La poesía es el último refugio de lo poco imaginativo.
La poesía tiene poco que ofrecer
fuera de la poesía misma. Los poetas eligen ser
poetas porque no tienen el impulso
de ser algo mejor.
Los lectores son aforismos de un libro.
Toda la mala poesía surge de sentimientos genuinos.
Ser natural es ser
obvio y ser obvio es ser poco artístico.
La poesía, lamentablemente, sabe que es
poesía, mientras que la escritura
no siempre sabe que es escritura.
El arte es una conversación, no una oficina de patentes.
Los poetas, en una ignorancia supina
acerca de la capacidad de compartir – al
contrario de acumular – sus textos, están ignorando
potencialmente la innovación
artística más importante del siglo XX: el collage.
¿Qué está en riesgo? Nada excepto
por su propia obsolescencia.
Si no compartes, no existes.
Esperamos de los gásfiter, electricistas, ingenieros y médicos,
que tengan tanto
un vocabulario específico y especializado,
como también que estén en la
vanguardia de los nuevos avances
en sus respectivos campos,
pero despreciamos a los poetas que hacen lo mismo.
Los poetas son juzgados ahora no por la calidad
de su escritura sino por la
infalibilidad de sus opciones.
No haber sido popular en la educación media
no es razón suficiente para
publicar libros.
Los poetas inmaduros imitan, los poetas maduros roban.
En teoría, no hay diferencia entre teoría y práctica.
Pero, en la práctica, sí la hay.
La reglas son pautas para gente estúpida.
En poesía celebramos la mediocridad e ignoramos la radicalidad.
La poesía tiene más que aprender del diseño gráfico,
la ingeniería, la arquitectura,
la cartografía, el diseño automotriz,
o de cualquier otro tema, que no sea poesía
propiamente tal.
No se le debiera decir a los poetas que escriban
sobre lo que saben. Ellos no saben
nada, por eso son poetas.
La Internet no es algo que desafía quiénes somos
o cómo lo escribimos es quienes
somos y como escribimos.
Los poetas – al ser poetas –
son simplemente los últimos
en darse cuenta de este hecho.
Si escribir un poema es inherentemente trágico,
es porque es difícil creer que el
autor no tiene nada mejor que hacer.
Es inherentemente trágico porque todavía
elegimos una forma anticuada
como medio de argumentación.
Si tuviéramos algo que decir, ¿elegiríamos el poema
–con su audiencia fragmentada
y su falta de diversidad cultural–
como escenario para anunciar esa opinión?
Por favor, no más poesía.
***
Derek Beaulieu (Montreal, 1973)
Versión de Carlos Soto Román
/
Please, no more poetry
*
Poetry is the last refuge of the unimaginative.
Poetry has little to offer outside of poetry itself. Poets chose to be poets because they do not have the drive to become something better.
Readers are a book’s aphorisms.
All bad poetry springs from genuine feeling. To be natural is to be obvious, and to be obvious is to be inartistic. Poetry, sadly, knows it’s poetry, while writing doesn’t always know it’s writing.
Art is a conversation, not a patent office.
Poets in ostrich-like ignorance of the potential of sharing—as opposed to hoarding—their texts, are ignoring potentially the most important artistic innovation of the 20th century: collage. What’s at stake? Nothing but their own obsolescence. If you don’t share you don’t exist.
We expect plumbers, electricians, engineers and doctors to both have a specific and specialized vocabulary and be on the forefront of new advancements in their field, but scorn poets who do the same.
Poets are now judged not by the quality of their writing but by the infallibility of their choices.
Having been unpopular in high school is not just cause for book publications.
Immature poets imitate; mature poets steal.
In theory, there is no difference between theory and practice. But, in practice, there is.
Rules are guidelines for stupid people.
In poetry we celebrate mediocrity and ignore radicality.
Poetry has more to learn from graphic design, engineering, architecture, cartography, automotive design, or any other subject, than it does from poetry itself.
Poets should not be told to write what they know. They don’t know anything, that’s why they are poets.
The Internet is not something that challenges who we are or how we write, it is who we are and how we write. Poets—being poets—are simply the last to realize the fact.
If writing a poem is inherently tragic it is because it is hard to believe that the author had nothing better to do. It is inherently tragic because we still choose an out-dated form as a medium for argumentation.
If we had something to say would we choose the poem—with its sliver of audience and lack of cultural cachet—as the arena to announce that opinion?
Please, no more poetry.
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