lunes, 17 de agosto de 2020

yves di manno / dos poemas













El meridiano

*

Todo está mudo en las rocas
la harina reposa
un viejo se pasea en el borde del muelle.

A lo lejos se lanzan redes sobre el agua
el herido grita sin ruido
las mujeres alarmadas levantaron la cabeza
nadie se ha acercado.

Los pájaros en el cielo pasan sin prisa.

Sobre la barca inmóvil ya no hay nadie.

~

Calendario

*

En el vigésimo primer día de la tercera luna
volverán las barcas
De las fuentes, con las velas hinchadas, los loros
que acompañan con su parloteo
Al Dios del disco amarillo en su último viaje
con la urna de fuego a su lado
Las plumas de oro ciñendo su frente, inmóvil
rodeado de remeros
El Rey su servidor se dirigirá a su encuentro
en la piragua consagrada
Se inclinará ante él tres veces ofreciéndole
la copa donde arderá la madera
De siete especies de árboles, aroma de eucaliptus
olor a cremación
Lo recibirá en su palacio manteniéndose siempre
rezagado detrás de él
Subiendo los escalones del observatorio donde el Dios
pronunciará el oráculo
Del último ciclo entero, mes y años
a su semejanza
Anunciando la hora y el día en que los Hombres
de allende los mares
Amos de los rayos y del relámpago, montados
sobre el gran animal
De pelaje blanco, aparecerán en lugar
de sus barcas
Sobre el río enrojecido por la sangre de nuestros soldados
inaugurando así la era
Del hierro a la que los habrá reducido el final
de la última edad de oro.

***
Yves di Manno (Sainte-Foy-lès-Lyon, 1954)
Versiones de Jorge Fondebrider

/

Le méridien

*

Tout est muet dans les rochers 
la farine repose 
un vieillard se promène au bord de la jetée.

Au loin on lance les filets sur l’eau 
le blessé crie sans bruit 
les femmes alarmées ont relevé la tête 
nul ne s’est approché.

Les oiseaux dans le ciel passent sans se presser.

Sur la barque immobile il n’y a plus personne.

~

Calendrier

*

Au vingt et unième jour de la troisième lune
les barques reviendront
Des sources, voiles gonflées, les perroquets
accompagnant de leur babil
Le Dieu au disque jaune dans son dernier voyage
l’urne de feu à son côté
Les plumes d’or ceignant son front, immobile
entouré des rameurs
Le Roi son serviteur se portera à sa rencontre
sur la pirogue consacrée
S’inclinera devant lui trois fois en lui offrant
la coupe où brûlera le bois
De sept espèces d’arbres, parfum d’eucalyptus
odeur de crémation
L’acccueillera dans son palais en se tenant toujours
en retrait derrière lui
Montant les marches de l’observatoire où le Dieu
prononcera l’oracle
Du dernier cycle entier, mois et années
à sa semblance
Annonçant l’heure et le jour où les Hommes
de par-delà les mers
Maîtres des foudres et de l’éclair, montés
sur le grand-animal
Au pelage blanc, apparaîtront en lieu et place
de ses barques
Sur le fleuve rougi du sang de nos soldats
inaugurant ainsi l’ère
Du fer où les aura réduits l’achèvement
de l’ultime âge d’or.

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