viernes, 11 de agosto de 2023

franco arminio / de "cede la vía a los árboles"













He escrito Postales de los muertos.
Cuando tenía nueve años yo era un tipo extraño.
No he pensado ni siquiera por un momento
de irme de mi pueblo.
Soy un egocéntrico que sabe escuchar.
Las vacas y las hormigas están conmigo.
En Navidad me siento mal.
Mi abuelo era comunista
y emigró a Estados Unidos que eran ya viejos.
Mi padre era un posadero
y mi madre, un puñado de trigo.

~

Piensa que se muere
y que antes de morir todos tienen derecho
a un momento de bien.
Escucha con clemencia.
Mira con admiración a los zorros,
a los buitres, al viento, al trigo.
Aprende a inclinarte ante un mendigo,
cultiva tu rigor y lucha
hasta quedar sin aliento.
No te limites a flotar,
Baja hasta el fondo
incluso a riesgo de ahogarte.
Sonríe a esta humanidad
Que se enreda sobre sí misma.
Cede la vía a los árboles.

~

Carta a los muchachos del Sur

*

Queridos muchachos
vivéis desde hace poco en una tierra antigua
pintada con las tibias de amaneceres griegos
con la sangre de quien murió en Rusia, en Albania.

Tenéis en la sangre el frío de los barcos
que iban a América,
las grises mañanas suizas en las barracas.
Era la tierra de los paletos y de los caballeros,
de las boinas y abrigos negros,
era el Sud del hueso, era un huevo, un puñado de harina,
un pedazo de tocino.
Ahora es una escena desangrada,
Ahora cada uno es el herrero de su soledad
y para estar en compañía se está constreñido a beber
en las grietas que se abrieron entre una calle y otra,
entre una cara y otra.
Todo se ha partido, desgarrado, separado.
Sentimos la indiferencia de los demás
y la enemistad de nosotros mismos.
Salid, contestad con dureza
a ladrones de vuestro futuro:
estoy aquí, en Milán y en Frankfurt,
miradlos bien y hacedle sentir vuestro desprecio.
Sed dulces con los débiles, feroces con los poderosos.
Salid y admirad vuestros paisajes,
tomáis los amaneceres, no solo el llegar tarde.
Vivir es un oficio difícil a cualquier edad,
pero vosotros estáis en un punto del mundo
en el que el dolor se vuelve artes más fácilmente,
y, entonces, toquéis, cantáis, escribáis, fotografiad.
No lo hagáis por daros aires creativos,
hacedlo porque sois la proa del mundo:
delante de vosotros no hay ninguno.
El Sur italiano es un engaño y un prodigio.
Dejad los engaños a los estafadores de vidas pequeñas.
Pensad que la vida es colosal.
Sed los muchachos y las muchachas de la maravilla.

~

Necesitamos campesinos,
poetas, gente que sepa hacer el pan,
que ama los árboles y reconoce el viento.
Más que el año del crecimiento,
se necesitaría el año de la atención.
Atención a quien cae, al sol que nace
y que muere, a los muchachos que crecen,
atención también a una simple lámpara,
a un muro descascarado.
Hoy ser revolucionario significa quitar
más que agregar, ralentizar más que acelerar,
significa dar valor al silencio, a la luz,
a la fragilidad, a la dulzura.

~

La existencia educa las formas
de marchitarse.
De mi nombre cada día
cae una letra.

~

Ciertos pueblos se convierten en ese bar,
donde los campesinos, en polvorientos tableros de vidrio,
viejos bocadillos: los clientes se van a otro lugar
y el barista no renueva la mercancía.
El bar de hoy vende incluso la pasta
la scamorza y el atún.
El barista habla sin tener prisa de nada:
hay uno que pasa la escoba
y excava también las fosas de los muertos,
el último murió en agosto y otro en mayo.
El barista hace cinco cafés al día,
vende una caja de cervezas
y diez vasitos de Vecchia Romagna.
Uno que vive ayudando a los padres
ha pedido recién una scamorza
y veinte caramelos a la menta
e incluso otra cosa que no recuerdo.

~

Carta a Rocco Scotellaro

*

Querido Rocco,
yo he nacido cuando tu mundo
estaba terminando.
Se está más solo en el mundo que ha venido,
pero por fortuna cada tanto

hay algún día de bella luz.
Ahora tu Lucania es un altar
para los devotos de la tierra,
y la piedra que florece en el aire.

~

Hay días en que mueren muchos.
Son días de grandes desventuras.
Aquel día en esta tierra fue
el veintitrés de noviembre de 1980.
Hoy es domingo, en el cementerio de Conza
son las once de la mañana.
Los muertos del terremoto son casi todos
sobre las mismas filas, un pequeño cementerio
dentro del cementerio. Caras de hombres
y mujeres de cada edad. Caras e historias
con que nunca me he cruzado.
Ahora de cada persona que veo quisiera saber
qué decía, qué hacía.
Del adobe de la lápida a veces se entiende
que se trata de personas de una misma familia.
Ahí Luisa Masini, de nueve años,
con un gato en brazos.
Debajo de ella, Valeria Masini,
de doce años, y luego Maria,
de cuarenta y tres, la madre.
El pensamiento va de inmediato al padre
quizás en qué lugar del mundo
carga con su pena.
~

Trashumancia

*

Se descendía hasta la llanura
y la llanura no venía nunca,
los montes parían otros montes.
Sobre los Apeninos
nuestra carne era dura, como las tejas, como los muros.

El aire de febrero era tan sutil
que se partía como se parte un pelo.
Desde lejos las vacas eran vacas
y los hombres, mariposas.
Despertarse en la paja después de haber soñado
con la casa fresca como una buena mañana
barrida apenas con ramas de romero.
Ir y luego volver, este era el oficio:
coser una tierra a otra con el hilo del aliento.

~

Soy Arminio,
alto y frágil, de aluminio.
De la quietud y del amor,
soy el francotirador.

~

Soy un poeta, no soy un hombre.
    No sé bien qué significa esta frase, pero siento que en mi caso es verdad y me parece justo proferirla. En el decir que me siento más poeta que hombre no me refiero a un don de más, sino a algo de menos. El poeta no es un hombre más acabado, sino a una suerte de prehombre, un borrador, un intento no logrado de acceder al humano y a la realidad.
    Me encuentro en una suerte de limbo, siento delante de mí la frontera de lo humano, pero todavía no logro cruzarlo, como si del otro lado hubiese un peligro que no me siento de correr. Pero es peligroso incluso quedarse donde se está, permanecer, hacer del útero simbólico en el que me encuentro un fresco.
    La realidad no es mi lugar, tal vez por esto logro a ver de ella algunos rasgos: por esto la rotación de intimidad y distancia.

~

La poesía es una amputación.
Escribir es oler
la rosa que no está.

***
Franco Arminio (Bisaccia, 1960) Cedi la strada agli alberi. Milán: Chiarelettere, 2017.
Versiones de Nicolás López-Pérez

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