domingo, 7 de enero de 2024

reyna rivas / dos poemas













Lo que se me aparece y se revela lleno de significaciones y de símbolos es el tiempo ya vivido, todo lo que ya ha sido. El futuro tan sólo me depara dudas y me acrecienta la esperanza, esa inaccesible ilusión!

Por todo eso y por otras razones, la reflexión une y descifra las reciprocidades de sernos, vernos, irnos, darnos.

Te pienso en ese ayer tan próximo cuando se te iban las horas en el cuerpo creciente de las sedalinas y cuando en los dedales, y en los cañamazos se nos formaba un laberinto de monogramas descifrables.

…mientras el sueño era otro espejo y el delirio y el vértigo reflejados en esa claridad se volvían ellos también, una trasparencia imposible.

Tal vez allí podamos ver las aproximaciones de lo ilusorio y lo real, las de hoy y las de ayer, las de todo lo impredecible, eso que será cuerpo del tiempo para siempre en los sueños. Traspasando la verdad que algún día, y cuando no la esperemos, el silencio desencarne y revele.

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Invocábamos salmos, saumerios, hierbas! has que la fe y las creencias nos devolvían triunfantes la cifra de oro que la eternidad entraña en un orden de simultaneidades infinitas.

Era un presente sin fin, sin mañanas ni auroras… lo que habría de venir sólo la esperanza lo intuía, el sueño tal vez lo adivinaba, pero sí sabíamos que la ilusión y la paciencia lo mantenían a salvo, transfigurado para que todo empezara de nuevo, siempre al alba, cuando los girasoles cantan!

Tu porvenir se condensaba en un coágulo de luz, en lo simultáneo, en las duraciones y en las intensidades, en la simplicidad de los adioses y de los buenos días, en las aproximaciones al solitario trance y en lo perdurable, si aunque fuese su posibilidad hubiese sido posible.

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Reyna Rivas (Coro, 1922-2011)

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