jueves, 20 de agosto de 2020

ana abregú / de "atrave(r)sar"













1

Ya no hay “estado de cosas”, como cuando se escribe una carta.
Tampoco un ausente y “estado de espera” en la respuesta.
Hay palabras que intentan pasar del grado de escritura al grado de existencia.
No es que esté escapando del instante, éste, donde escribo estas palabras, es el instante el que está escapando de mi.

~

4

En cada texto hay un universo simbólico cuyo centro converge en el ingreso de la lengua del otro, sólo para descubrir qué hay en el reverso.
Del otro lado hay sentido.

~

12

La noche detrás del vidrio
como si se exhibiera
escenario de luces y sirenas
ondulaciones en la cadena de los deseos
en el charco de sombras contra la pared
nuestras negruras contra sí mismas.

~

20

He sido infiel a todas las palabras, sin embargo, insisten, tercas, en regresar.

~

30

Las palabras son como los rostros(*), algunos se parecen; pero de cerca, y en la intimidad, terminan por ser diferentes.
Esa discrepancia es la naturaleza de que está hecha la sensibilidad(**).


(*) Donde dice: “rostros”, debería decir: “cuerpos”
(**) Donde dice: “de que está hecha la sensibilidad”, podría decir:”que tiene tu nombre”.

~

39

Tu poema es refractante.
Los desvíos impactan en mis debilidades.
La poesía es estrellarme contra tus palabras y sangrar hasta colmar de tinta el futuro transversal.

~

42

Mis cerrojos se disfrazan con estas pobres palabras que no son más que signos buscando un espacio fuera del tiempo, en donde poder desmembrarme sin dolor; en un lugar donde las fronteras no sean tus remiendos.

~

51

El espejo insiste en devolverme emociones ajenas.

~

76

La resistencia es organizar las tensiones según un plan, donde no existan interrogaciones, respuestas a preguntas que no se hicieron. El desconcierto es fingir que falla una instancia del diálogo en que la mente navega en paralelo; y lo faltante enmascara su importancia tras una palabra definitiva o la deserción de un signo, como la ausencia del punto final

~

109

A la piedra se le hace fácil
el tiempo y la memoria
arrojados a su corazón
entre sus intersticios
arrebatados a la existencia
a las ruinas
a los resplandores
la piedra es el ser total
un misterio que podemos tocar
tan solo rompiéndonos en el proceso

~

120

Tu poema es como un agujero negro que me traga en su gravitación, invento que me va a salvar el alma y el cuerpo: pero sé que me va a escupir como un asteroide hasta que vuelva a él; juega a ser un geiser que me retorna a sí mismo hasta encontrar algo que está del otro lado del profundo despeñadero, sin otro sendero más que palabras que me preparan para una búsqueda sin fin. 
Algunos poemas son como un viento de cola que me precipita al impacto diferido, y cada vez, más ávido y tenaz en el propósito de abducirme.

~

128

Al poema no se le puede pedir otro yo
en este cuerpo, con este corazón y cerebro
sólo se le puede pedir, otras palabras
igual de inadecuadas
el yo es otro que muta
para seguir siendo el mismo

~

178

Situaciones que en el pasado fueron irreparables,
detonan un hastío monótono incongruente con el
sentimiento primigenio; a la memoria le gusta el
pretérito imperfecto.

~

181

La palabra se proyecta diferente a la historia misma
de su enunciación. Sufre una transformación
armónica, como la música; juega retruécanos entre
significados y significantes.

~

188

Vamos a germinar en formas que aún no conocemos
a volvernos palabras en el relato de alguien;
a ser imaginados y concretados como sueños
a ser una sospecha de existencia.
Vamos a no ser en la retina del universo(*)

(*) Donde dice “universo”, debería decir: Big Bang.

***
Ana Abregú (Argentina, siglo XX) Atrave(r)sar. Buenos Aires: Metaliteratura, 2020.
Se puede descargar aquí.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario