sábado, 13 de noviembre de 2021

mascha kaléko / seis poemas













En el exilio

*

Tuve una patria bonita hace tiempo –
Así cantó ya el refugiado Heine.
La suya estaba a la orilla del Rin,
la mía en la arena de la comarca de Brandenburgo.

Todos nosotros teníamos una (¡ver arriba!).
Se la devoró la peste, se deshizo en la caída.
Oh, rosita del matorral,
a ti te rompió la fuerzaatravésdelaalegría.
 
Los ruiseñores han enmudecido,
añoran un domicilio seguro,
ahora sólo chillan los buitres
en lo alto, sobre una hilera de tumbas.
 
Esto no será nunca, lo que fue,
si es que llega a ser de otra manera.
Aunque la querida campanita suene,
aunque ninguna espada tintinee.
 
En ocasiones siento, como si
el corazón se me rompiera.
Tengo a veces nostalgia.
Lo único que no sé, es de qué.

~

De viaje


Me voy de viaje otra vez
con mi silenciosa
compañera, la soledad.
 
Nos quedamos las dos solas
y no tenemos más nada en común
que este punto en común.
 
El extranjero es consuelo y tristeza
y engaño como todo. Con el tiempo
parece sueño nomás y soledad.
 
 
Palabras al viento


En la tierra, por cada pequeña palabra pagas
cada vez que rompes el silencio.
Tan profundo como amas serás herido
y malentendido casi tan a menudo como hablas.
 
~

Vieja receta

*

Tómate la existencia como tiempo de prueba,
sin quejas, sin preguntas.
Sube calladamente la sombría escalera,
porque, después de todo, resulta más liviano
cargar la propia cruz
que irla arrastrando. 

~

Los primeros años

*

Abandonada
por la noche me lancé
a una barca
y alcancé una orilla.
Contra la lluvia, me apoyé en las nubes.
Contra el viento airado, en colina de arena.
No se podía confiar en nada,
sólo en la sorpresa.
Comí las frutas florecientes de la añoranza,
bebí del agua que da sed.
Extranjera, muda en regiones extrañas,
me helé de frío en los años lúgubres.
Como patria me elegí el amor.

~

El célebre sentimiento

*

Cuando morí por vez primera
–aún sé cómo ocurrió–,
morí en silencio y fue del todo,
pasó en Hamburgo, el mes de abril,
y yo tenía dieciocho.
Cuando morí por vez segunda
la muerte me hizo daño.
Yo te dejé bien poca cosa:
el corazón batiendo en tu portón,
sobre la nieve huellas rojas.
Pero al morir por vez tercera
no me dolió ya tanto.
Tan cotidiana como el pan
y los vestidos fue la muerte.
Ya no me muero más.

***
Mascha Kaléko (Chrzanów, 1907-Zúrich, 1975)
Tres versiones de Geraldine Gutiérrez-Wienken y tres de Inmaculada Moreno respectivamente.

/

Im Exil

*

Ich hatte einst ein schönes Vaterland –
So sang schon der Flüchtling Heine.
Das seine stand am Rheine,
Das meine auf märkischem Sand.
 
Wir alle hatten einst ein (siehe oben!).
Das fraß die Pest, das ist im Sturz zerstoben.
O Röslein auf die Heide,
Dich brach die Kraftdurchfreude.
 
Die Nachtigallen wurden stumm,
Sehn sich nach sicherm Wohnsitz um,
Und nur die Geier schreien
Hoch über Gräberreihen.
 
Das wird nie wieder, wie es war,
Wenn es auch anders wird.
Auch, wenn das liebe Glöcklein tönt,
Auch wenn kein Schwert mehr klirrt.
 
Mir ist zuweilen so, als ob
Das Herz in mir zerbrach.
Ich habe manchmal Heimweh.
Ich weiß nur nicht, wonach

~

Auf Reisen


Ich gehe wieder auf Reisen
Mit meiner leisen
Gefährtin, der Einsamkeit.
 
Wir bleiben zu zweien einsam
Und haben nichts weiter gemeinsam
Als diese Gemeinsamkeit.
 
Die Fremde ist Tröstung und Trauer
Und Täuschung wie alles. Von Dauer
Scheint Traum nur und Einsamkeit.

~

Worte in den Wind

*

Du zahlst für jedes kleine Wort auf Erden,
für jedes Mal, da du das Schweigen brichst.
So tief du liebst, wirst du verwundet werden
und mißverstanden, fast sooft du sprichst.

~

Altes rezept

*

Nimm das Dasein als Bewährungsfrist,
ohne klagen, ohne fragen.
Schweigend steig hinauf die dunklen Treppen,
weil es immerhin noch leichter ist,
sein Kreuz zu tragen,
als es zu schleppen.

~

Die frühen Jahre

*

Ausgesetzt 
In einer Barke von Nacht 
Trieb ich 
Und trieb an ein Ufer. 
An Wolken lehnte ich gegen den Regen. 
An Sandhügel gegen den wütenden Wind. 
Auf nichts war Verlaß. 
Nur auf Wunder. 
Ich aß die grünenden Früchte der Sehnsucht, 
Trank von dem Wasser das dürsten macht. 
Ein Fremdling, stumm vor unerschlossenen Zonen, 
Fror ich mich durch die finsteren Jahre. 
Zur Heimat erkor ich mir die Liebe.

~

Das berühmte Gefül

*

Als ich zum ersten Male starb,
ich weiß noch, wie es war.
Ich starb so ganz für mich und still,
Das war zu Hamburg, im April,
Und ich war achtzehn Jahr.

Und als ich starb zum zweiten Mal,
Das Sterben tat so weh.
Gar wenig hinterließ ich dir:
Mein klopfend Herz vor deiner Tür,
Die Fußspur rot im Schnee.

Doch als ich starb zum dritten Mal,
Da schmerzte es nicht sehr.
So altvertraut wie Bett und Brot
Und Kleid und Schuh war mir der Tod.
Nun sterbe ich nicht mehr.

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