miércoles, 7 de julio de 2021

jorge eduardo eielson / poema para leer de pie en el autobús entre la puerta flaminia y el tritone













puedo escribir
así
de ti
contigo
sin ti
tal vez
silbando
como quien no
quiere nada
nada nada nada nada nada nada
o llorando
o comiendo
o bebiendo
o muerto de hambre
resfriado
estornudando
gritando
criatura
que no canto
no pido
no deseo
sino un poco
de alegría
muñeco de las causas
imposibles
monstruo que el rayo ha convertido
en una sonrisa
puedo escribir así
sobre ti
y sobre mí
y nada más
qué tristeza
tú y yo
y nada más
y las calles doradas
de roma
y tú y yo
y nada más
y qué más puede haber
de tú y yo
y los ojos celestes
de roma además
pero qué inútil
tanta luz
entre dos
qué tristeza
tú y yo
y nada más
qué tristeza
escribir y escribir y escribir y escribir
de los dos
hay que ver
prueben
qué harían ustedes
en situaciones tan horrendas
en una habitación tan oscura
sin puertas y sin ventanas
pero claveteada por dentro
sellada por fuera
completamente cubierta de flores perfumadas como los
crisantemos los nardos y otras flores semejantes
una especie de sarcófago en suma
y qué harían ustedes
qué harían
si tuvieran una pierna
en lugar de una nariz
y caminaran con ella
día y noche al pie del tíber
pidiendo limosna a las nubes
desenterrando objetos llameantes
buscando a dios entre las patas
de una mesa
qué harían
a ver
qué harían entonces
seres con rabo
que la sombra
ha pisoteado
respondan temerosos
oh piadosos
maquinarias de rodillas
ante el gran dios fiat
si todo desapareciera bruscamente
por el ojo de la cerradura
del hotel ripetta
o ardieran vuestras propiedades
en un futuro silencio
de uranio
o llovieran carne y huesos
en el vaticano
escupieran pájaros los niños
cruzaran balas
deslumbrantes
flechas
de inusitado poder
afrodisíaco y purgante
y algo más
todavía
yo estúpido animal
avanzo siempre siempre
sin embargo
avanzo siempre siempre
hasta los últimos rincones
donde se orina el sol
se orina la luna llena
se orinan los borrachos
vocifera la mierda
aúlla la soledad
criaturas que arrastráis
un solo
largo
llanto
no tengo nada
nada que ofreceros
ésta es la realidad
mi vida es humo
humo mi casa
y mis amigos
no reconozco
las dos huellas de mis pies
ni mis rodillas
en la arena
pero miro finalmente
el cielo arriba
el cielo abajo
arriba
abajo
arriba finalmente
fijamente
sin temor
ya no por el hueco de la cerradura
por donde miraba entonces
¿recuerdas pobre jorge?
a la puta del hotel
ripetta
creyendo que era celeste
ella también
magnitud ígnea
meteoro cuya caída
es el perfume
cuya memoria
es la memoria
de una joven en el trigo
y no era sino un hocico
pintado
dos bolsas de trapo
tres bolsas de trapo
seis bolsas de trapo
y un estómago sonoro
sonrío ahora ya
finalmente
he aquí mi oficio
pero cuánto me ha costado
he convertido en agua
mi paciencia
en pan
mi soledad
doy de comer
a los muros
de beber
a las sillas
me quema todo
y todo me congela
no sé leer
ni escribir
ni contar
y lo que es claro para todos
para mí es tinieblas
no sirvo para nada
ni para conversar
conmigo mismo
ni para devorar
la televisión
o el cine
no sirvo para nada
no soy nada
esto lo sé
pero cuando me despierto
cosa que hago siempre
antes que los demás
las estaciones brillan
y cuando estoy dormido
es el invierno
generalmente además
soy más alto de día
que de noche
aunque alto no sea
(yo no sé por qué
mi madre hablaba siempre
de mi padre
como de un caballo
grande y silencioso
como un perro
o de un perro grande
y silencioso
como un caballo
la verdad es que mi padre
era tan alto
y encendido
que me era difícil mirarlo
y cuando lo miraba
me caía el sol en la garganta)
pero de nada sirve
de nada sirve escribir
siempre sobre sí mismo
o de lo que no se tiene
o se recuerda solamente
o se desea solamente
yo no tengo nada
nada repito
nada que ofreceros
nada bueno sin duda
ni nada malo tampoco
nada en la mirada
nada en la garganta
nada entre los brazos
nada en los bolsillos
ni en el pensamiento
sino mi corazón sonando alto alto
entre las nubes
como un cañonazo

***
Jorge Eduardo Eielson (Lima, 1924-Milán, 2006)

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