Zona privada
*
Perdonar porque uno olvida
es lo que sucede en la naturaleza
donde hasta la rama más espinosa muere
olvidar porque uno perdona
sólo sucede en el territorio de dios
al que pocos tienen acceso.
~
Despedida
*
Los niños dormían, y el marido, cuando ella se marchó
sigilosa, descalza, como dormida.
Su ternura la dejó junto al hombre para que lo consolase
con su aroma como una seca convalaria muda
que guarda a junio en su interior hasta muy entrado el otoño.
Y mientras el luminoso aliento de los niños
se elevaba en torno a ella como viento de tréboles
depositó lentamente su llanto en uno,
su risa en otro, su canción en otro
y se quedó allí de pie y miraba y no se atrevía a mirar
pero retiró rápidamente un mechón de la frente más pequeña
y se deslizó con los ojos cerrados hacia una puerta,
hacia la puerta de la noche, una puerta que llevaba fuera
donde la luna esperaba, fría, clara y audaz.
Ahora había entregado hasta su último trozo.
Ya no le quedaba nada más que el cuerpo
y la angustia en la decisión de ese cuerpo.
En la puerta, ya más allá de su pasado,
miró a su alrededor y supo lo que había hecho.
~
El ángel
*
En mi estante hay un angelote de madera
con alas doradas y el halo como un sombrero.
Me lo regaló hace tiempo
alguien que creía en los ángeles
entonces yo necesitaba
un ángel de la guarda (la necesidad no ha disminuido).
Ha tenido un duro trabajo.
Ha perdido
un ala, se cayó del estante
en un combate con Satanás (no desconocido por aquí)
y el dorado se le ha descascarillado.
Pero su obstinación
es tan grande como la de Satanás, él sigue estando
donde ha prometido estar, un angelote
con un ala rota y el halo como un sombrero.
***
Solveig von Schoultz (Porvoo, 1907-Helsinki, 1996)
Versiones de Francisco J. Uriz
No hay comentarios.:
Publicar un comentario