Yo hoy estoy cruel, frenético, exigente;
Ni puedo tolerar los libros más bizarros.
¡Increíble! Ya me fumé tres paquetes de cigarros
Consecutivamente.
Me duele la cabeza. Sofoco unos desesperos mudos:
¡Tanta depravación en los usos, en los estilos!
Amo, insensatamente, los ácidos, los filos
Y los ángulos agudos.
Me senté en el escritorio. Ahí delante mora
Una infeliz, sin pecho, los dos pulmones dolientes;
Sufre de falta de aire, se murieron los parientes
Y plancha para fuera.
¡Pobre esqueleto blanco entre las nevadas ropas!
¡Tan lívida! El doctor la dejó. Mortifica.
¡Lidiando siempre! ¡Y debe la cuenta en la botica!
Mal gana para sopas...
El obstáculo estimula, nos vuelve perversos;
Ahora me siento yo lleno de rabias frías,
Porque un periódico me rechazó, hace días,
Un folletín de versos.
¡Qué mal humor! Rompí una epopeya muerta
En el fondo del cajón. ¿Qué produce el estudio?
Más de una redacción, de las que elogian todo,
Me han cerrado la puerta.
La crítica según el método de Taine
La ignoran. Junté en una hoguera inmensa
Muchísimos papeles inéditos. La prensa
Vale un desdén solemne.
Con raras excepciones me merece el epigrama.
Dio la media noche; y en paz por la calzada abajo,
Solloza una cantinela. Llovizna. El populacho
Se divierte en la lama.
Yo nunca dediqué poemas a las fortunas,
Pero sí, por deferencia, a amigos o a artistas.
¡Independiente! Sólo por eso los periodistas
Me niegan las columnas.
Recelan que el suscriptor ingenuo los abandone,
Se fueran a publicar tales cosas, tales autores.
¿Arte? No les conviene, visto que sus lectores
Deliran por Zaccone.
Un prosador cualquiera disfruta fama honrosa,
Obtiene dinero, consigue su coterie;
Y a mí, no hay cuestión que más me contraríe
Que escribir en prosa.
La adulación repugna a los sentimientos finos;
Yo raramente les hablo a nuestros literatos,
Y me esmero en lanzar originales y exactos,
Mis alejandrinos...
¿Y la tísica? ¡Encerrada, y con la plancha encendida!
Ignora que le asfixia la combustión de las brasas,
No huye del tendedero que le humedece las salas,
¡Y se consume en la desidia!
¡Se mantiene a té y pan! Antes entrar en la tumba.
Se evapora; y todavía, por la tarde, débilmente,
¡La oigo canturrear una canción gimiente
De una opereta nueva!
Perfectamente. Voy a acabar sin pesadumbre.
¿Quién sabe si después, yo rico y en otros climas,
Conseguiré releer esas antiguas rimas,
Impresas en volumen?
En las letras yo conozco un campo de maniobras;
Se emplea la réclame, la intriga, el anuncio, la blague,
Y esta poesía pide un editor que pague
Todas mis obras
Y estoy mejor; me ha pasado la cólera. ¿Y la vecina?
¿La pobre planchadora se irá a acostar sin cena?
Le veo la luz en el cuarto. Aún trabaja. Es fea...
¡Qué mundo! Pobrecita!
Cesário Verde (Madalena, 1855-Lumiar, 1886)
Versión de Raquel Madrigal Martínez
/
Contrariedades
*
Eu hoje estou cruel, frenético, exigente;
Nem posso tolerar os livros mais bizarros.
Incrível! Já fumei três maços de cigarros
Consecutivamente.
Dói-me a cabeça. Abafo uns desesperos mudos:
Tanta depravação nos usos, nos costumes!
Amo, insensatamente, os ácidos, os gumes
E os ângulos agudos.
Sentei-me à secretária. Ali defronte mora
Uma infeliz, sem peito, os dois pulmões doentes;
Sofre de faltas de ar, morreram-lhe os parentes
E engoma para fora.
Pobre esqueleto branco entre as nevadas roupas!
Tão lívida! O doutor deixou-a. Mortifica.
Lidando sempre! E deve a conta na botica!
Mal ganha para sopas...
O obstáculo estimula, torna-nos perversos;
Agora sinto-me eu cheio de raivas frias,
Por causa dum jornal me rejeitar, há dias,
Um folhetim de versos.
Que mau humor! Rasguei uma epopéia morta
No fundo da gaveta. O que produz o estudo?
Mais duma redação, das que elogiam tudo,
Me tem fechado a porta.
A crítica segundo o método de Taine
Ignoram-na. Juntei numa fogueira imensa
Muitíssimos papéis inéditos. A imprensa
Vale um desdém solene.
Com raras exceções merece-me o epigrama.
Deu meia-noite; e em paz pela calçada abaixo,
Soluça um sol-e-dó. Chuvisca. O populacho
Diverte-se na lama.
Eu nunca dediquei poemas às fortunas,
Mas sim, por deferência, a amigos ou a artistas.
Independente! Só por isso os jornalistas
Me negam as colunas.
Receiam que o assinante ingênuo os abandone,
Se forem publicar tais coisas, tais autores.
Arte? Não lhes convêm, visto que os seus leitores
Deliram por Zaccone.
Um prosador qualquer desfruta fama honrosa,
Obtém dinheiro, arranja a sua coterie;
E a mim, não há questão que mais me contrarie
Do que escrever em prosa.
A adulação repugna aos sentimentos finos;
Eu raramente falo aos nossos literatos,
E apuro-me em lançar originais e exatos,
Os meus alexandrinos...
E a tísica? Fechada, e com o ferro aceso!
Ignora que a asfixia a combustão das brasas,
Não foge do estendal que lhe umedece as casas,
E fina-se ao desprezo!
Mantém-se a chá e pão! Antes entrar na cova.
Esvai-se; e todavia, à tarde, fracamente,
Oiço-a cantarolar uma canção plangente
Duma opereta nova!
Perfeitamente. Vou findar sem azedume.
Quem sabe se depois, eu rico e noutros climas,
Conseguirei reler essas antigas rimas,
Impressas em volume?
Nas letras eu conheço um campo de manobras;
Emprega-se a réclame, a intriga, o anúncio, a blague,
E esta poesia pede um editor que pague
Todas as minhas obras
E estou melhor; passou-me a cólera. E a vizinha?
A pobre engomadeira ir-se-á deitar sem ceia?
Vejo-lhe luz no quarto. Inda trabalha. É feia...
Que mundo! Coitadinha!
No hay comentarios.:
Publicar un comentario