domingo, 11 de septiembre de 2022

ricardo navia / once de septiembre













A primera hora las proclamas, 
luego la voz del compañero Presidente pidiendo calma: 
"No me mataré, compañeros, 
si aparezco muerto es porque ellos 
se habrán llevado mi vida; 
yo no me mataré compañeros". 

A las nueve de la mañana otras radios fueron bombardeadas 
y de otras las terribles proclamas; 
enseguida las bocinas anunciando el Toque de Queda, 
a las tres de la tarde, el Toque de Queda. 

A las once bombardeaban La Moneda 
y por última vez la voz del Presidente, 
"No me mataré, compañeros", luego silencio. 
Al mediodía todo estaba consumado, 
el humo como una señal heroica abría las nubes, 
y más tarde, cuando todo era de ellos 
cayó la lluvia, una lluvia suave sobre Santiago; 
con la lluvia te fuiste, compañero. 

Y los soldados como hormigas ávidas salían de los carros, 
ocupando las calles, escalando murallas, 
destruyendo edificios, lanzando bombas, 
disparando cohetes contra la gente que miraba. 

Toque de Queda, Toque de Queda, 
el que no obedece será fusilado. 
Se busca a los dirigentes vivos o muertos. 
Volodia, Corvalán, todo el Comité Central; 
está prohibida la palabra "compañero", 
prohibidos los libros: deben ser quemados. 
Grandes hogueras por las calles, 
prohibida la palabra política, 
prohibidas las sonrisas, 
ahora todo es serio, 
sólo vale el sonido de las botas, 
el sonido de los tanques, 
los helicópteros cubriendo todo con su ruido. 
Cuatro de la tarde, nadie queda en la calle, 
solamente cadáveres, solamente cadáveres 
y el resto de las horas del Once de Septiembre.

***
Ricardo Navia (Santiago de Chile, 1926-2011). En: Eva Goldschmidt Wyman (comp.), Los poetas y el general: voces de oposición en Chile bajo Augusto Pinochet, 1973-1989. Santiago de Chile: LOM, 2002.

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