miércoles, 9 de agosto de 2023

jorge eduardo adoum / de "hiroshima, mon amour"









1. La inscripción del cenotafio

Hacia la segunda noche de ese día recogí a mi familia en el cuenco de la mano
sedimento de lo acariciado hasta la víspera
hombros en polvo cabellos machacados
ni siquiera trozos de la novia o una mitad de hijo
ni siquiera esqueleto al que le averigüen los dientes los zapatos
reconociendo cómo se llamaba solo por el sabor
adivinando en qué calle
Perdóname
no sé por qué no me tocó la quemadura
por qué mi sombra no incrustó el resplandor junto a la tuya
en la piedra carta a las generaciones más felices
y no puedo pedirte Pósate asiéntate deposítate
serrín del aserradero feroz del estallido
sino que el viento desordene tus sílabas de hueso
y hasta el saludo hasta la voz hasta el aliento
y te empuje la tos por los caminos
y te disuelva el llanto con los años y el llanto de los ríos
boquiabierta lejía del espanto
Sin paz por la última vez Tal vez así el error tal vez
tal vez no habrá de repetirse


2. El caballo de Robert Junk

Se daba contra huesos y metales en los muros
contra piedras y muertos desleídos agua de estatua
se maldecía el cráneo ensayando el relincho que aprendió para este siglo
buscándose los ojos que tuvo hasta que la temperatura le detuvo el galope
templándole la crin
y pisándose los látigos que colgaban de su propio cuero
olía a paso triste el casco la hierba o el establo
que ya no estaban más sobre la tierra
Habría que matarlo para que no sufra pero quién puede
matar ahora hartos de muerte hasta vomitarla
y nosotros quién dijo que habíamos sufrido tanto
para que nos borraran la forma de golpe y antes de hora
para que viniera el héroe con sus hélices compasivas
qué pájaro más humano que el norteamericano nos devoraría
Amado fuera hoy el asesino más aún el soldado
porque eso es más fácil que el olvido
Hurgué debajo del escombro y no hay nada sino escombro
restos de palabrotas como humanismo dios hasta pronto te quiero
con que jugamos en la infancia (¿Dónde está la ternura? Se hizo ceniza
¿Y el amor? Se fue en el agua ¿Qué es de mi hermano? Se secó)
No queda sino este coágulo de asombro al trote
exterminándose desenfrenadamente
sin saber con qué lomo por dónde se equivocó de infierno
se regresó al futuro
golpeándose contra hoy contra los miedos


3. La carta del Reverendo Kiyoshi Tanimoto, Pastor de la Iglesia Metodista

Ayer 15 de agosto fue el día más feliz de nuestra historia.
Nos dijeron que debíamos oír importantes noticias.
Fuimos las ruinas a la estación en ruinas donde se había colocado un altavoz.
Cementerio en marcha momias conciudadanas cuyas vendas abría
la necesidad animal de saber qué es lo que pasa por qué se resucita.
Apoyándose en las hijas los que se quedaron sin ojos
en muletas los que no tuvieron hijas.
Entonces escuchamos.
Era la voz del Emperador él mismo hablándonos
a hombres tan comunes como nosotros
tan increíblemente comunes que nunca la habíamos escuchado.
Podíamos oírlo voz en persona por primera vez en cuatro dinastías.
Cuando nos dimos cuenta estábamos llorando.
Creo que nunca volveremos a tener tanta alegría.
Hablaba de lo que nos había sucedido y ya sabíamos
pero gracias a tanta destrucción lo estábamos oyendo.
Oh maravillosa bendición haberlo merecido.
Estamos satisfechos de tan voraz sacrificio.


