jueves, 19 de agosto de 2021

bertolt brecht / balada del consentimiento a este mundo













1
No soy injusto, tampoco valiente
Hoy me han mostrado el mundo
Me lo señalaron con un dedo ensangrentado
Y yo apresurado, les dije que me gustaba.

2
El garrote sobre mí, el mundo ante los ojos
Estuve viéndolo desde la mañana hasta la noche
Vi a los carniceros, como los carniceros sirven
Y me preguntaron: ¿Te alegra lo que ves? Yo dije: Sí.

3
Y desde ese momento les dije que sí a todos.
Es mejor un cobarde que un hombre muerto.
Solo para no caer en esas manos
Consentí en todo lo que no se puede consentir.

4
Vi al latifundista practicar la usura con los cereales
Al pueblo hambriento sacarse el sombrero ante él.
Rodeado de sabelotodos, dije en voz alta:
Es un poco caro, pero se ve bien.

5
Vi a los empresarios allí: uno de cada tres
Puede emplear y explotar gente.
Y les dije a los que no son empresarios: 
Hay que preguntarles. Yo no sé nada de Economía.

6
Vi a sus militares, planeando sus saqueos
Vi a los que por cobardía, los dejan andar libres.
Sospechando lo peor, les cedí el paso y grité:
¡Bravo! ¡Ellos son genios de la técnica!

7
Vi a los parlamentarios que a sus votantes hambrientos
Aseguran que lo harán aún mejor.
Les digo que son grandes oradores.
No mienten, se han equivocado.

8
Vi a los burócratas enmohecidos
Mantener la noria en funciones
Todavía mal pagados por patear y empujar:
Para ellos pido un aumento de sueldo.

9
Esto no debería molestar a los policías
A ellos e incluso a los señores de la corte
Les paso la toalla para sus manos con sangre
Para que vean que yo tampoco les niego.

10
Vi a los jueces, que defienden la propiedad
Ocultar bajo el estrado los zapatos con sangre
Como no se me permite, no quiero ofender.
Pero si no lo hago, no sé lo que estoy haciendo.

11
Y dije: ¡No se puede sobornar a estos señores
Con suma alguna! ¡Y en ningún momento!
Para cumplir la ley e impartir justicia.
Dije: ¿No es suficiente incorruptibilidad?

12
Allí, a tres pasos de mí, vi a algunos malandrines
Golpeando a una mujer, a un anciano y a un niño.
Veo también que ellos tienen lumas.
Y me doy cuenta que no son malandrines.

13
Vi a la policía que combate a la pobreza
para que la miseria no nos inunde,
con las manos llenas de trabajo. Les doy mi
última camisa para que me protejan del ladrón 

14
Tras demostrar que no hay maldad en mí
Espero que miren a través de mis dedos
Más aún si reivindico a quienes
han injuriado en los periódicos.

15
Para los periodistas: la sangre de las víctimas
oficia de tinta: los asesinos no lo hicieron.
Les entrego las hojas de papel recién impresas
Y digo: Su estilo es bueno, hay que leerlo.

16
El poeta nos da a leer su Montaña Mágica.
¡Lo que dice ahí (por el dinero) está bien dicho!
Lo que calla (por nada): pudo ser la verdad.
Yo digo: el hombre es ciego y no fue sobornado.

17
El comerciante allí, implora a los peatones:
"no son mis peces los que apestan, ¡soy yo!"
Ese no come pescado podrido. Entonces,
mantengo la buena onda, tal vez me venda.

18
El hombre, medio comido por las espinillas
Se compra una jovencita con dinero robado
Estrecho su mano con cuidado, pero contento
Y le agradezco por ayudar a la mujer.

19
A los médicos que tratan a los pacientes pobres
Como los pescadores regresan un pez pequeñísimo
No puedo desecharlos cuando estoy enfermo
Sobre sus camillas me tiendo, desamparado.

20
A los ingenieros que ponen la cadena de montaje
Que drena la fuerza vital de los que trabajan en ella
Les alabo por su triunfo técnico.
Es la victoria del espíritu lo que me hace llorar.

21
Vi a los profesores, pobres percusionistas de nalgas
Modelar al niño a su imagen y semejanza.
Reciben su salario directo del Estado.
De lo contrario, morirían de hambre. ¡No los reten!

22
Y los niños que veo que tienen catorce años
Son tan altos como los de seis y hablan como ancianos.
Y digo: así es. Aunque a la pregunta detrás:
¿Por qué es así? Yo digo que no lo sé.

