sábado, 12 de noviembre de 2022

nicolás lópez-pérez / hoy murió gal costa



Las luces naranjas se derriten al paso.
Esta tarde no cabe esa metafísica
negativa, equivocada, esa que busca
hacernos sentir menos miserables
cuando llorar es un verbo político.
Y llorar, a solas, con el volumen 
de la música llevándose el exterior
a otra galaxia, a otro sistema solar.
Si estuviese seguro de la música
desearía que se transformara
en una realidad o tan solo proyectara
un paisaje tropical del Brasil.
Si estuviese seguro de la música
entonces sería un arrullo
anestesia para reproducir
cuantas veces sea necesario.
Y la seguridad llega con la forma
de una canción de amor
grabada en un platillo volador.
La música es ese objeto no identificado
descendiendo lento y leve
en los confines de mi habitación.
Hoy murió Gal Costa
y la tecnología la trae de regreso
como un holograma que canta para mí.
Y para millones, al mismo tiempo.
Quizás buscar un poco de serenidad
para llenar el vacío de la pérdida.
La música es ese mar bañando
besando la arena, la orilla
y volviendo al silencio, cadáver. 

***
Nicolás López-Pérez (Rancagua, 1990)

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