4. El monumento a los niños

Pesa -dijo la niña sosteniendo el trocito de papel entre los dedos- demasiado
Si haces mil pajaritas te sanas (empirismo de quien no tuvo sino sarampión o
angina)
Es tan duro doblarlo pájara de palo pájara de lata pajarita mala
Rodeándola de rodillas reunían sus tablas de sumar
añadiéndole unidades a la certidumbre pongo el cinco y llevo el veinte a la
columna de la credulidad.
En un rincón uno hizo una paloma y la arrojó al montón donde aumentaba la
bandada
para hacerla vivir aunque fuese con trampas
ayudándole al proyecto de mujer a saber cómo será ser grande
atropellando cifras como en la escuela años edades
Cuando el coro iba a cantar "quinientos ocho" se tragaron el número con un
sorbo de espanto
No pudo terminar la otra ala
Entonces los niños que quedaban fueron a llamar a los carbones apagados de
las puertas
entraron en las piedras deshechas de las habitaciones
limpiándose con el dorso de la mano la primera duda
removieron huesos recogieron papeles envolturas del destrozo
periódicos en los que todavía no había sucedido nada
y en las calles de la ciudad suprimida junto a los muros donde quedó la sombra
del que iba a su empleo
las manos pequeñitas plegaban día y noche
mientras lloraban plegaban mientras crecían
pajaritas rosadas amarillas verdes celestes blancas
para que nadie se muera así antes de morirse buenamente
para que cada uno tenga su cuota asegurada varias veces mil palomas varias
veces mil días
Porque el asesino va a todas partes tourist tour vendiendo a tiros su zanahoria
vuelve al sitio pateando al gato para que no lo reconozcan los fantasmas
sesos médula luces lilas en el bar entre los tímidos pechos japoneses de la
sobreviviente how many dollars
a admirar el monumento a las cenizas
a poner su firma de autor al pie de los cuarenta mil identificados y de los
ochenta mil que nunca se llamaron nada
a fotografiar smile niñas truncas
como si pudiéramos olvidar como si pudiéramos dormir yes
Souvenirs from Hiroshima Souvenirs from la época maravillosa de la infancia
A quién mierda pueden importarle ahora el amor o la poesía si ya no se usan
Adiós estatua griega ciencias del hombre proporción dorada
Good-bye Dios
La muchacha de Tokio
"I'm not a professional, I work
in an office of the American Army."
Sus pies dentro del charco de su enagua.
"I'm always short of money
but I do this very seldom."
Mi sombra era demasiado grande en su cama,
balsa seca de soltera en el suelo.
Me preguntó si mi país quedaba en Africa
mientras yo les preguntaba a mis manos por su cuerpo
desganado y anguloso al revés y al derecho.
"Don't tell anybody what happened tonight,
keep it secret, it's shameful."
Pero lo cuento porque se pareció a la ternura:
animalito equivocado de honra entre semana,
asustado el sábado de noche cuando era más honesto.
Y tampoco puedo callar lo verdaderamente
vergonzoso. Aunque fue en otro idioma
y hace tiempo.
It was the lark, Bichito, no nightingale*
No es fácil injertarse en ti, ísima mía.
Me doy cuenta de que fue risa y no tos
lo que te dije, y debo despensar las cosas
que puse en tu silencio, y salir de tus bocas de ganosa
y dejarte, mitad sola, gastada por mis vellos.
Es el día consuetudinario, conozco su censura.
Se diría que el agua usada del llanto desbordara
de anteojos, baúles, bodegas, por mi culpa,
que todas las guerras que pacen amarradas
se fueran galopando a comer, solo porque
me olvidé de sufrir anoche, y fuera el centinela,
o me hubiera ido a volver, descuidando la tierra.
No es fácil ser feliz: primero, no nos dejan
y, quién sabe, será también la falta de costumbre
o tal vez haya que aprender, pero cómo, desterrado.
Metí amor en esa habitación de cejijunto,
en esta sólida soledad que debo hacer a un lado
