;
a noite esculpe
os seus lábios frios
na tua pele
E sonhas na distância
uma vida mais livre,
que o teu gesto há-de realizar.

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