23
Los profesores que con hermosas palabras
Justifican lo que hace su empleador
Hablan de crisis económicas en lugar de asesinatos:
No son peores de lo que pensaba.

24
A la ciencia, que multiplica nuestro conocimiento
Que a su vez, de nuevo, aumenta nuestra miseria
Es adorada como la religión, que hace crecer
Nuestra ignorancia, que también es adorada.

25
De eso, nada más. Los curas son mis cercanos.
Ellos resisten pese a la guerra y las matanzas
Tienen fe en el amor y en la protección del de arriba
Eso no lo van a olvidar.

26
Vi al mundo alabar a Dios y al usurero
Escuché al hambre gritar: ¿dónde hay comida? 
Vi unos dedos muy cobardes apuntando al cielo.
Entonces dije: ¡Vieron que hay algo allí!

27
Los conocidos cabecillas, que hace tiempo
George Grosz bocetó, están, según oí, a punto 
de cortarle la garganta a la humanidad.
Los planes cuentan con mi consentimiento.

28
Vi a los asesinos y vi a las víctimas
Y sólo corajudos y sin genuina pena
Vi a los asesinos elegir a sus víctimas
Y grité: ¡consiento esto, por completo!

29
Los vi venir, ver el tren de carniceros
Y aún quiero gritarles: ¡Pare! Y aquí solo sé 
Que hay guardias de pie, con la mano en la oreja.
Me escucho gritando con ellos: ¡Heil!

30
Ya que la bajeza y la miseria no son de mi agrado
Mi arte carece de ímpetu en estos tiempos
Pero a la suciedad de su mundo sucio
Le hace falta -lo sé- mi consentimiento.

***
Bertolt Brecht (Augsburgo, 1898-Berlín Este, 1956)
Versión de Nicolás López-Pérez

/

Ballade von der Billigung der Welt

*

1
Ich bin nicht ungerecht, doch auch nicht mutig
Sie zeigten mir da heute ihre Welt
Da sah ich nur den Finger, der war blutig
Da sagt ich eilig, daß sie mir gefällt.

2
Den Knüppel über mir, die Welt vor Augen
Stand ich vom Morgen bis zur Nacht und sah.
Sah, daß als Metzger Metzger etwas taugen
Und auf die Frage: Freut's dich? sagte ich: Ja.

3
Und von der Stund an sagt ich ja zu allen
Lieber ein feiger als ein toter Mann.
Nur um in diese Hände nicht zu fallen
Billigte ich, was man nicht billigen kann.

4
Ich sah den Junker mit Getreide wuchern
Hohlwangig Volk zog vor ihm tief den Hut.
Ich sagte laut, umringt von Wahrheitssuchern:
Er ist ein wenig teuer, aber gut.

5
Die Unternehmer dort: nur jeden dritten
Können sie brauchen und verwerten sie.
Ich sagte den Nichtunternommenen: Die müßt ihr bitten
Ich selbst versteh nichts von Ökonomie.

6
Sah ihre Militärs, Raubkriege planend
Die man aus Feigheit frei herumgehn ließ.
Ich trat vom Gehsteig und rief, Böses ahnend:
Hut ab! Die Herrn sind technische Genies!

7
Die Volksvertreter, die den hungrigen Wählern
Versichern, daß es durch sie besser wird
Ich nenn sie gute Redner, sag: Sie haben
Gelogen nicht, sie haben sich geirrt.

8
Sah die Beamten, schimmelangefressen
Ein Riesenjauchenschöpfrad halten sie in Schwung
Selbst schlecht entlohnt für Treten und für Pressen:
Ich bitt für sie hiermit um Aufbesserung.

9
Dies soll die Polizisten nicht verstören
Ihnen und selbst den Herren vom Gericht
Reich ich das Handtuch für die blutigen Hände
Damit sie sehen, auch sie verleugn' ich nicht.

10
Die Richter, die das Eigentum verteidigen
Versteckend unterm Richtertisch die blutigen Schuh
Will ich, da ich nicht darf, auch nicht beleidigen
Doch tu ich's nicht, weiß ich nicht, was ich tu.

11
Ich sag: Die Herren kann man nicht bestechen -
Durch keine Summe! Und zu keiner Zeit!-
Zu achten das Gesetz und Recht zu sprechen.
Ich frag: Ist das nicht nicht Unbestechlichkeit?

