lunes, 4 de mayo de 2020

paz molina / de "acróbata"













Esfera

*

La mano del hombre
dibujó una esfera en la humedad
de mi carne hambrienta y en algún lugar se abrió
un espacio indefinible.
La primera sílaba del primer tiempo se adueñó
de mi boca con la intensidad de un absurdo
que promueve orígenes.
Así supe que la tarde concluía en un vértice exacto.
La única posibilidad era agrietar el desvarío
con una risa larga.
Pero la mano del hombre dibujó un círculo
en la cavidad ansiosa de mi mano, recogí su vestigio
con ternura de madre.
Cómplices
caímos en un tibio caracol subterráneo
los sentidos dispersos
la piel tergiversada.
Dialogamos mansamente cual niños perdidos
que recobraran su memoria en el punto perfecto.
Distintos, acallados, los cuerpos agraviaron
la soledad con un estilo cauto.
Y propiciaron el retorno a la realidad
apenas hubo asomo de conciencia.

~

Desnudeces

*

A tu espalda dedico un largo llamado
como una espada nacida de labios húmedos
mi apuesta:
has de nacer prisionero de mi memoria.

Desnudeces que habría envidiado
la curva perfecta de la envidia.
Latigazo en tu imperfección
llamándose tan sólo: mi deleite.

Pasajero en la fiebre amiga que interroga
y que alumbra dichosos ángulos.
Operativo desigual en que convoco
a tu mirada especialista en miedos.

Desnudeces nada más en que proclamo mi osadía
y propongo una existencia, un devenir, una
calamidad siquiera;
cualquier razón que nos sitúe en este mundo.

~

Yo misma

*

El animal que sólo tenía cuatro patas
vislumbra la potencia de cualquier modificación:
lo inesperado se acerca gozoso.
Soy yo quien hace lo inesperado.

Animal de millones de ojos
maravillosos y equívocos.
Me he elegido yo misma
para la contemplación permanente
de lo invisible.

No a la catarata cómica.
No a los pasos de baile.
El animal debe tener el valor de su propio pelaje
y la constante fidelidad
de su magnífica ignominia.

Vislumbremos siquiera y es tan grande
el hallazgo de nuestras propias patas
indiscutibles.

Las ideas nunca son más ni menos
que fragmentos del hombre.

~

S

*

Suicidio
se escribe
con ese
de sangre
con ese
de silencio
con ese
de siempre

~

Te arrepientes

*

No te bastó con verme agonizante.
Quisiste abrir aún más la honda llaga.
Tu espalda insolente dividió mi sueño
en dos mitades imposibles.
Ahora busco la forma de reparar lo irreparable.
Un riesgo se define plácido en mi frente.
Acudo nuevamente a ti. Te nombro y huyes.
Acobardado por mi terrible afán.
Ahíto de sorpresas.
Absoluto de arrepentimiento.

~

Trapecista

*

Trapecista brutal
intenta el pájaro y sucumbe.
Los dedos de los niños lo perdonan.
Su salto es grito de agua.

Vamos a verlo atravesar el éter.

~

Alguna razón

*

Bajó del cielo
trae perfumes imposibles
y velos que opacan su brillo.

Descalza, merodea por si acaso
los mortales encontrarán semejanzas
entre ella y los ángeles.

Exhibe su candor
gira y se extiende
sutil, precisa.

Real, pavorosa
aterradora a veces
irrumpe abriendo las puertas

que cerradas quedarían siempre
a no se por su paso.

~

Lenguajes

*

Una especialidad cualquiera, títulos, cartones…
Nada de eso. Un amor absoluto. Entrega de cuerpo
                                                 y mente al acto lúdico.
Militarmente, estudiado el rigor. Y la compuerta
se inunda a veces, y ciega el ámbito de forma precisa…
Entonces el principio y el caos.
La confabulación misteriosa de los astros.
El no ser y la nada.
Para que luego sobrevenga
el anuncio de lo que ha de venir y el nunca completo
                                                                   retorno
A la vuelta del camino un traje de fracasar espera
y quiero dos ilusiones mayúsculas:
Un amor que todo lo remedie y
una verdad que baste por sí sola.

***
Paz Molina (Santiago de Chile, 1945) Acróbata. Santiago de Chile: Pequeño Dios, 2019.

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