pues no cabemos ya los dos al mismo tiempo,
mas parece que hubiera que aguantar toda la vida,
hacer cola en el mundo, esperar que los demás
pasen primero a casarse o comer o a sus negocios,
para empezar a vivir sin sentirse culpable,
conmutándome a tu lado la pena de durar.
Tarea y vacaciones
ser ser -pero de fondo- y encontrarnos la huella
de los propios pulgares de la propia pisada
y no esconderse en el otro que nos hicieron
por partes con letreros
cédula de identidad 251/99/7
muertodehambre que vota
el qué-se-habrá-creído
tipo pobretipo
el que ha cambiado tanto
poder ser -si se pudiera- honesto e intacto como un animal
o por lo menos no incurrir en ciudadano respetable
el que tiene todo en orden (los cachivaches
del corazón en el cajón de abajo)
o ése que no reclama sino lo que le toca
o el que no ama más de lo que debe
o el que con todas sus mitades jamás ha estado solo
y descansar de uno amanecer de pronto
ocupando su nada metido en su deshombre
como si fuera hindú y hubiera muerto y fuera cierto
que uno vuelve a nacer lagarto araña enano
normal-como-los-otros bieneducado adefesioso
desvalijadores de cadáveres por teléfono
que hablan de unos huesos enviados por correo
y ser el destinatario recibirlos completos como los tenía
con todas las astillas de mis cavilaciones
con mis queridos clavos problemáticos
y entonces perdonarme (aunque me reí muchísimo)
haberme ido y dejarme esperando
Entonces ¿no hay olvido?
y no podré jamás confundirme de puerta
ya nunca equivocarme de rostro de tranvía
comenzar el destino en la otra mano
con una llave o un sombrero diferentes
sin recorrer la misma duda y a la misma hora
la misma calle con el mismo pie?
no entrar de nuevo al cuarto de uno
donde uno se espera y nunca sale
esperando al teléfono llamadas de una voz
que antes se escuchaba con el vientre
noticias de ojalá
el horóscopo para ayer que no acierta tampoco
y se mira crecerle los adioses en la cara
y no hay gillette para el recuerdo
no hay jabón para lo sido lo cernido
de las ruinas de uno mismo argamasa de la edad
como un templo donde ya no sucede nada cierto
y tantas moscas rondándome
simple muñón de ti mi antes
y en la mirada también queda lo sucio de estos dolores
puesto su sucio a remojar a fondo
por lo menos con esto me distraigo
me corrijo la vida como debió haber sido
hago cuentas de cuánto debo irme
para no estar conmigo en otra parte
escondiendo analgésicas teorías
olvidando soluciones criminalmente justas
manuscritos de la tempestad al fin y al cabo
con lo demás no hay cómo son las piedras honestas
del que no fui y seguí siendo otras veces
del que quise nacerme sin mancha de pasado
y si remueven un poco me verían debajo
echando una lagrimita por aquello
El Maharajá y las salamandras
plaza del gentío taciturno lo meloso de su res antigua abierto en la sequía
el puente monumento a la memoria del río
derrotado por las últimas escuadras de la lluvia
maldad del polvo sus telas vagabundas
van atrapando niños envolviendo la gran mosca de su vientre
recolectando moscas es la pobreza rascándose sus moscas
cuerpos en éxodo a la tarde restos de la batalla contra el mediodía
buscando sombra como quien se busca tumba
más fácil que el negro paladar de los paraguas
mercado de palitos pedazos pétalos de cosas de algún día
piedras de un país que se acabó que no hubo nunca
las carretas del vacío tiradas por esqueletos de vacas de otra profecía
mil años vacas flacas mil años la piel mordida en las junturas de la historia
(pero en algún sitio de la tierra yo protesto porque está tibia la cerveza)
en la feria sin compradores ni curiosos viandas de carbón cereal de feldespato
y mica bebidas mucilaginosas
y las aves que gritan sílabas más humanas que los instrumentos de soplo del
desierto
loros misericordiosos descoloridos en su caja con predicciones de
