miércoles, 11 de octubre de 2023

amanda hernández / cuatro poemas













El momento de las cosas

*

es momento de las cosas que no son
y aquí los meses parecen
haber permanecido intactos
la quietud parece
habernos vuelto estrechos

aquí se llora
se llora el margen
mar de isla
y hace eco
en la hora de los nombramientos

dilo
no ideas
pero cosas
las más primales cosas
gota
sal

y es que somos cosas distraídas en nombrarnos
islas llanas de lluvia
recortes fúnebres de animales pequeños
un abrazo
bajo el sol
en una tarde de domingo
luciendo sonrientes
sabiéndonos repetidos

es momento de las cosas que no son
y me sostengo lombriz salada

me preguntan
¿qué tal mi corazón?
¿en qué ocupo mis manos blancas?

aquí nos ocupan la falta de las cosas
la carne tibia
las frentes hinchadas de vergüenza líquida
y sobre las rodillas
cabezas hinchadas de sol

aquí la crudeza del año nos accede
inquietos y abrazados
contando los pedazos
que nos cruzan
el breve y minúsculo junte
de nuestros dedos

es momento de las cosas que no son
y hace un año y siete meses que me hundo
y no contemplo
en mano alguna
espacio
ni de agua
ni de carne

me conozco en el estado de lo ausente
nombro cosas
nombro mares recién descubiertos
y duran lo que dura la mañana en despedirse
duran lo que dura la certeza
de este cielo
vertido entre tanto amarillo

somos cosas distraídas en nombrarnos
y nos cuesta pequeño el obsequio

es preciso que se llore

y que dure los quince minutos estimados
que dura un aguacero
tendido a sol de isla
lombriz salada
sostenida

dilo
somos cosas
y nos estamos viendo solos
la quietud nos pesa
en el año intacto

algún día sabremos querer recordar que se quiso
algún día y seguiré siendo lombriz salada
y sabremos si es verdad
que la sal retiene los pasos

*

En qué piedra se trazó
antes que yo el camino
Qué si algo fue ocaso
Qué tremendo grito
Que hubo tras el espejo

Procede llamarle mito brutal
Ponerle por nombre Locura
y sonreír
Llorar también si es que sabe
de proezas asumidas la risa

Escarbar la llaga
por obligación al hueso
Aparentar la divina perfección
de un círculo
que todo lo recoge
con movimientos imperfectos
Cavar grande mi tumba
sin conocer
la verdad del pretexto

Qué me queda
de hembra enternecida
Qué le queda de reflejo
a esta carcaza

Ha llegado la hora del recuerdo
A duras penas hago ruido
y juego a ser bromista

*

A sabiendas del peso
curarme y decir compartir
es temer
Mentir profundamente
y jugarme los cantazos
es temer
Apostarme
y no caerme
es también temer
No explicar
la proyección
de mi invento y suceder
prestada en la huida
es temer
Huir
Huirle y de a codo a las pestes
Correr a favor
del regocijo de las luces
Cavar ciega cientos de tumbas

Compartirnos es temer

Sernos violeta el alba siempre

Eres dueño y siempre poco dios
de mis fragmentos

*

He resuelto
las horas de extravío
entretenida revolcando el polvo
Acariciando aceras
y despedazándome
en el rumbo mustio
de lo incierto
Desmembrando cuerpos
con suntuosas verdades
amarillas
Como quien besa el hielo
Como quien se llena de sonido
blanco
Como quien va
y sin querer lo hace
Lo he resumido todo
en la convulsión de lo suceso

Llevo días
cerrando los ojos firmes
por lapsos indeterminados
de tiempo

Aún no descubro la falta

***
Amanda Hernández (San Juan, 1990)

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