En los baños públicos
*
Las escrituras en los baños públicos
me dicen el dolor
del joven que escribe,
solo, en los baños públicos.
Solo, con la escritura
de quien lo ha precedido,
en un coloquio mudo,
continuo, en los baños públicos.
También yo una vez escribí,
solo, en los baños públicos,
confiando mi dolor
a los peores insultos.
Aquí solamente se escribe
el odio, en los baños públicos,
pero un odio que circula como
un cigarrillo entre compañeros.
~
Carta sobre la invasión de los dinosaurios
*
¿Qué líneas nos unen a este Walhalla zoomorfo
que atraviesa las eras para brotar ante los ojos de los chicos
con sus héroes vencidos, anómalos, acorazados en colchas
epiteliales, ramificaciones ortopédicas, apéndices caudales?
Bestias, pero nada bestial queda
en los ojos, por donde pasa la pena indefensa
de una especie condenada a la extinción
El gran silencio de la sangre
pesa sobre estos huérfanos del futuro
y los convierte en animales retirados,
fieras de la melancolía, criaturas agónicas.
Detrás de su rigidez de tótem
la gota negra de la mirada muestra
una extenuada dulzura liminar,
una pasiva potencia inexplicada,
una violencia sin genealogía.
Entonces no rujas, Tyrannosaurus Rex, deja
entre el montón de piedras de la corteza cerebral,
sobre el repiqueteante chasis de la caja torácica,
en el árbol caudaloso y fresco de tu sistema nervioso central,
deja brillar inerme la pupila
lejana e irrevocada de la infancia.
Valerio Magrelli (Roma, 1957)
Versiones de Jorge Aulicino
/
Nei bagni pubblici
*
Le scritte nei bagni pubblici
mi dicono il dolore
del giovane che scrive,
solo, nei bagni pubblici.
Solo, con la scrittura
di chi l’ha preceduto,
in un colloquio muto,
fitto, nei bagni pubblici.
Anch’io una volta ho scritto,
solo, nei bagni pubblici,
affidando il dolore
agli insulti peggiori.
Qui si scrive soltanto
di odio, nei bagni pubblici,
ma di un odio che gira
come una sigaretta fra compagni.
~
Lettera sull'invasione dei dinosauri
*
Quali linee ci uniscono a questo Walhalla zoomorfo
che attraversa le ere per sbocciare tra i occhi dei bambini,
con i suoi eroi prostrati, abnormi, corazzati di coltri
epiteliale, propaggine ortopediche, appendice caudali?
Bestie, ma nulla di bestiale resta
neglo occhi dove passa disarmata la pena
di una specie destinata all'estinzione.
Il grande silenzio del sangue
pesa su questi orfani del futuro
e li fa tristi animali da congedo,
belve della malinconia, creature agoniche.
Dietro la loro fissità di totem
la goccia nera dello sguardo reca
una stremata dolcezza liminare,
una passiva potenza inesplicata,
una violenza senza genealogia.
E dunque non ruggire, Tyrannosaurus Rex, ma lascia,
fra il pietrame della corteccia cerebrale,
sul ticchettante châssis della gabbia toracica,
dell'albero frondoso e ventilato del tuo sistema nervoso centrale,
lascia brillare inerme la pupilla
lontana e irrevocata dell'infanzia.
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