buenafortuna
encantadores de serpientes a las que arrancaron el colmillo
mordidos hace tiempo por amigos y discípulos
todo mendigo es un sobreviviente de la filosofía
todo hombre es intocable y zumba letanías de epidemias
en este monasterio de la llaga o terraza de la pústula
paralíticos y escrofulosos
tísicos que la fiebre dora desde adentro
sifilíticos sarnosos hemipléjicos
mujeres con ataxia y gonorrea
mujeres con hidrocefalia y cólera
atónitos con melanosis
santos retorcidos por la sabiduría
equilibristas con espasmo y catalepsia
raquíticos hipertróficos enfisematosos
lánguidos místicos agónicos
esqueletos forrados de pergamino pardo
esqueletos envueltos con mosquitero
dos rodillas recuerdo de otra pierna dos dientes
reliquia de la vieja religión en la mejilla
y la mujer a la que la viudez lavó la frente trata de preservar lo que el difunto le
dejó de pecho para la nueva boda
masca una hoja de betel que la adorna e inquieta
su rojo escupitajo araña que se traga el escorpión del suelo
y sus furiosos pies de amor ahuyentan a los perros mitológicos
que rozan su amapola sexual y humedecen su edad debajo de sus vellos
(pero en algún lugar de la tierra la inglesa me pregunta cuánta azúcar y yo le
digo 32 el número de mi pieza)
junto al cielo en la colina el palacio del maharajá y el pabellón de caza del
maharajá y el jardín zoológico del maharajá y los establos del maharajá y la
residencia de verano del maharajá y los cuarteles de la guardia del maharajá y
el lugar de descanso del maharajá y la casa de huéspedes del maharajá
el templo está cerca de yo no sé qué siglo
inacabado por los arquitectos profetas del destrozo
los últimos dioses representantes de la roca contentos en su escultura
sus cuerpos arracimados de deseo la cambiante flor barroca de su cópula
dando audiencia a las duraderas delegaciones del olvido
procesión de los baldados del verano su tartamudez en otra lengua los dedos
sobre una llama de sebo
que no quema su antigüedad ni la costra de antigüedad de su pobreza ni sus
bacilos de pobreza
dejando una limosna precio de una marca de ceniza entre las cejas
que el viento se llevará como anuncio del escombro que le sigue
y las concubinas y los elefantes del maharajá
(y en algún lugar de la tierra a esta hora otras delegaciones sin rencor juntan
sus centavitos de memoria
para otro dios menos contento solitario en su madera
y otro maharajá de pacotilla en su caballo)
esto será también un día especie humana creo
La bailarina de Aurangabad
Estarías así consciente de tu perennidad
sujeta por la incompleta espalda al muro
No hay como retroceder hay otro muro
que me instiga a que te vea con el cuerpo
exactitud imposible carne de roca loca
geometría corporal que no existe en la tierra
y alguien se la inventó a martillazos para querer vivir
Carnicero oblicuángulo el triángulo de la grupa
con los pies detenidos en dos golpes de címbalo
permanentes tus piernas bajo la transparencia
de ese velo agua de piedra que cae del ombligo
y el capitel tibio de las ingles Allí descansa el templo
Eso es lo que toqué volúmenes de tiempo
las formas hembras de la eternidad
copa llena de silencio el codo roto
y la incorruptible soledad de tu cadera
manoseada por el masturbador y los idólatras
ennegrecida por su aceite sórdido
Ahora atada a la pared de mi memoria
cuál de los dos es el rehén del otro
en esta urgencia de comprobarte con las manos
vertical entre la mueca pervertida y el talón en delirio
a la luz visitante que te lame el tobillo por la tarde
desesperación de ciego en el acto del amor
de hambriento
no solitario
tampoco respondido

***
Jorge Eduardo Adoum (Ambato, 1926-Quito, 2009)
Fotografía de Danilo De Marco

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