miércoles, 2 de agosto de 2023

sergio madrid / cuatro poemas










Correspondencia

*

supe del viaje que emprende el amigo
hacia el rumbo misterioso de toda extranjería
desde donde se reciben cartas de reposado gozo
parece que ecos llegaran de tal éxito o tal fracaso
pero siempre la medianía se asoma entrelíneas

viví lo cotidiano a la vuelta de la esquina
cabizbajo he pensado en partir de este sinsentido
aun sabiendo que más allá del horizonte
sólo cambia el mundo su apariencia y que
el mismo sol tiembla sobre los cabellos

—por cierto nada cambió
sino mi máscara, vaya si hay lenguajes en la tierra
todo esto es babilonia e ignorancia
pero soy feliz observando las mismas cosas
que se menean en la otra parte de la tierra
con la misma gracia fútil y la remembranza

la tierra se comparte como un vino y una cena
en la distancia de los amigos entre las musas
del éxito la nueva aureola, simulando en la palabra
sobre el papel la sonrisa, vaya si hay lenguajes
en este mundo, vaya si hay idiomas

~

Elegía para antes de levantarse


no dejar que la noche dicte la sentencia del día
para que no haya más dictadura de la luna
en la ciudad de los hombres despiertos
¡hacerse cargo de estas cosas! La ciudad
y sus fragmentos concretos, su similitud
con las mentes ingenuas y su entorno
propiamente diverso y móvil
en tonto diálogo con el Universo, ese raro trabajo
del espíritu —no dando la espalda a los pequeños
acontecimientos humanos— de frente
como hombres sin feminismo y sin machismo
como hombres y mujeres, animales razonables
tiernos como la belleza —y el catre de luz

¿y el catre solitario? Que los gatos
te acompañen en la turbulenta rutina
del dormir y el despertar, en un torbellino
sin duda soñoliento y constructivo
peligroso como la llamada telefónica inesperada
luego el discernimiento desmembra sus ondas
y deja esquirlas en mitad de la noche
la noche se acaba. Parafraseamos:
La-Noche ha muerto, nuestra mejor frase
del día, antes del trabajo, durante la colación
o simplemente el catre solitario
nos hace un guiño de fortuna, te invita
a una especie de incesto contigo mismo, si uno
se resulta familiar, puro solipsismo

¡vaya si es rudo el día! Levantarse en estos tiempos
requiere de esos gavilanes de hierro, esas grúas
de los futuristas, que levantaban al Tílburi atollado, y pastillas
que eliminen el tedio y su posibilidad. A menos que ese día
o cualquier otro, con suerte, nos espere un acontecimiento
maravilloso, una ventana a la vida, un romance
con las tinieblas, tras el cual la luz se emboza
para entreverse después en la mejor coincidencia
de la luz y la vida. De lo contrario, sólo queda
levantarnos y atender nuestras necesidades
de limpieza y alimentación, atender nuestra utilidad
en un mundo de máquinas ultra veloces
pero el espacio urbano nos seduce
porque es obra de todos, y te acoge, y es bella
como para olvidar un rato nuestra existencia

~

En la tumba de Juan Luis Martínez


entre nosotros, poseedores de palabras
debemos distinguir entre la vida y sus significados
pues los últimos son pura ilusión —como sabemos
la rutina del bar y del trabajo, la complaciente
lectura dominical, revelan el universo
que las palabras desdicen —incluso los recuerdos
no aseguran en el alfabeto de la memoria
ninguna veracidad: transfiguración entre suceso y suceso
olvidos involuntarios, fragmentos, o simplemente
un ritmo de avanzada que la vanguardia obliga
¡qué decir entonces de un poema! Sé de alguno
que no escribió y lo hizo sin embargo de maravilla
con signos desencajados o anzuelos sin caña
¿pero nosotros —cuál es nuestra herencia?
¿y cuál nuestra dádiva? Si alcanza apenas
para el transporte diario y nos duele la precariedad
—¡nosotros, poseedores de palabras, vaya tumba
hallamos en los signos en la flor de la vida!—
nuestra realidad se redujo a unos cuántos pesos
a unas cuántas relaciones de amor falso o verdadero
y a un montón de amigos listos para saltar

~

La generación escindida

*

nos olvidarán después de todo, pero supimos vivir
fuera de este gran negocio de la cultura
corrompidos por el licor, la cocaína, la marihuana
mas no por el dinero, no por la fama, no
por el arribismo empresarial

nos olvidarán, es cierto, pero sólo se fracasa en la realización

eso ya lo sabíamos, cuando remontados
en una época que no nos amaba, bajo un régimen
con el cual no hubiéramos bailado por vergüenza
poníamos sobre el papel un ritmo, una imagen
que nos salvaguardara de parras y nerudas

sólo nuestras amadas no nos olvidarán

sabíamos que en el futuro inmediato no nos querrían
porque los triunfantes aman a sus loadores
y ninguno de nosotros hubiera puesto una guinda
en el falso pastel de una nueva inauguración de Chile
cuando sólo inauguraban nuestra soledad

es cierto que ahora ruedan nuestras cabezas

como chivos expiados en la noche de la historia
nuestro beso al universo no llegó a ser una luz espectacular
ni pedimos indulgencia a quienes no podremos perdonar
declarados enemigos secretos del día venidero
cuando el alba sin aura inaugure nuestro olvido

***
Sergio Madrid (Iquique, 1967)

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