viernes, 7 de octubre de 2022

rommel martínez / de "fantasma"













Película

*

Volando el cometa de un alacrán que
asciende lento; el niño, y en primer
plano la secuencia limpia de su rostro,
que deja fuera de foco todo lo demás.
Las llamas de su cabellera apócrifa
desdibujan el cariño propio del cielo.
El niño. Su risa encubierta por el
estruendo rompe olas del sol en los
ojos mientras la imagen se oscurece,
y el corazón sostiene la fe del mundo
dentro, dentro; muy dentro. Pesa
la realidad como los milagros de un
profeta, y entonces la maravilla del
teatro del espacio que se descompone
como quien es confrontado con su
imagen especular, sin embargo, nadie
es un personaje en sí mismo, sino la
obra propia de su vida mientras navega
por el espacio tiempo, como dentro
de un agujero de gusano. El niño
atravesando la arena, corre hacia la
columna vertebral del sueño por las
enormes dunas del mar recóndito de la
poesía, y el hambre del camino a casa.
El niño enmudeciendo distante ante el
esquema de una estrella en explosión
que es el plexo solar como un adeéne
total
tan delicado
tan tierno
desnudando la noche. Danzando en
caricias de sol a sol. El niño, deja
caer sus besos por la playa de la
supervivencia como quien derrama su
corazón por todo el horizonte y cae en
resonancia entre toda la luz y las cosas,
entre los viajes todos y las dimensiones,
entre las aguas de un mar hecho a la
medida de lo no imaginado. Como
quien derrama el árbol de su sangre
entre todo el agujero de la noche.
Tan tierno.
Delicado.
Desvalido.

Volando siempre el cometa de un
alacrán que si se viene abajo, envenena
su espíritu.

***

Yo sé del frío, y espero no mal entender
el sonido de un globo estallando, por
haber aprendido justo, a huir de las
ráfagas de esquirlas ficcionales que como
balas comen mi carne con crudeza. De
qué entonces, escriben lxs poetas que no
adolecen, y no lloraron la muerte de la
poesía también. Voy a aplaudir el auxilio
siempre, sin embargo, tomaré mi tiempo
para hacer lo mismo con la respuesta.
¿Qué sería de la lengua si nadie sabe
como se construye una realidad? Así
mismo, transfiero a la herida su dolor,
porque entonces nada sería de ella sin
su padecimiento. Yo sé del frío y creo no
mal entender las gotas de lluvia en los
techos de zinc o la piel desnuda, como
si fueran balas perdidas o espíritus
malignos. ¿Qué sería del viento sin el
aparato que decodifica su lenguaje?
Símbolos, únicos símbolos sin los
silencios inmarcesibles, necesarios
en el discurso de la consciencia que
es la ficción. Tardaré a través del
problema, y moriré en la polución.
Yo sé del amor pero mal entiendo el
poema al que le falta fuego, magma,
barrio, explosión, mercurio, magia,
hidrogeno, radiación. Yo sé del frío y
el poema es una imagen incontenible;
como se describe la lengua, mientras
se besa.

***

Ahora sé el valor de la palabra: La
fuerza. El peso que tienen las pequeñas
cosas, los detalles después, antes,
durante el misterio. Ahora sé, la nube,
ahora sé mi fluctuación reciproca
como una entidad que no sabe ya de su
nombre, como un número imaginado
entre todo el agujero de la noche. Sin
embargo las luciérnagas y sus enjambres
aún recienten la volátil forma de la
desesperanza. Ahora sé la etimología
del laberinto y que es la única manera
de la posibilidad, ahora sé el llanto
que es lo desértico. Y el ambiente, es
mórbido, como las ardorosas páginas
de los diarios o desde las pandémicas
pantallas tras el suicidio de una
estrella; ahora sé, la reacción química
del espíritu anocheciendo, ahora sé de
la narrativa fantasmal del viaje hacia
la luz, pasando por el polvo que busca
encenderlo todo tras el descanso, con
la inminencia gesticular del horizonte.

***
Rommel Martínez (Comayagüela, 1989)

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