Consejo a un joven profeta
*
Aléjate, hijo, estos lagos son sal. Estas flores
Comen insectos. Aquí los lunáticos
Gritan y saltan en una tierra muy seca.
O donde hay algún monumento de heno
Algunos padres del miedo con mala cara
Lideran un rito poco inteligente
Para bailar en la montaña infausta,
Para bailar, van, y agitan el pecado
Fuera de sus pies y manos,
Frenéticos hasta la repentina noche
Caen muy silentes, y el pecado mágico
Se arrastra, oculta y vuelve otra vez.
Las tierras baldías resuenan con presagios de ruina:
Siete están muy satisfechos, recuperando la posesión:
(¡Trae un poco de mescalina, te pondrás bien!)
Hay algo en tus huesos
Hay alguien sucio en tu piel sensible,
Hay una tradición en tu cruel dedo mal dirigido
Que debes obedecer, y garabatear en la arena caliente:
"Que todo el mundo venga y asista
Donde las luces y los aires se fijan
Para enseñar y entretener. Oh, mira a la gente de la arena
Saltando en la diana desnuda
Sacude lo salvaje de sus miembros,
Trata de hacer la paz como Juan en las pieles
Elías en el aire tímido
o Antonio en las tumbas:
Desenfundad el gatillo imaginario, hermanos.
Disparad al diablo: ¡volverá de nuevo!"
América necesita a estos amigos fatales
De Dios y de la patria, para arrastrarse en cenizas místicas,
Grandes profetas cuyas palabras no arden,
Luchan todo el día contra el imago extenuante.
Sólo estos lunáticos, (Oh feliz casualidad)
Sólo estos son enviados. Sólo este trueno anémico
Gruñe en las salinas, en la noche sin lluvia:
¡Oh, vete a casa, hermano, vete a casa!
El diablo está de vuelta,
Y el infierno mágico está tragando moscas.
~
Después del Oficio Nocturno - Abadía de Getsemaní
*
Aún no es el tiempo gris y helado
Cuando los graneros salen de la noche como barcos:
No vemos a los hermanos, portando linternas,
Hundirse en la tranquila niebla,
Tan diversos como los espíritus que, con lámparas, son enviados
A buscar en el Jerusalén de nuestras almas
Hasta que nuestras casas descansen
Y las mentes envuelvan al Verbo, nuestro Huésped.
Alabanzas y cánticos anticipan
Cada día las campanas cantoras que despiertan al sol,
Pero ahora nuestra salmodia ha terminado.
Nuestras apuradas almas rebasan el día:
Ahora, antes del amanecer, tienen su mediodía.
La Verdad que transubstancia la noche del cuerpo
Ha hecho de nuestras mentes Su templo-carpa:
Abre el ojo secreto de la fe
Y bebe estas profundidades de luz invisible.
Los débiles muros
del mundo caen
Y el cielo, en inundaciones, entra a raudales:
Húndete desde tus fondos, alma, en la eternidad,
Y sacia tu maravilla en ese manantial de lagos profundos.
Tocamos los rayos que no podemos ver,
Sentimos la luz que parece cantar.
Vuelve a la cama, sol rojo, llegas demasiado tarde,
Y escóndete detrás de Mount Olivet-
Pues como la luna voladora, prisionera,
Dentro de las ramas de un enebro,
Así en las jaulas de la conciencia
La paloma de Dios todavía está prisionera:
Sol indómito, vuelve a la cama.
Pero ahora las lanzas de la mañana
Disparan todo su oro contra el campanario y la torre de agua.
Volviendo a las ventanas de nuestra profunda morada de paz,
Saliendo a nuestras puertas conscientes
Encontramos nuestras almas empapadas de gracia, como el vellón de Gedeón.
Thomas Merton (Prades, Francia, 1915-Bangkok, 1968)
Versiones de Nicolás López-Pérez
/
Advice to a Young Prophet
*
Keep away, son, these lakes are salt. These flowers
Eat insects. Here private lunatics
Yell and skip in a very dry country.
Or where some haywire monument
Some badfaced daddy of fear
Commands an unintelligent rite.
To dance on the unlucky mountain,
To dance they go, and shake the sin
Out of their feet and hands,
Frenzied until the sudden night
Falls very quiet, and magic sin
Creeps, secret, back again.
Badlands echo with omens of ruin:
Seven are very satisfied, regaining possession:
(Bring a little mescaline, you’ll get along!)
There’s something in your bones,
There’s someone dirty in your critical skin,
There’s a tradition in your cruel misdirected finger
Which you must obey, and scribble in the hot sand:
“Let everybody come and attend
Where lights and airs are fixed
To teach and entertain. O watch the sandy people
Hopping in the naked bull’s-eye,
Shake the wildness out of their limbs,
Try to make peace like John in skins
Elijah in the timid air
or Anthony in tombs:
Pluck the imaginary trigger, brothers.
Shoot the devil: he’ll be back again!”
America needs these fatal friends
Of God and country, to grovel in mystical ashes,
Pretty big prophets whose words don’t burn,
Fighting the strenuous imago all day long.
Only these lunatics, (O happy chance)
Only these are sent. Only this anaemic thunder
Grumbles on the salt flats, in rainless night:
O go home, brother, go home!
The devil’s back again,
And magic Hell is swallowing flies.
~
After the Night Office - Gethsemani Abbey
*
It is not yet the grey and frosty time
When barns ride out of the night like ships:
We do not see the Brothers, bearing lanterns,
Sink in the quiet mist,
As various as the spirits who, with lamps, are sent
To search our souls’ Jerusalems
Until our houses are at rest
And minds enfold the Word, our Guest.
Praises and canticles anticipate
Each day the singing bells that wake the sun,
But now our psalmody is done.
Our hasting souls outstrip the day:
Now, before dawn, they have their noon.
The Truth that transsubstantiates the body’s night
Has made our minds His temple-tent:
Open the secret eye of faith
And drink these deeps of invisible light.
The weak walls
Of the world fall
And heaven, in floods, comes pouring in:
Sink from your shallows, soul, into eternity,
And slake your wonder at that deep-lake spring.
We touch the rays we cannot see,
We feel the light that seems to sing.
Go back to bed, red sun, you are too late,
And hide behind Mount Olivet—
For like the flying moon, held prisoner,
Within the branches of a juniper,
So in the cages of consciousness
The Dove of God is prisoner yet:
Unruly sun, go back to bed.
But now the lances of the morning
Fire all their gold against the steeple and the water-tower.
Returning to the windows of our deep abode of peace,
Emerging at our conscious doors
We find our souls all soaked in grace, like Gideon’s fleece.
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