domingo, 30 de enero de 2022

octavio armand / cuatro poemas









La destrucción del presente

*

                                                                    Algo inmortal hay en nosotros que
                                                                    quisiera morir con lo que muere.
                                                                                                    Antonio Machado

Sabor, sonido, imagen.

Absorben, contienen, secuestran.

La sensaciόn se intensifica, se profundiza. Lo inmediato se prolonga hasta anular lo inmediato.

El presente no transcurre, escasea, desaparece en pasados que no pasan, que suceden ahora mismo, y siguen y seguirán sucediendo, como sueño o memoria.

Despertar hacia dentro en el cual me demoro, como si deseara fijarlo, recordarlo, tratando de recuperar sus redondeces y sus vueltas para permanecer en él, reconstruyendo otro y otro pasado, metiéndome en su ahora como en un sobre para dirigirme a la luz o al ruido de la calle, hasta llegar poco a poco a mi propio cuerpo, donde de repente me siento anclado, donde acaso podré diluirme como un puñado de sal en las palabras que me dejarán quieto aquí, abajo, rodeado ya no de luz y ruidos sino de algas y corales, entre agallas que respiran, reduciéndome, filtrándome, adivinando gota a gota el rumbo caudal. 

Sensaciόn de pesar en el fondo de la página, donde he caído, y donde reposo como en una superficie profunda, tras haberme demorado en algún recuerdo que rueda sobre sí mismo, alejándome del punto de partida que es el presente, o que fue el presente, pues desde hace tiempo ha permanecido fijo, como la punta de un compás que da vueltas y más vueltas, trazando innumerables círculos de radios que se estiran o se encogen desde un centro idéntico.

Entonces no queda más remedio que hacer algún apunte, garabatos engavetados en tiras de papel que por azar descubro meses o años después para volver a perderme en la maraña de letras y sílabas con la esperanza de levarlas, comenzar en blanco, zarpar rumbo a no sé dόnde.
     
Mientras tanto, aquí estoy. 

~

Diario que comienza

*

1. El silencio es mayor que la verdad. 1a. Mi silencio es mayor que tu verdad. 1b. Cualquier silencio es mayor que cualquier verdad.

2. La inmovilidad es una negación de la distancia. 2a. Ante lo inmóvil, el espacio se contrae. 2b. El movimiento remite siempre a una creciente elasticidad espacial. Si camino, la ruta es más larga; si me muevo, el mundo crece.

3. El futuro no existe sino como (posible) proyección de una visión retrospectiva. 3a. El futuro será repetición o al máximo multiplicación de posibilidades del pasado ya que (históricamente) sólo es concebible como proyección, sombra. 3b. Sorprende que no existan historias, museos y arqueologías del futuro salvo como función de planteamientos probabilísticos: la profecía como documento es aún patrimonio del mundo religioso.

4. Otra configuración del futuro basamentada en consideraciones no-históricas permitiría la coexistencia de los tres tiempos como dimensiones simultáneas no como manifestaciones de la direccionalidad del pasado. 4a. No es posible percibir el mundo como orden ni vivirlo como desorden. 4b. La memoria fracasa como sistema regulador y el sueño se da como memoria. 

5. La ortodoxia remite a un modelo: el futuro como puzzle armado con piezas del pasado. 5a. La heterodoxia propone la construcción del más allá en base a lo que está más allá aun. 5b. La abolición de la memoria (historia) constituye una posibilitación del sueño.

~

Llamas

*

Llamas cuando llueve y las calles se levantan cantando. Llamas. Conoces mi nombre. Lo cubres de babosas, lo sacudes. Lo repites con tu espejo abierto. Porque me quieres, me llevas en la boca y con la misma boca me buscas. Llamándome, me tocas. Me disuelves. Para ti soy imán, imagen, pues dejo que las palabras me interrumpan y crezcan hasta borrarme, hasta negarme. El que conoces vive delante de mí. ¿Comprendes? Pero llamas. Soy el amigo o el enemigo, el amante que razona con la piel como un pequeño sol. Llamas. Recoges tus labios de mi carne. Para ti seré siempre este 18 de junio de entonces. La historia es una sola fecha, y al fin comprendimos la tarea. Somos los héroes, confesamos. Y entre gotas de lluvia hemos preparado esta fuga, escondiendo los labios, estrujándonos.

~

Ruina

*

Se me cayó la máscara.
Se me cayó la cara.
De la boca cerrada,
una a una,
se me cayeron las palabras.
Soy todo lo que queda
de mí mismo.

***
Octavio Armand (Guantánamo, 1946)
Fotografía por Roberto Mata

No hay comentarios.:

Publicar un comentario