Una secuencia como una serie de escenas, una unidad narrati-
va, una bomba de tiempo. Una cinta autobiográfica —y esta es
una de ellas— puede inscribir solo una serie de sombras o un
surco infinito de ecos. Cada secuencia, no obstante, monta sus
propias cadenas y encona sus jerarquías. Y en algún momento
deviene cinta, plano, escena, y el pulso se hace uno con los
fluidos del film. Pero puede una imagen perdida oírse ausente
y marcar el pulso de una secuencia? O puede el pulso de un
plano obviar su roña salvaje y hermosa?
~
Dos mujeres cercadas por el atardecer
I
—Oh dios, levanta mi cabeza sumergida en este ancho caminar de los abismos. Demonios me han vencido, me han traído su correa de lamento, de fuego alimentado con sangre, hecho pálido desvelo en la llama de una promesa impura, escondida como ando y temblando, entre los árboles, escondiendo mi pecho sediento. Y le doy agua con su boca de mañana, y le doy de comer con su mano escondida en lo hondo de las hojas, en la suya madera húmeda del bosque que recibe mi mancha como una hora de crepúsculo en su guante enrojecido, en mi boca enrojecida, con las paredes echando aire por hablar sin boca ni denuncia. Es todo lo que doy de mí estas noches, tendida a su lado como un río de calores y de sombras transformadas. No tengo otra esperanza más que ver, este día llegando hasta la noche.
II
Hijo, mío amado hijo de piedra, esta cárcel de tierra me aleja de tu mano echada en la marea, de tu voz que viene a cerrar mi sangramiento, estoy lavando tu nombre y disputándolo a los muertos. Y ahí va – dicen los otros– mostrando mi mortaja, mi resto coagulado de alegría. Pero dolor, promesa de mi gozo, aire de mi lecho abandonado y taciturno ¿qué cortó tu respiro, hundido en la espesura de la muerte y de este bosque, ahogado en la rompiente de mi llanto? Yo habría andado por ti hasta las horas más frías, y habría hecho por ti una nave feliz yendo a otras estaturas. Mas ya no puedo estarme quieta, tranquila entre el desvelo y la luz muerta, sabiendo que te llamo y por respuesta hay un coro de palabras no dichas y enterradas, que no tengo otra esperanza más que ver, este día llegando hasta la noche.
~
colores
*
azul
la cabeza de azul es una bomba
se levanta la pobre concha
su madre le dice espía
espía al superhéroe
que se metió en tu zapato.
y azul tira un puntapié que va seco
al fondo de la pelota. y la pelota
queda tres cuartos azul. y esa
es su cabeza ahora.
rojo
rojo tiene hambre cuando se saca
la polera. su hermana le dice
deja la lengua adentro oye
no saques la lengua oye
que no te has lavado las manos.
y rojo como es un buen muchacho
decide lavarse los pies
y se va caminando patas arriba
hasta que llega a un arrollo
donde lo espera su patria y él dice
ahora llora con tu nombre no más
con tu nombre porque con tu apellido
me río y con la polera
me seco el hambre
y después todos jugamos
a subir el palo encebado.
blanco
blanco es un hombre
con la fiebre del sueño
vive en la punta de un cigarrillo
y en la boca lleva un anillo
con el nombre de su país.
la raya blanca
del camino
es su poto.
Christian Formoso (Punta Arenas, 1971)
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