jueves, 14 de mayo de 2020

óscar málaga / poema para jack kerouac













Ha muerto el gato mayor,
ha muerto el gato mayor
Canción – Los Saicos

In memoriam

El sol en el oeste parecía una grúa muerta.
Los campos estaban sembrados de edificios y lámparas eléctricas
Yo, solo, sabiendo que nada es comparable con la tranquilidad de los ríos de arroz.
Había muchas cosas sin sentido y sin embargo por ellas vivíamos.
Un tembloroso retorno agobió mis ojos: temblé.
A lo lejos la montaña habitada daba un tono de enredo a mi ciudad.
Y Alfredo, habitador de multitudes,
me habló de tu muerte acaecida en los diarios
en los bares
en las manos
y yo vi el hotel apagado
la noche resguardando mis lágrimas
el tiempo de los milagros acabado
y durante un momento tuve visiones horribles y pensé en ti.
Una lámpara de aceite procura luz en esta soledad
que ahora vislumbro será grande y fuerte
y se introducirá en mí: Yo la amaré.
yo la tendré como los único fuerte
como lo único que quebrará esta ciudad que detesto.
Arranqué algunos nombres que en ese momento me habitaban: hui.
Los terrenos del reino del norte están sembrados de crespones negros.
Y las guerras entre señores y esclavos aún persisten.
Yo he hablado de la verdad.
Siento que Nora es dueña inmensa de este mi dolor fuerte como la nieve.
¿Pero qué diferencia hay entre ella que amo y tú que vibras?
Ahora camino por la colmena con las manos en los bolsillos
sin saber qué hacer, ni a quién buscar; Alfredo se ha ido
(miro la foto de ella y siento mi cuerpo crujir
sé que los señores serán vencidos y sin embargo no veo luces en esta soledad)
me hago consciente de tu muerte y quiero gritar, nuevamente verte
no hay nadie a quien gritar:
nadie a quien pegar
nadie a quien echarle la culpa sin saber que estoy mintiendo
sin realmente entender que debo empezar a destrozarme.
Sigo caminando y pienso que quiero hacer una canción dedicada a ti
para que la canten Los Saicos y la baile gente joven.
¿Qué más puedo hacer en esta tierra por un amigo?
¿Qué más puedo hacer en esta época por mí?
Los campos de la ciudad se siguen sembrando de malos olores.
Y mi dolor se inunda de tiempo rostros palabras que ya nada me interesan.
El sol en el oeste aún parece una grúa muerta.
La ciudad se habita de seres extraños que desconozco
que se arañan sobre grandes paredes.
¿Ahora qué hacer sin ella que amo?
¿Ahora qué hacer sin él que fue mi amigo?
¿Ahora qué hacer con esta soledad inmensa que no resisto?
Tengo las piernas cansadas, esta noche he caminado mucho y nadie ha aparecido
he recibido noticias que me han dado seres felices: “estamos exterminando a los señores”
y mi corazón sigue muerto, siguen pasando las grullas,
me sigo destrozando contra una oscuridad cada vez más inmensa
sigo añorando la tranquilidad que me daba la violencia de sus existencias
pero ahora,
comprende Jack, comprende Nora,
al caminar por las calles, es horrible, no reconozco a nadie.

***
Óscar Málaga (Lima, 1947)

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