Desde el extremo de la mesa
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Desde el extremo de la mesa
el mar interrumpía nuestras conversaciones
armando y desarmando
la famosa realidad
que nadie conocía,
que nadie sabía conocer.
La tierra próxima
que había que tocar con dedos ciegos
porque habíamos perdido
su contorno de luz
o gastado la trama
de los signos
o quizás
en la perspectiva
habíamos perdido los pasos,
los cuentos y las huellas.
~
El árbol arde y sueña
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El árbol arde y sueña
una estrella oscura respira sobre el agua
y el cielo es más azul que el apocalipsis
donde sudan las estatuas de mármol.
Sus raíces surgen de viejas fotografías
color de tinta
lagos subterráneos
donde el sol sorprendió las arrugas de tu risa.
Sus raíces surgen
del naufragio y de la tumba
de la basura podrida de la fiesta
y como un músico después de una orgía
abre los brazos
y trata de caminar
sobre el agua del alba.
~
Cerca de mi ciudad desmemoriada
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Cerca de mi ciudad desmemoriada
arde un bosque de grandes eucaliptos.
Signos impalpables quedan en mis libros
viejos trazos que no puedo recordar
aparecen en todos mis papeles.
No borres ese canto esa ceniza
hojas de boldo de litre agujas de pino
poemas escritos en cuadernos escolares
sauces aromos cardos
llueve un canto oscuro sobre el mar
y las playas
el techo de las casas
y el oleaje.
El viento olvida
la palabra apenas dicha
en su trama de brizna.
El viento viene del sol o del cielo
de allá arriba del alba y la memoria.
Aquí olvidamos entre tantos muros
que la luz es un brillo sin palabras
y la palabra polvo iluminado.
~
La explosión del silencio
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La explosión del silencio
regresa lentamente
a su origen arcaico:
la transfigurada piedra del amor
un rostro erosionado por las voces
una memoria visible
en los muros derrumbados del Sur,
Aprendimos que todo viaje
es un viaje de regreso.
Luis Mizón (Valparaíso, 1942)
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