jueves, 20 de abril de 2023

carlos lópez degregori / dos poemas













A qué sonará una voz

*

A qué sonará una voz que nadie oyó durante años.
A nada sonará.
 
Y      es probable que ya no sea voz,
guarde palabras de un idioma que no existe
y multiplique
charcas, errores, mataduras.
Te atormentara. Perdieras lo sabio
                   perfecto de escribir:
tu bosque, tu pozo
          al centro de la tierra.
Y      trocaras un año entero por la voz:
los dedos por la mujer que gime en cañerías,
el pie por el que afila y afila implacable,
todo por la rueca, el cepo, el organillo.
 
Y      eso fue la voz.
La seguiste dispuesto a sucumbir
si así estaba escrito:
el oído que se interna en la pared,
el ruido que sale de la boca
y todo lo hace trizas.
Y      por un momento tú temblaste
porque al fin la alcanzabas
y torva, sucia
era sólo voz.
 
Voces articuladas al revés.
 
Voces en falso de centinelas
y de estacas.
Murmullos para el último vidente,
cráteres,
lenguas reventadas.
 
Y nada dicen porque tardan un segundo.
Y nada porque suenan miles de años.

~

Y decidí remontarme al ruiseñor

*

Y      decidí remontarme al ruiseñor
para que la vida surgiese con el canto.
Ruiseñor que no soy
que no seré.
Pájaro limpio y perfecto en el bosque,
hermoso como una chispa entre las fieras.
Y      no pudiste ser otra mi canción
aunque ahora discurras sin la justeza de otro tiempo
desgastada por poetas,
los árboles, los labios.
 
Ruiseñor melodioso:
voz sacrificada en el verano
como nunca
más sangre no fatigó el corazón.
Y      mis años
veintiséis
iguales a tu canto,
iguales a una tarde calurosa
en la que el único riesgo era contemplarse.
 
Pero tu canto no importó.
 
Y      luego ni tu canto
sino que eras aire
y el aire el pánico que tenía a respirar
porque todo marcaba un veinticuatro de febrero.
 
Ruiseñor
ya talo el bosque.
Multiplico, convoco al hechicero.
Construyo una jaula o una cama.
 
Y es probable que te clave
allá en Roma,
me haga viejo de escuchar.
Te ciegue para hacer más hermosa la canción
o fabrique un simulacro:
un pájaro mecánico que estalle
ante un emperador reblandecido.
 
Pero decidí remontarme al ruiseñor
y es lo importante.
Aunque veintiséis años no surgiesen limpios
y todo terminara en un pájaro ceniza,
en una jaula vacía,
en una cama.

***
Carlos López Degregori (Lima, 1952)

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