sábado, 3 de abril de 2021

mircea cărtărescu / dos poemas










Miedo

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¿Quién me encerró en esta urdimbre demente de quarks y electrones y fotones? ¿Por qué tengo órganos y tejidos como los de los escarabajos y los reptiles? ¿Qué tengo que ver yo con mis dedos, mi casa, mis estrellas, mis padres, mi piel? ¿Por qué no recuerdo el tiempo anterior a mi nacimiento? ¿Por qué no puedo recordar el futuro? He sentido siempre tanto miedo del mundo en el que me encuentro enterrado que, al fin y al cabo, no puedo evitar pensar que la realidad es tan solo miedo puro, miedo helado. Vivo con miedo, respiro miedo, trago miedo, seré enterrado en miedo. Transmito mi miedo de generación en generación, tal y como lo he recibido también yo de mis padres y mis abuelos.

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Mi sueño es una grabadora
solo se necesita muy poco para ser feliz
cuando terminé mis meditaciones sobre el infinito
cuando mis delirios de grandeza se disolvieron
cuando la marca en mis huesos y collar se desvaneció
cuando de repente dejé de pensar en mí mismo como
Jesús, Bob Dylan, Gauss y Vonnegut
(jr.) al mismo tiempo cuando
la palabra pronto tuvo sentido para mí
y lo diré de nuevo: cuando parezca
que las nubes nunca toman forma de guitarra, torno, carrusel, lata de café
regla deslizante, clavícula o muelas del juicio,
cuando me doy cuenta de que no tengo más remedio que vagar
manos en mis bolsillos
entre colores en ruinas,
cuando supe que no pienso con mi cerebro, y nada depende de mí
y no me detendré ahí:
cuando me vi obligado a tener un departamento y un trabajo
pero pensé que esta vida era demasiado pobre para mí
cuando estaba lleno de lunares, tumores benignos me taladraban
cuando leo a Dostoievski sin hacer una mueca
cuando yo, el maravilloso espectáculo, hice cola en la tienda,
pensé en comprar una grabadora de carrete a carrete
Kashtan, dos mil dólares,
porque me gusta más escuchar música
y me encantaría tener algo tan lindo
escuchándome
a menudo
saliendo de la escuela, paraba en las tiendas de electrónica
en Strada Doamna Ghica
y vi la hermosa grabadora que me prometieron
su linda figura cuadrada
sus suaves e inteligentes carretes
sus LED verdes parpadeantes
allí, en exhibición
entre dos delicados altavoces negros
y ahora ella es mi sueño, cuando todos los demás sueños se han ido.
Ah su plexiglás, carretes hipnóticos
sus giros irregulares y perezosos…

***
Mircea Cărtărescu (Bucarest, 1956)
Versiones de Marian Ochoa de Eribe y de Lala Toutonián respectivamente.

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