sábado, 23 de septiembre de 2023

pablo neruda / tres poemas













La muerte

*

Pueblo, aquí decidiste dar tu mano
al perseguido obrero de la pampa, y llamaste,
llamaste al hombre, a la mujer, al niño,
hace un año, a esta Plaza.
                                     Y aquí cayó tu sangre.
En medio de la patria fue vertida, 
frente al palacio, en medio de la calle,
para que la mirara todo el mundo
y no pudiera borrarla nadie,
y quedaran sus manchas rojas
como planetas implacables. 

 Fue cuando mano y mano de chileno
 alargaron sus dedos a la pampa,
 y con el corazón entero
 iría la unidad de sus palabras:
 fue cuando ibas, pueblo, a cantar 
 una vieja canción con lágrimas,
 con esperanza y con dolores:
 vino la mano del verdugo
 y empapó de sangre la plaza!

~

Los enemigos

*

Ellos aquí trajeron los fusiles repletos
de pólvora, ellos mandaron el acerbo exterminio,
ellos aquí encontraron un pueblo que cantaba,
un pueblo por deber y por amor reunido,
y la delgada niña cayó con su bandera, 
y el joven sonriente rodó a su lado herido, 
y el estupor del pueblo vio caer a los muertos
con furia y con dolor.

Entonces, en el sitio
donde cayeron los asesinados, 
bajaron las banderas a empaparse de sangre
para alzarse de nuevo frente a los asesinos.

Por estos muertos, nuestros muertos,
pido castigo.

Para los que de sangre salpicaron la patria, 
pido castigo.

Para el verdugo que mandó esta muerte
pido castigo.

Para el traidor que ascendió sobre el crimen,
pido castigo. 

Para el que dio la orden de agonía,
pido castigo.

Para los que defendieron este crimen,
pido castigo.

 No quiero que me den la mano 
 empapada con nuestra sangre.
 Pido castigo.
 No los quiero de Embajadores,
 tampoco en su casa tranquilos,
 los quiero ver aquí juzgados, 
 en esta plaza, en este sitio.
 Quiero castigo

~

Siempre

*

Aunque los pasos toquen mil años este sitio,
no borrarán la sangre de los que aquí cayeron.

Y no se extinguirá la hora en que caísteis,
aunque miles de voces crucen este silencio.
La lluvia empapará las piedras de la plaza, 
pero no apagará vuestros nombres de fuego.

Mil noches caerán con sus alas oscuras,
sin destruir el día que esperan estos muertos.

El día que esperamos a lo largo del mundo
tantos hombres, el día final del sufrimiento. 

Un día de justicia conquistada en la lucha,
y vosotros, hermanos caídos, en silencio,
estaréis con nosotros en ese vasto día
de la lucha final, en ese día inmenso.

***
Pablo Neruda (Parral, 1904-Santiago de Chile, 21 de septiembre de 1973) Canto General. Buenos Aires: Losada, 1964.

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