domingo, 18 de junio de 2023

guillermo valenzuela / dos poemas







Fin de Semana

*

Cristo resucitado golpea a mi puerta
con una resaca de dos mil años.
Me pide unas monedas para seguir chupando.
Es arduo predicar en el desierto y caminar sobre
las aguas
sin un aliciente que circule por la sangre.
Más allá los apóstoles zizaguean entre los olivos
escupiendo el cuesco de las aceitunas.
Bendice con la mirada perdida las monedas en
 mi mano
y continúa golpeando puertas,
profanando imágenes sagradas por el puro placer
de llenarlas de sentido.

~

Sur

*

Se trata de una mujer con los dientes
alineados en una hilera magnífica
como si el mismo sol los contara con los dedos
en su gran plato de maíz incandescente.
Algo que el viento no podría traducir
enredado a los rehues que rayan la lluvia contra los sentidos.
La conocí con desenfreno la noche de Lautaro.
Me defendí de las erecciones con tinta de hormiga,
mientras ella dormía a mis espaldas al calor de una madeja negra.
O tal vez era la luna raspada que caía con el deshielo.
Apabullado por una confusión ocular me dije:
se trata del enigma de tu propio compromiso enjuiciado
en el reino de la Pachamama. Lo recuerdo con perfección ciega:
acostado con esa mujer que sonreía con la nítida igualdad de un brazo.
Qué sudario el de mis antecedentes indígenas
Fichado, con pánico nocturno en La Araucanía,
un invierno de 40 auroras boreales.

***
Guillermo Valenzuela (Santiago de Chile, 1961)

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