No susurres nada, sólo tiéndeme
los brazos de aire del lejano instante
Nicolae Labiş
Hoy no sabría revivir aquel instante.
Tan sólo puedo recordar su vuelo.
Por la ventana abierta el sol de junio
entraba a raudales en el cuarto.
Tú me habías traído un cuenco de cerezas.
Cogí despacio una y la miré al trasluz,
me la llevé a la boca y la mordí. Sabía
a sol y a piel de lluvia, a verano, a ti.
Mira, mira este sol en la fruta, te dije.
Una explosión rojiza despegó de mi mano.
Y aquel instante pájaro, ya lejos,
tendió hacia mí sus brazos en el aire.
Ioana Gruia (Bucarest, 1978)
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