Allá lejos
/CI/
*
Se hacía tarde ya cuando tomándome un
hombro me ordenó:
«Anda y mátame a tu hijo»
Vamos –le repuse sonriendo– ¿me estás
tomando el pelo acaso?
«Bueno, si no quieres hacerlo es asunto
tuyo, pero recuerda quién soy, así que
después no te quejes»
Conforme –me escuché contestarle– ¿y dónde
quieres que cometa ese asesinato?
Entonces, como si fuera el aullido del viento
quien hablase, Él dijo:
«Lejos, en esas perdidas cordilleras de Chile»
~
In memoriam: ahogados
*
La pizarra acaba de ser borrada en
el ático y el viento desvela la luz de
las estrellas. Alguien lo encontrará,
alguien lo sabrá.
Y si en algún lugar de este planeta
enorme se descubre la verdad,
una franja de ella, secada, glaseada
por el sol, quedará colgando de tu
propia infamia.
Y nadie se verá beneficiado por ello.
-El poeta John Ashbery te
habla suspendido sobre
las cumbres de los Andes
Cree en tu dolor.
W.H.A.
Entonces se vieron los ahogados flotar sobre Chile
Arriba de las cumbres de los Andes suspendidos
dejando caer sus brazos sobre el horizonte
Apozándose igual que gigantescas lagunas en el cielo
de las llorosas montañas ondeantes girando con las
grandes nevadas hacia el oeste
Hacia el cielo del Pacífico que se abría blanqueándose
mientras la cordillera y el océano iban ascendiendo y
éramos nosotros el sueño que se apozaba sobre los
nevados Es que los vimos ahogarse de llanto nos
gritan en los sueños los ahogados apozándose encima
de las montañas como exiliadas islas mirándonos
~
Pero una vez Zurita fuiste
*
Mira entonces los ríos suspendidos sobre
nosotros,
los pájaros que bautizaron nuestros lagos
de nombres sonoros
La historia, las carabelas hechas añicos
entre los témpanos,
las nubes abiertas como penachos,
el antiguo torso desnudo hoy cubierto con
una camisa de jeans
Sí mira ahora las rompientes del Pacífico
derrumbarse sobre los Andes
Tu cara ahora se derrumba sobre los Andes
pero una vez fuiste mi amor
el viento, el aire digno de las montañas
~
Ana Canessa rompe a llorar frente a su hijo
*
¿Todo el amor? Te fuiste. Te fuiste no más y vino
el aguacero. Lluvia del amor que tuvimos per te
figlio, hijo mío. Dove sei stato? ¿Dónde? ¿Dónde?
Bimbo mío te arrancabas porque querías ver de
nuevo a tu padre que tan joven se me fue, río de
mis estrellas, como tú ahora te has marchado, fli
fli, figlio mío. Volviste tras padre comido y llegó
el aguacero. Lluvia y lloro del amor mío que se me
ha ido. Yo no te quería pero te quise. Cuando
llegamos de Génova Io non’o trovato parolle piu
belle per dirti figlio mío, hijo mío. Mira ahora las
lenguas muertas. Porque qué poco me parecen las
palabras que te digo en muerto como todo lo oral
y lo escrito. Y ahora que lejanas me parecen las
cosas , las palabras íberas, toscanas e idiomas.
Con metal le digo a usted que escarbe tras estas
letritas y vea el torrente de mis estrellas que
cayó en noche, duelo y amor. ¿Todo el amor? Todo
todo… figliollino mío. Todo el amor ¡Es tú! ¡Es tú!
¿Yo?
***
Raúl Zurita (Santiago de Chile, 1950)
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