viernes, 29 de junio de 2018

ernesto cardenal / canto cósmico (fragmento)










Los elementos encontrados en los meteoritos

(Museo Geológico de South Kensington)

venidos de estrellas lejanas
son los de nuestro planeta.
Todos los cuerpos celestes sólidos o gaseosos
están compuestos de carbono, oxígeno, nitrógeno y metales
en la misma proporción que la tierra.
¿Son sólo para mirarse las estrellas?
Tanta materia extraterrestre ha caído sobre la tierra
que tal vez el suelo que pisamos es extraterrestre.
De las profundidades del cosmos.
Ciudadanos del universo por nuestra tierra
que es un cuerpo celeste entre los otros.
Y la conciencia en incontables puntos del universo.
1.000.000.000.000.000.000.000 de estrellas
en el universo explorable.
Fiesta de fuegos artificiales
tal vez un millón de sistemas planetarios.
Nuevas estrellas naciendo de la tenue nube de hidrógeno.
Soles con su tierra.
Un universo común.
Uno, sin compañía, en un punto de la superficie
de un planeta pequeño
de una estrella modesta en las afueras de una de las galaxias.
Otean los telescopios el remoto universo,
y gigantescas antenas tratan de escucharlo.
¿Un espacio carente de sentido? ¡Un
universo común!
La seguridad de no estar solos en el cosmos.
La luz cambia de color hacia el rojo
mientras se alejan más y más aprisa las lejanas galaxias
y las ondas de radio se alargan y alargan
como se hace más grave
el silbido de un tren alejándose.
Y mientras más lejana una galaxia mayor
su cambio hacia el rojo y por tanto
mayor su velocidad de retroceso.
Este retroceso de las galaxias
más y más hacia el rojo en el espectro,
mayor y mayor longitud de onda
(tren que se aleja)
sugiere una explosión primordial,
indica
una unión primordial, y una
explosión común.
Explosión hace 20.000 millones de años.
Aún ha quedado un vago rumor de esa explosión,
ondas de radio venidas de las profundidades del espacio,
algo que se percibe en la televisión, dicen,
cuando está a todo volumen sin ningún canal.
Como mil millones de galaxias han visto los telescopios
en un área de mil millones de años luz.
Trenes en la noche alejándose de una estación.
El silbido es más agudo al acercarse
y es más grave cuando se va alejando.
Primero una infinita condensación de la materia.
Y del matrimonio de protones con neutrones
se produjo la vida.
¿Qué hay en una estrella? Nosotros mismos.
Todos los elementos de nuestro cuerpo y del planeta
estuvieron en las entrañas de una estrella.
Somos polvo de estrellas.
Hace 15.000.000.000 de años éramos una masa
de hidrógeno flotando en el espacio, girando lentamente, danzando.
Y el gas se condensó más y más
cada vez con más y más masa
y la masa se hizo estrella y empezó a brillar.
Condensándose se hacían calientes y luminosas.
La gravitación producía energía térmica: luz y calor.
Como decir amor.
Nacían, crecían y morían las estrellas.

(....)

Seres esencialmente cósmicos:
No podemos excluir a la tierra de la eternidad.
Esas luces allá arriba, la Jerusalén Celestial.
Si en matemáticas son infinitos los números,
los pares y los impares
¿por qué no una belleza infinita y un amor infinito?
Es una constante en la naturaleza
la belleza.
De ahí la poesía: el canto y el encanto por todo cuanto existe.
La tierra podría haber sido igual
de funcional, de práctica,
sin la belleza. ¿Por qué pues?
Todo ser es suntuario. ¿Necesario acaso que dieras
tan lujosísimas joyas
a tan efímeros peces
saltando este atardecer en el plan del bote?
Ámame, y si soy nada,
seré una nada con tu belleza en ella refractada.
Al fin y al cabo de la nada nació todo, nada vacía llena toda ella
de urgencia de ser.
Amor ciertamente fuera de este mundo sublunar.
Con esta vocación de algunos de un amor sin cromosomas...
Tu belleza te permite ser tirano.

Mirando en la noche esos mundos lejanos,
lejanos también en el pasado.
Estrellas del pasado. (Y el tiempo
es distinto para cada una de ellas.)
Alfa de Orión 5.000 veces más brillante que el sol.

(...)

