Me parece que es igual a los dioses
ese hombre que está sentado frente a ti,
y que a tu lado absorto te escucha
mientras dulcemente hablas
y encantadora sonríes.
Lo que en mí pecho arrebata
el corazón;
apenas te miro y entonces
no puedo decir ya palabra.
Se me espesa la lengua,
de pronto,
un sutil fuego me recorre
la piel, por mis ojos nada veo,
los oídos me zumban,
me invade un frío sudor
y toda entera
me estremezco,
más pálida que la hierba estoy,
y apenas distante de la muerte
me siento, infeliz.
Pero todo es soportable…
***
Safo (Lesbos, 650/10-Léucade, 580 a.C)
Versión de Enrique Solinas
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