lunes, 11 de abril de 2022

jack hirschman / tres poemas










Camino


Ve hacia tu corazón roto.
Si piensas que no tienes uno, consíguelo.
Para conseguir uno, sé sincero.
Aprende de la sinceridad de las intenciones dejando
que la vida entre porque eres realmente incapaz
de hacer lo contrario.
Aun cuando intentes escapar, deja que te lleve
y te abra
como una carta enviada
como una sentencia adentro
que has esperado toda tu vida
aunque no hayas cometido nada.
Deja que te eleve.
Deja que te rompa, corazón.
Un corazón roto es el comienzo
de toda acogida real.
El oído de la humildad escucha más allá de los portales.
Mira los portales abrirse.
Siente tus manos posarse en tus caderas,
tu boca que se abre como un útero
alumbra tu voz por vez primera.
Vete cantando y girando hacia la gloria
de ser estáticamente simple.
Escribe el poema.

~

La felicidad

*

Hay una felicidad, una alegría
en el alma, que ha sido
enterrada viva en todos
y olvidada.

No es una broma de cantina
o tierno, íntimo humor
o afectividad amistosa
o un grande y brillante albur.

Son los supervivientes de los sobrevivientes
de lo que sucedió cuando la felicidad
fue enterrada viva, cuando
ya no acechaba desde

los ojos del presente, y ya ni
siquiera se manifiesta cuando alguno
de nosotros muere, solo nos alejamos
de todo, solos

con lo que queda de nosotros,
continuamos siendo humanos
sin ser humanos
sin esa felicidad.

~

Madre

*
 
No estamos en este mundo
hace mucho tiempo
sucedió se terminó:
el mundo la guerra la guerra mundial.
Te tomé de la mano
a través de ella,
mano diminuta, estrella diminuta.
No te movías, entonces
estaba muerto, entonces estabas muerta.
En la boca abierta del duelo
hay una candela.
 
No estoy con mi aliento,
soy el lento desollar
de la piel
y todo lo que todas las muertes
que he visto registrar
en mis ojos.
He sido un árbol que ríe
junto a un horno
de plátanos en miel,
he sido un zorro plateado
y la elegancia de los tacones,
he sido lo que te ha
derrumbado
y las palabras que buscas,
he sido el escupido
y el pandillero,
el asesinado y el invencible
la perra lunática,
el latigazo de la compasión
tras la droga de las putas,
el hilo rojo que
libera a todos los convictos,
el dedal que balancea
tus tragos,
la calimba que envuelve
tus pesadillas en nanas,
el poder de nacer
cuando un niño muere.
 
No estamos en este mundo
hace mucho tiempo
sucedió se terminó:
el mundo la guerra la guerra mundial.
Te tomé de la mano
a través de ella,
mano diminuta, estrella diminuta.
¿Por qué debería sollozar ahora
que has entrado a la oscuridad?
Muchos como yo están a tu alrededor.
Nuestro éter no tiene final.
Si no hablamos de nuevo,
deberás escribir nuestra conversación.
Si mi voz no alcanzara tu corazón
(pero eso es imposible,
sigues siendo tan niño,
estoy sollozando en la ventana),
otras voces levantarán la mía
y la llevarán al centro
de tu respiración.

Oh mi amada, cuando estallaste en llamas,
cuando tus huesos se ampollaron,
en esos momentos precisos,
¿Quién condujo las semillas en un rápido
torrente de muslos y apuntó hacia
los huevos anhelantes con gloria?
Cuando creciste como un detonador
en un texto de ira
de toda la injusticia de este
infierno usurero,
cuando tu mente se rompió,
cuando tu sexo se partió
como Corea, Vietnam,
como el Norte y el Sur
cuando venenos llegaron con placer
y el antídoto estaba muerto,
¿Quién cortó el aire
como si degollara un pollo?
¿Quién rasgó las plumas y las lanzó
para amortiguar tu caída?

