Una breve historia del pensamiento judaico en el siglo XX
*
Los rabinos escribieron:
aun cuando está prohibido
tocar a una persona moribunda,
sin embargo, si la casa
se incendia
debe ser sacada
de la casa.
¡Bárbaro!
digo,
¿y a quién podría tocar yo entonces,
no somos todos
moribundos?
Sonríes
con tu vieja sonrisa negociadora
y preguntas:
pero ¿no están todas nuestras casas
ardiendo?
~
Los pájaros
*
se dirigen hacia el sur, arrastrados
por una brújula en los genes.
No los confunde
este anormal verano en noviembre,
a pesar de que estamos junto a la puerta de casa
con ropa de algodón.
Los observamos
descender en picado y agruparse:
la sombra de las alas
cae sobre el corazón.
Cuando se mueven entre
las ramas desnudas, los árboles
deben de pensar que las perdidas hojas
han vuelto.
Los pájaros se dirigen hacia el sur,
el instinto es el argumento más antiguo.
Vuelan por encima de sus dobles,
las mudas veletas,
enseñándonos a todos
con las plumas de la cola
el verdadero norte.
~
Estoy aprendiendo a abandonar el mundo
*
Estoy aprendiendo a abandonar el mundo
antes de que él pueda abandonarme a mí.
Ya he renunciado a la luna
y a la nieve, cerrando mis persianas
a los reclamos de lo blanco.
Y el mundo se ha llevado
a mi padre, mis amigos.
He renunciado a las líneas melódicas de las colinas,
trasladándome a un paisaje plano, mudo.
Y cada noche renuncio a mi cuerpo
miembro a miembro en sentido ascendente
a través de mis huesos hacia el corazón.
Pero llega la mañana, con breves
aplazamientos en la forma de café y el canto de los pájaros.
Al otro lado de la ventana un árbol
que hasta hace unos instantes no era más que una sombra
recupera sus ramas hoja a hoja.
Y mientras yo recupero mi cuerpo
el sol apoya su cálido hocico en mi regazo
como para enmendar el daño ocasionado.
Linda Pastan (Nueva York, 1932-Chevy Chase, 2023)
Versiones de Jonio González
/
A short history of judaic thought in the twentieth century
*
The rabbis wrote:
although it is forbidden
to touch a dying person,
nevertheless, if the house
catches fire
he must be removed
from the house.
Barbaric!
I say,
and whom may I touch then,
aren’t we all
dying?
You smile
your old negotiator’s smile
and ask:
but aren’t all our houses
burning?
~
The Birds
*
are heading south, pulled
by a compass in the genes.
They are not fooled
by this odd November summer,
though we stand in our doorways
wearing cotton dresses.
We are watching them
as they swoop and gather—
the shadow of wings
falls over the heart.
When they rustle among
the empty branches, the trees
must think their lost leaves
have come back.
The birds are heading south,
instinct is the oldest story.
They fly over their doubles,
the mute weathervanes,
teaching all of us
with their tailfeathers
the true north.
~
I am learning to abandon the world
*
I am learning to abandon the world
before it can abandon me.
Already I have given up the moon
and snow, closing my shades
against the claims of white.
And the world has taken
my father, my friends.
I have given up melodic lines of hills,
moving to a flat, tuneless landscape.
And every night I give my body up
limb by limb, working upwards
across bone, towards the heart.
But morning comes with small
reprieves of coffee and birdsong.
A tree outside the window
which was simply shadow moments ago
takes back its branches twig
by leafy twig.
And as I take my body back
the sun lays its warm muzzle on my lap
as if to make amends.
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