martes, 10 de agosto de 2021

leda quintana rondón / de "la casa umbría"










Martín en Chayara

*

a mi abuela yauyina Autbertha Chaupín García
y a su hijo Martín, mi padre

El corazón de mi madre es una caverna
Allí nos guarecemos del frío
Mis hermanos y yo
Pétreo y celeste es el útero
Desde donde escribo este poema.
Madre remueve la tierra
Siembra en mí guijarros oscuros
Me riega con sus sudores
Quita mis malezas
Barbecha con cuidado mis surcos.
Yo crezco entre los molles
Con las voces de cedrones y retamas
Dibujo y abro ventanas en la cueva
Excavo túneles.
Me pierdo en los laberintos de Chayara
Allí queda la chacra de mis padres
Una cuesta de piedras donde escucho
Batallas de cerros, risas de acequias.
Allí empecé a leer mi tierra
Los silencios de mi cueva
Los abismos y sus constelaciones.

~

Vestigios

*

Abro el miedo. Tener corazón para la paz. Tener corazón para la peste.
                                                                                                        TERESA ORBEGOSO


a mis hermanas Jessi, Caro y Virgi,
por las quintas umbrías
y por las casas de aire, agua, tierra y fuego


Dentro de mí vuelan mariposas. Tienen alas con rayas de tigre, arcoíris de muerte, pétalos de sol, un sol adherido a una noche, muchos ojos en la piel, túneles luminosos que sangran sobre sus enigmas.

Las mariposas son latidos escribiendo los pasos que llevan de regreso a la niña a su quinta de Lima, a su silencio sepia.

Mis mariposas son cuchillos que vuelan debajo de mi vientre y escriben… Vestigios de la niña que murió engullida por un mar negro cuando intentaba escapar de la tierra en llamas que era su cuerpo.

~

Cuando era niña amé un nombre corroído por el liquen

*

Tú viajas junto a mí a mi lado y soy la yerba por donde vas caminando sin que se noten tus ojos y tu canto
ENRIQUE VERÁSTEGUI


a Patty, Susi & Jannet


I

Cuando era niña amé un nombre corroído por el liquen
ese nombre no sabía flotar
era como una soga amarrada al cemento
que se encontraba con mi nombre
hasta formar
una boca de luz con las paredes dibujadas
por la humedad del Centro de Lima.


II

En mi infancia
seres sin pies me hablaban
debajo de la cama.
Viajé a la sierra y a la selva
y de regreso al sótano de mi quinta
me convertí en nefelibata.
Volaba
hasta encontrarme arriba con mis ancestras
que me ofrecían sus brazos para llevarme
allá de donde venían los ícaros.
Cada eco deshacía las gradas de madera
al bajar por las sombras de mi vieja quinta.
Cada eco era un camino de hojas y mucho lodo
hacia el árbol de la lupuna.

 
III

Hace dos semanas volví al lugar
adonde viajaba de niña con mi imaginación.
Fue un viaje dentro del viaje
―no sentía el oxígeno―
solo la hoguera de los colores
y su doble camino
incendiando
la misma corteza del árbol
donde dibujé
―en mi Infancia―
tu nombre
junto al mío
como una casa umbría.

~

Casa umbría III

*

a Rosalía y a Celia,
mis raíces maternas ancashinas, cuando eran niñas

Abril siempre fue el mes más bello
desprende sótanos
Una lámpara debajo de las frazadas
La niña ovillada en su cama
grita sin voz
pide ayuda
no puede hablar
pero
lee
respira
ecos oscuros, sonámbulos
del lugar más alejado de la quinta

La niña camina
a tientas
es de noche
abre el zaguán de la casa de Huasta
se mira desde el pozo en el que se cayó su hermano
escucha el granizo
una rueca en movimiento
el huso de silencios de su abuela que ahora fuma:
Un oráculo
―la humareda―
las cenizas caen como anillos
con ellas la anciana unge los dedos
y el cuello de la nieta
cierra los ojos.

La abuela ahora sopla
el pecho de la nieta
sus manos
hilan con vigor
versos en el aire
un tejido en varios tiempos:
el primer esposo perdido
su amado segundo esposo
sus seis hijos
un único amante al que nunca volvió a ver
su nieta con la que duerme todas las noches
un bisnieto de abril
las hermanas muertas.

La abuela Rosalía vuelve a prender su cigarro Inka
y escribe
las hojas perdidas de su corazón

                                           dentro de otro corazón
sus manos cuidan flores en su nueva casa
de Jesús María
sus manos enseñan a su nieta
a hilar una nueva casa
una casa con zaguán / sótano/ muchas ventanas
hilar
porque urge púrpura la niebla
y hasta la desesperación requiere un cierto orden.

Una mujer de cabellos negros y largos
se encuentra con la niña.
Ellas escriben
―con la saliva de sus madres y de sus abuelas―
intentan juntas
hilar/se
y con los ojos de las cenizas
de todas sus casas
en sus manos
Navegar

***
Leda Quintana Rondón (Lima, 1972) 
Fotografía de Alexis Quintana Rondón & posproducción por Sebastián García Quintana.







Leda Quintana Rondón
La casa umbría
Rancagua: Astronómica, 2021.
Para adquirir escriba a contraeditorialastronomica@gmail.com

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