Ahora llevo el Istmo en cada poro
*
Ahora llevo el Istmo en cada poro
y una página pura
para tatuar historias sin canales.
¡Ahora soy coro-sangre de tu himno,
el asta en la bandera,
metálica violeta de combate!
Ahora sé que clandestinamente
tenemos que sembrar jazmines rojos
para que el estallar indomable
de su aroma proletario
nos devuelva:
La dignidad... la tierra... los productos...
Las rondas infantiles sin betunes,
los motetes robustos de mazorcas,
los suburbios con trajes de domingo,
la comida puntual de los obreros,
las entrañas de coco de la paz,
los crepúsculos-naranjas del poema,
los humanos derechos
en las simientes del amor fertilizado.
Ahora sé
que somos en abrazos temporales;
pero infinitos en la lucha cósmica
por la felicidad de todos.
Y cuando la hora-golondrina nazca
de los senos-arenas de clepsidra,
la amaré como ésta
de armónica vivencia...
(Brotarán del vientre de recuerdos próvido
nostálgicas alondras
que edificarán hogares
en tu cuello poblado de kilómetros)...
No... No habrán lluvias salobres
-por las alas paralelas-
ni suicidio de vuelos.
Seguirás en mis almanaques
como si duplicara la matriz
la esencia de tu gesto.
Seguiré vertical
-sobre la ausenciacon tu abecedario:
¡Paloma de macano combatiente,
volando con mis versos
hacia el pueblo!
~
Búsqueda
*
I
Venden los profetas
lotes en el cielo
y las catedrales encienden sus anuncios
en la cadera inmaculada de una virgen.
El siglo en un Apolo
aterriza en la frente de la Luna
y aquí abajo
a mil niños
por segundo
se les llena de tierra la barriga.
II
Salimos
así tuertos
como un campanario en las manos de un loco
a perseguir el ojo
que una noche de lluvia nos robaron
en la muerte pequeñita de Biafra
en el ángel azul
que guarda
las barbas de los hippies
y en el cerebro electrónico de las computadoras.
III
A pedacitos se nos caen los dedos
en los portones del asilo.
Cementerios
de canarios es la lengua.
No hay una luciérnaga para esta sombra. Nadie
donde pasamos
quebrando las botellas de la angustia. Nadie…
Seguimos con nuestro ataúd a cuestas.
IV
¿Lengua en el polvo?
¿Corazón o mercancía?
De qué desheredado ombligo de dios
hemos caído para buscar en vano
el pie y los caminos
de los yacimientos del azúcar.
Diana Morán Garay (Cabuya, 1929-Ciudad de México, 1987)
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