miércoles, 1 de diciembre de 2021

rosabetty muñoz / seis poemas











Apartar los zumbidos

*

Hay que referirse también al incesto.
Ese destierro de ciego
internándose en la oscuridad de la sangre.
Se tantea el origen
entre figuras descabezadas
y restos de géneros empapados.

Hay que hablar del miedo
de la descomposición de la memoria.
Hay que dar cuenta de un niño
en un paisaje borroso.
A su alrededor,
numerosos troncos quemados.

No es tiempo de amarrar la lengua.
No es tiempo del zumbido necio
                   de la decepción.

~

Muertos que transitan

*
                a Jorge Torres

Ciertos muertos se llevan sus objetos preciados
o vuelven
para dejarlos caer
                cambiarlos de lugar.
Lloran en los rincones
por el retrato de la amada.
Abren cajones giran llaves encienden luces
Y, sin embargo,
nada les devuelve el ardor.
Les parece carne la página de un libro
sangre, la luz que atraviesa los visillos,
músculo el brazo del sillón.
Sólo ellos, ciegos y terrosos
son puro residuo evanescente

~

Oveja a tropezones

*

Tengo miedo.
Miedo de los malos caminos
de las equivocaciones que reciben
a brazos abiertos nuestros sueños.
Espero más de lo que puedo decir
y desde que dejé de ser posibilidad
ante el abismo de ojos detenidos
siento una brumosa sensación
de amarras y telarañas.

~

(Ya no vienes a iluminarme)

*

El preferido de mi corazón pronunció mi nombre
una tarde sin quebraduras.
Dijo “nunca cambiaría la casa de mi padre por ti”.
Y yo soñaba que era el más grande
porque no lo vencía una muchacha.
Pero el asalto del mal astilló cada uno de los sueños
desató techos con soplidos de animal sacrificado.
El viento arrecia. Corren niños despavoridos.
El mundo fue tan grande como para perdernos.
 
 
(El río de la noche)


El río de la noche es otro
atravesado y solo en la ciudad que duerme.
Le gusta que le lleve naranjas y poemas
que no le tema y le tema
arrullándome con alemanes hermosos
que miraban el cielo para construir su casa
y hombres tristes que se perdieron tierra adentro.
“La vida les debe lo innombrable”
y me abre los brazos oscuros.
“Podrías dormirte dulcemente”.
Me habla como a una amapola
que tiembla en el viento.
 
Pero amanece y no es el mismo.
El río de la noche no me reconoce
entre todas las muchachas
que cruzan el puente.

~

Se trata de trazar el mapa, pero desborda.
Hay gente amada, que se queda fuera.
El plano completo es mezquino;
la cordillera, por ejemplo,
una línea borroneada en gris.
 
Este es el ejercicio de acercar la vista.
Un ejercicio previo al cierre

***
Rosabetty Muñoz (Ancud, 1960)

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