miércoles, 19 de agosto de 2020

verónica zondek / dos poemas










Fuego

*

Toda la carne un fuego.
Fuego el odio y fuego el amor.
Fuego en los hornos y caer en las mientes.
Fuego para el frío, Anguita
en el cocimiento brujeril de medianoche.
¿Cómo salvar del fuego Anguita?
¿Cómo tragar el dolor entre llamas azules
en la infernal hoguera de las Inquisiciones
o en la quema de libros con Torquemada
o en aquella última,
Anguita,
cuando incendiaron libros para sofocar revoluciones?
Y ¿qué de ese otro fuego tan perfecto
ese, el amarillo de Auschwitz,
rasgando carnes tan añejas y tan tiernas
o esas otras llamas
esas, las del Infierno católico ahora abolido?
Todo por nada:
el alma, dice el Papa,
salva siempre
Anguita,
aunque tú no lo alcanzases a saber.
Y ¿qué del fuego rojo que calienta la olla común
o del fuego en los ojos de niños con sed
amuñados de tristeza en la costilla falta de terruño
refugiados en los siglos y a la espera de la espera
abandonados en tanto territorio enemigo?
O del fuego fogón sureño
mariscos todos retorciéndose en su jugo
ellos en su salsa, nosotros comiendo
y del fuego que quema la entraña
y del otro, Anguita
ese que persiste negro en la memoria
que como siempre supiste
aplasta y entorpece la vida
o esos otros
los fuegos artificiales que arden el cielo
o misma yo
quemando papeles propios para evitarte
o mi padre
que también ardió en fuego hasta el humo
marchando en huesal anodino
sobre las aguas habitadas y turbias.

¡Qué fuego ni que fuego!, Anguita.
¿Qué fuego es ese que me amaga?
¡Qué fuego Anguita, que no sofoco
ni el ardor
ni la rabia ...!

~

El hombre nuevo o un comentario sobre el arte en Chile

*

Homenaje a Neruda

“Llegó el hombre. Tal vez llenaron
su miseria de pálido extraviado
del desierto…”* tal vez con intención pequeña
como nos pasa ahora amigo
vamos de la caricia del árbol a la mano en el bolsillo
del animal al estómago fino
en un todo ‘instant’
en un para uno las sopas
la mano afuera y el dedo
adentro el motor y el para qué
ahorro del tiempo
y eficiencia para enarbolar triunfos
aquí
en este redil
en este nuestro nido a mucha honra
y tan parecido a otros en el saqueo
en la nacional pobreza que viste ropa americana
y en el galardón de la poeta y el poeta
cuando el discurso es emprendedor y revienta feliz
y la prima materia es precio de exportación
y más nacional es nuestro arte cuando más lejos rompe la frontera
y seguro es el anonimato en cara deslavada y triste.

¡Ay, la muletilla y el enlatado producto duradero!
Todo es venta. También las carreteras, el oxígeno que sobrevive,
los bebés sin nombre y el río y las rocas preñadas.
Para eso las vitrinas, las vistosas vitrinas
y entonces vengan, escuchen, miren
pasen los turistas y ciudadanos y niños de Chile
la casa número cuatro del poeta abre sus puertas
el dolor de los desaparecidos se erige en monumento
ARBEIT MACHT FREI dice el campo concentrado y te acoge
respire
súbase
súbase al potro le digo que no hace nada
somos bellos y comandamos el mundo
no quiero feos, maltrechos, babosos e indigentes
no los quiero de mal pensar
sean cultos y traguen el envasado artefacto parlante
digan
te vi en la tele
genial
no olvidemos la página social
el homenaje y el discurso.
Te suplico huachito
no soñemos por escrito
por favorcito
te lo pido
papito.

El mundo era tan citado cuando entonces
y ahora
todo es nuevo siempre
y sólo se compara al césped del vecino
tan en vista y sin atrás
que aquí están tus versos

y nadie tiene ojos.

* del canto XX “Las aves maltratadas” del canto XIV “Gran Océano” del CANTO GENERAL

***
Verónica Zondek (Santiago de Chile, 1953)

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