Yo soy la criatura que corre por las calles
gritando tu nombre contra la burla,
soy el sueño del suicidio
y la catarata de cabello inmemorial,
soy el ataque de la libertad a la dureza del corazón
y el poema en la dureza del oído.
La soledad, la gracia, la sonrisa
que devuelven tu sonrisa
de las profundidades de la biología
de una labor y el júbilo
solo los latidos del ditirambo se acercan
solo las vibraciones del alma del cosmos definen.

No estamos en este mundo
hace mucho tiempo
sucedió se terminó:
el mundo la guerra la guerra mundial.
Te tomé de la mano
a través de ella
mano diminuta, estrella diminuta.

***
Jack Hirschman (Nueva York, 1933-San Francisco, 2021)
Versiones de Frances Simán

/

Path

*

Go to your broken heart.
If you think you don’t have one, get one.
To get one, be sincere.
Learn sincerity of intent by letting
life enter, because you’re helpless, really,
to do otherwise.
Even as you try escaping, let it take you
and tear you open
like a letter sent
like a sentence inside
you’ve waited for all your life
though you’ve committed nothing.
Let it send you up.
Let it break you, heart.
Broken-heartedness is the beginning
of all real reception.
The ear of humility hears beyond the gates.
See the gates opening.
Feel your hands going akimbo on your hips,
your mouth opening like a womb
giving birth to your voice for the first time.
Go singing whirling into the glory
of being ecstatically simple.
Write the poem.

~

The Happiness

*

There's a happiness, a joy 
in one soul, that's been 
buried alive in everyone 
and forgotten.

It isn't your barroom joke 
or tender, intimate humor 
or affections of friendliness 
or big, bright pun.

They're the surviving survivors 
of what happened when happiness 
was buried alive, when 
it no longer looked out

of today's eyes, and doesn't 
even manifest when one 
of us dies, we just walk away 
from everything, alone

with what's left of us, 
going on being human beings 
without being human, 
without that happiness.

~

Mother

*

We are not in this world
a long time ago
it happened it was over:
the world the war the world war.
I took you by the hand
through it,
tiniest hand, tiniest star.
You didn’t move, then
I was dead, then you were dead.
In the open mouth of grief
there is a candle.

I am not with my breath,
I am the slow peeling away
of the skin
and all that all the deaths
I’ve seen register
in my eyes.
I have been a laughing tree
beside a stove
of honeyed bananas,
I have been a silver fox
and the elegance of heels,
I have been what has
brought you down
and the words you look up,
I have been the spit-upon
and the ganged,
the slain and the invincible,
the bitch of moons,
the whiplash of compassion
behind the drug of sluts,
the red thread that
liberates all convicts,
the thimble that balances
your jiggers,
the kalimba that wraps
your nightmares in lullabies,
the power of birth
when a child dies.

We are not in this world
a long time ago
it happened it was over:
the world the war the world war.
I took you by the hand
through it,
tiniest hand, tiniest star.
Why should I weep now, now
that you have entered the darkness?
Many like me are around you.
Our ether is without end.
Should we never speak again,
you shall write our conversation.
Should my voice fall short of your heart
(but that is impossible,
you’re still such a child,
I’m weeping at the window),
other voices will lift mine
and carry it to the center
of your breathing.

O my beloved, when you burst into the flames,
when your bones were blistered,
at those precise moments,
who drove the seeds in a rapid
torrent of thighs and targeted
the yearning eggs with glory?
When you grew like a primer
into a text of rage
at all the injustice of this
profiteering hell,
when your mind was broken,
when your sex was split
like Korea, Vietnam,
like the North and South,
when poisons came with pleasure
and the antidote was dead,
who cut through the air
as if wringing a chicken’s neck?
who tore the feathers and flung them
to cushion your fall?

I am the creature who runs through the streets
screaming your name against the mockery,
I am the sleep of the suicide
and the cataract of immemorial hair,
I am the attack of liberty on the hard of heart
and the poem on the hard of hearing.
The solitude, the grace, the smile
that returns your smile
from the depths of the biology
of a labor and joy
only the heartbeats of the dithyramb approach,
only the soul thrums of the cosmos define.

We are not in this world
a long time ago
it happened it was over:
the world the war the world war.
I took you by the hand
through it,
tiniest hand, tiniest star.

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