12
Dort, drei Schritt vor mir, seh ich einige Rüpel
Die schlagen ein auf Weib und Greis und Kind.
Da seh ich eben noch: sie haben Gummiknüppel
Da weiß ich, daß es keine Rüpel sind.

13
Die Polizei, die mit der Armut kämpft
Damit das Elend uns nicht überschwemmt
Hat alle Hände voll zu tun. Wenn sie mich
Vor Diebstahl schützt - für sie mein letztes Hemd.

14
Nachdem ich so bewiesen, daß in mir kein Arg ist
Hoff ich, daß ihr mir durch die Finger seht
Wenn ich mich jetzt zu jenen auch bekenne
Von denen Schlimmes in der Zeitung steht

15
Den Zeitungsschreibern. Mit dem Blut der Opfer
Schmieren sie's hin: die Mörder sind es nicht gewesen.
Ich reiche euch die frisch bedruckten Blätter
Und sag: Ihr Stil ist aber gut, ihr müßt es lesen.

16
Der Dichter gibt uns seinen Zauberberg zu lesen.
Was er (für Geld) da spricht, ist gut gesprochen!
Was er (umsonst) verschweigt: die Wahrheit wär's gewesen.
Ich sag: Der Mann ist blind und nicht bestochen.

17
Der Händler dort, beschwörend die Passanten:
Nicht meine Fische stinken, sondern ich!
Braucht selber keinen faulen Fisch zu fressen. So, den
Halt ich mir warm, vielleicht verkauft er mich.

18
Dem Mann, halb von Furunkeln aufgegessen
Kaufend ein Mädchen mit gestohlenem Geld
Drück ich die Hand vorsichtig, aber herzlich
Und danke ihm, daß er das Weib erhält.

19
Die Ärzte, die den kranken Armen
Wie Angler den zu kleinen Fisch
Wegwerfen, kann ich krank nicht missen
Ich leg mich ihnen hilflos auf den Tisch.

20
Die Ingenieure, die das Fließband legen
Das den dran Schuftenden die Lebenskraft entführt
Lob ich des technischen Triumphes wegen.
Der Sieg des Geistes ist's, der mich zu Tränen rührt.

21
Ich sah die Lehrer, arme Steißbeintrommler
Formen das Kind nach ihrem Ebenbild.
Sie kriegen ihr Gehalt dafür vom Staate.
Sie müßten hungern sonst. Daß sie mir keiner schilt!

22
Und Kinder seh ich, die sind vierzehn Jahre
Sind groß wie sechs und reden wie ein Greis.
Ich sag: so ist's. Doch auf die stumme Frage:
Warum ist's so? sag ich, daß ich's nicht weiß.

23
Die Professoren, die mit schönen Worten
Rechtfertigen, was ihr Auftraggeber macht
Von Wirtschaftskrisen sprechend statt von Morden:
Sie sind nicht schlimmer, als ich mir's gedacht.

24
Die Wissenschaft, stets unser Wissen mehrend
Welches dann wieder unser Elend mehrt
Verehre man wie die Religion, die unsere
Unwissenheit vermehrt, und die man auch verehrt.

25
Sonst nichts davon. Die Pfaffen stehn mir nahe.
Sie halten hoch durch Krieg und Schlächterei'n
Den Glauben an die Lieb und Fürsorg droben.
Es soll dies ihnen nicht vergessen sein.

26
Sah eine Welt Gott und den Wucher loben
Hörte den Hunger schrein: Wo gibt's was? Sah
Sehr feiste Finger deuten nach oben.
Da sagt' ich: Seht ihr, es ist etwas da!

27
Gewisse Sattelköpfe, die vor Zeiten
George Grosz entwarf, sind, hör ich, auf dem Sprung
Der Menschheit jetzt die Gurgel durchzuschneiden.
Die Pläne finden meine Billigung.

28
Ich sah die Mörder und ich sah die Opfer
Und nur des Muts und nicht des Mitleids bar
Sah ich die Mörder ihre Opfer wählen
Und schrie: Ich billige das, ganz und gar!

29
Ich sah sie kommen, seh den Zug der Schlächter
Will doch noch brüllen: Halt! Und da, nur weil
Ich weiß: es stehen, Hand am Ohr, da Wächter
Hör ich mich ihm entgegenbrüllen: Heil!

30
Da Niedrigkeit und Not mir nicht gefällt
Fehlt meiner Kunst in dieser Zeit der Schwung
Doch zu dem Schmutze euren schmutzigen Welt
Gehört - ich weiß es - meine Billigung.

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