Los cuerpos celestes
y los nuestros.
«Estrellas caminantes» -los caldeos. (A las no fijas.)
En griego caminante es planetes, así que
habitamos una estrella caminante.
Los hombres que formamos el Hombre
o mejor dicho formaremos.
O tenemos por delante solamente
un planeta pelado como Marte.
Una nube en forma de hongo levantándose lentamente
en el horizonte...
La Guerra de las Galaxias que llamó el Wall Street Journal
«Dólares caídos del cielo».
Wall Street Journal Neandertal.
Pero no. Tenemos por ejemplo
la evolución del tiburón primitivo hasta convertirse en paloma.
El instinto de muerte en el hombre
no es heredado de antecesores animales.
También la biología enseña:
los animales pacíficos son favorecidos por la selección.
Los grupos asesinos dentro de una misma especie no prosperan.
(Somozas, Pinochet, etc.) Los gorilas son meditabundos,
les gusta pasar el tiempo en contemplación.
Que la solución de todos los problemas sociales de China
era el amor
fue descubierto 5 siglos antes de nuestra era.
La ayuda del hombre al hombre
que para Plinio es Dios.
La encarnación de Dios en nuestra biología.
En nuestra condición todavía de mamíferos.
Jesús: con los cromosomas de Adán...
A sólo 1 millón de años del Pithecanthropus erectus.
El gobierno enraizado en el cielo que decía Confucio.
No los dólares del cielo.
Hemos dejado excremento en bolsas plásticas en la luna.
Ya antes conocieron el mes lunar los mayas
errando sólo 34 segundos.
34 segundos
en un tiempo para ellos infinito, sin principio ni fin.
Los enemigos de la evolución (Somoza etc.)
Contra-evolucionarlos.
¿Cómo puede haber desempleo en el planeta?
Pero hay una torre que queremos construir, decía Chuang-Tsé
que llegue hasta el infinito.
Comemierdas contraevolucionarios.
En aquel día hasta la belleza física será igualitaria.

(...)

Seguir viaje.
Y aquel viaje muy jodido.
La telefoneada inesperada de Managua
a la última isla de las Antillas:
«Ernesto, murió Laureano»
En el vuelo Trinidad-Barbados-Jamaica-Habana-Managua
mirando mar, y mar, no podía pensar en otra cosa.
Ya que hemos nacido desahuciados
lo mejor es morir Héroe y Mártir
como vos moriste.
Claro que hubiera sido mejor que no murieras nunca,
con tal que tu esposa y tus hijos y tus amigos y el mundo entero
no murieran nunca.
Cuando lo bauticé de 20 años en Solentiname
porque quería pasar de su protestantismo alienado de allí
a nuestro cristianismo revolucionario
no quiso tener un padrino y una madrina
todo el Club juvenil campesino fueron sus padrinos y madrinas.
Sobre todo su obsesión por la Revolución.
Fascinado con el marxismo pero sin querer nunca leerlo.
Muy inteligente, pero sin querer formarse intelectualmente.
La persona más mal hablada que he conocido.
Pero el que decía las «malas palabras» con más pureza.
Una vez, comentando el Evangelio en la misa:
«Esos magos la cagaron llegando donde Herodes».
O, sobre la Santísima Trinidad (su resumen):
«Los tres jodidos son uno solo».
La noche que me confesó frente a la calmura del lago:
«Ya no creo en Dios ni en ninguna de esas mierdas.
Creo en Dios pero para mí Dios es el hombre».
Pero siempre quiso ser mi monaguillo en la misa.
Nadie le podía quitar ese puesto.
Su expresión más frecuente: ME VALE VERGA.
Hijo mío y hermano Laureano,
hijo indócil y cariñoso
como todo hijo con su padre
y como además yo no era tu verdadero padre
fuiste sobre todo mi hermano
hermano bastante menor en años
pero sobre todo compañero
¿esa palabra te gusta más verdad?
La que más amabas después de la palabra Revolución.
Compañero Sub-Comandante Laureano,
jefe de los Guarda Fronteras:
Digo junto con vos, que nos vale verga la muerte.
No quería hacer este pasaje.
Pero me dirías en aquel tu lenguaje poético de aquellas misas
traducido después a tantos idiomas, hasta el japonés
(les costará traducirte)
«Poeta hijueputa decí a esos jodidos mis compañeros de Solentiname
que me mataron los contrarrevolucionarios hijos de la gran puta
pero que me vale verga».
Como aquel «que se rinda tu madre» de Leonel.
Siempre me decías allá que querías ya irte a la guerrilla.
Y yo: «Con tu indisciplina allí te fusilan».
Hasta que se cumplió tu sueño con el asalto a San Carlos.
«Aquí los vamos a joder a estos jodidos».
Las balas que te tiraban los guardias. Y tu relato después:
«¡pas! ¡pas! ¡pas! ¡Puta! Allí fue cuando me sentí muerto».
Pendenciero, fiestero, mujerero,
rebosante de vida pero sin temer la muerte.
Poco antes de morir me había dicho tranquilo en Managua:
«Allí es encachimbado. Cualquier día yo puedo morir en una emboscada».

No has dejado de existir:
Has existido siempre
y existirás siempre
(no sólo en éste,
en todos los universos).
Pero es cierto,
una sola vez viviste,
pensaste,
amaste.
Y ahora estás muerto.
Es estar digamos como la tierra, o la piedra, que es lo mismo,
«la piedra dura porque esa ya no siente».
Pero no, nada de piedra dura,
sí estás sintiendo,
más allá de la velocidad de la luz
del final del espacio que es el tiempo,
totalmente consciente,
dentro de la conciencia
vivicísima
de todo lo existente.
LAUREANO MAIRENA ¡PRESENTE!
El jodido avión retrasándose en cada escala.
Ya era muy noche en el mar. Yo no podía dejar de pensar...
Yo quisiera morir como vos hermano Laureano
y mandar a decir desde lo que llamamos cielo
«Rejodidos hermanos míos de Solentiname, me valió verga la muerte».

***
Ernesto Cardenal (Granada, 1925)

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