lunes, 9 de mayo de 2022

carmen berenguer / tres poemas









Rumor del orden

*

La niña pule y baila destinando algunas piezas fuera del cuarto de entrada.
Se desliza por la textura, compagina el guión y no encuentra sus líneas.
Ha sido borrado su nombre. Un paréntesis en las iniciales de su nombre.
Ha pasado a ser una ficha de la modernidad.
No tiene nada que representar.
Hay un corte en su línea.
Corte vertical en su línea,
pespunteada en el séptimo arte.
El velo será su fondo.
El tajo de los fondos bajos
imprime la escena recortada.
Tajo/línea divisoria
recorta el paisaje que nos mira.
Hay un punto en la línea que le designaron para representar su papel.
Hay una referencia a pie de página de su vida anterior.
Es una cita de familia.
En un salto de página hay un párrafo dedicado a ella.
Al fondo del paisaje y en una línea más abajo.
La página es ciudad de ruido.
La página se vuelve ruido.
La página es murmullo,
se hace trizas.
Otra es la hija original del murmullo.
Una mancha le tapa la boca.
La página dibuja su escrito en la niebla,
borrón donde la bruma envuelve la memoria,
corrigiendo la letra.
Rechifla la escritura y salta
una palabra,
el fondo está cesante, sin papel
bailando en el reverso del mercado.
Se desconoce su identidad.

~

Redoblando el paso de lo que dije

*

Digamos que soy amarga ¡Rotunda! como la cicuta.
Para engatusar el alma ¡A estas alturas!
Nadie me alcanza.
Dejando de lado ciertas durezas
como lesa yerta se envuelve en ella.
¡Ay!
Si redoblara como si hablara.
De cotorra vieja habla la abuela,
tum tum responde la nieta.
Así hablan las tías a sus sobrinas,
cuando la lengua fija su muda.
Y es viva la jerigonza, leve, la muy furtiva,
va y viene lo que no dice.
Pausa, allá ¡Ay!

 ~

Y dios creó a la diosa del eros del siglo XX

*

Un día me hice este moño que vi en una película de la Brigitte Bardot
era un nuevo moño iluminando los años sesenta
en mi despertar sensual.
Es un moño tubular de lado con horquillas
unos mechones en el rostro
mechas sueltas
un desorden
unas lianas enrizados
locos adornos sensuales y libertarios.
Viendo cine europeo y gringo aprendí
el fulgor de los espejos.
Tomar el pelo en tus manos
y hacer como si estuvieras realizándote.
Luego mirar tu rostro y encajarlo en la cabeza
usando sutilmente las horquillas.
Y como si pensara en ese recogimiento
vas reafirmando el rostro indígena
tomando un manojo al derecho
otro al izquierdo
lisos y ondulados como la diosa del eros
peinarse
era una forma de
dialogar en torno al rostro
consciente que no era solo
un deseo efímero de parecer ella
creada por dios.
Quién me habría creado a mi? El dios Lautaro?
Hacerse un moño es un arte
una estética del objeto pelo
en el contorno de tu simetría de ojos
pero me había acostumbrado a que
no todo lo que veía existía
prevaleciendo mis descomposiciones
en mi nariz  ñata
mis ojos orientales rompiendo una necesaria armonía
en mis mejillas altas redondeadas
me espejeaba unos labios a veces triste
sonriente
mis orejas solícitas al sonido
mi cuello desaparecía en el cuerpo
según su compostura
mis manos eran únicas en lenguaje remedo
de congojas
mis labios se juntan son amigas
mi cintura y
Narciso
frente al espejo
De súbito cae esplendente un manojo de pelos
sostengo en mi mano un tiempo de brisas
un invierno de temporales
una lava intensa desde el volcán
un verano de sol en el monte.

Y un día te conocí sentada en las gradas de la universidad tragándonos
se quedaron pegados mis pelos negros en tu abrigo
intempestivamente nunca más nos separamos
ni pa miar
ni pa comer
nos alejamos
cesábamos hasta llegar a la esquina
y abrazados y calientes veíamos imágenes e historias universales
‘tan cerca y tan lejos’
que me instaban a corregir mis mechas
a la par de los años de representaciones de imágenes del primer mundo en el que reparaba mis dilemas de ser y dejar de ser la muchacha
que lloraba mirando el velador creado en el siglo XVIII para alumbrar con velas este paraíso.

***
Carmen Berenguer (Santiago de Chile, 1946)

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