martes, 15 de febrero de 2022

ivan wernisch / tres poemas










Otro fin de otoño

*

I.

Le dije adiós, pásalo bien,
y ella contestó adiós, ve adónde quieras,
le dije adiós, siento que no pueda volver a verme
con esos jinetes extraños,
de los que te había contado
y ella contestó
lo sé, me dijiste
que los habías encontrado
por aquí
que tenían cuervos en los cinturones
adiós, tú también vete ya y átate
un cuervo en el cinturón.

Le dije adiós, Bárbara,
ya no me acuerdo por dónde iban,
los vi, cómo
entraron en el bosque,
intentaré seguir sus
huellas, pasaron por el bosque.

Adiós, le dije otra vez.
No replicó nada
y la habitación, de la que salió,
como si estuviese con la nieve blanca pintada.

II.

Ya no volveré a ver
a esos extraños.

Miré dentro de un árbol hueco
y alguien se movía allí, susurrándose algo.

Dije.
Ojalá que por lo menos los pájaros se echen a volar montados en sus caballos.

III.

Alguien se movía
y se susurraba algo
en los agujeros,
escarbados por los animales
y en los nidos.

IV.

Ya no volveré a ver
a esos extraños.

~

Funeral de un pantomimo

*

Ventarrón y otoño son voces del mismo silencio,
al que ya no percibo. Daba vueltas por casa con una flauta.
Pensé que los jinetes no volverían aquí,
hasta La Forthelada
pero por la mañana vi a uno
con un perro, hasta la mitad de su caballo.
En el jardín prendió fuego y se puso a hacer la sopa
el perro rodeaba los arbustos llenos de púas
y encontró algo.
El hombre apartó la caldera,
se agachó
y miró donde miraba el perro.

Me llamó.
El hombre al que encontramos allí tenía la faz blanca
y las cejas pegadas como un pantomimo,
igual que los labios,
con las comisuras alargadas para abajo.
El pantomimo.

Ventarrón y otoño son voces del mismo silencio,
al que ya no percibo. Daba vueltas por casa con
una flauta.

~

El jardín

*

Alrededor de una pared desmoronada por la viña virgen
está paseando el maestro de césped
con el maestro de arado
maestro de hoja limpia
con el maestro de Jardín de amor
–detrás del muro se hunde un pantano
debajo de los arbustos inverdes.

En el Jardín de amor
desmoronado por los enterradores
el peregrino acostado al otro lado de la pared
cuya viña virgen
enseñaba su contrahaz a los maestros
-la viña de la virgen.

El arroyo la arena
sobre las rodillas negras
de los arbustos amontona
y un pelito hace caer de la haz,
para el que el maestro
de hoja limpia
un foso ahonda.

***
Ivan Wernisch (Praga, 1942)
Versiones de David Matuška Olzín

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