El pensamiento no me asiste
se me aprieta el pecho,
respiro cuesta arriba
sin girar la cabeza hacia el mundo.
Las estalactitas amenazan a las sirenas.
Primero de septiembre:
entre la niebla
la ciudad escupió sus vísceras
la sangre abolió calles y edificios
al punto de una geografía despedida
como flecha suicida como incendio
al gueto de la historia en vigor.
La desesperación es no poder concentrarse.
Borrarlo todo.
El dolor se desfigura
si el espanto espantado
chorrea la ciudad
Lo posible y lo necesario:
dejar de ser
ser otro
o simplemente olvidarlo todo.
La desesperación es el perdón que no llega.
Después que pasan los tanques
aparecen los muros
sordos e indolentes
ellos arrojan al espíritu
de regreso a la caravana
queríamos ir a Auschwitz
nos abandonaron en Treblinka
desesperadas esperanzas vienen
desesperadas hecatombes vienen
El día que me dejé llevar
por la desesperación
en hora y media
un corazón dejó de crujir
el gas sarín abrasó la noche
Así estalla una vida completamente rota.
La desesperación es el momento de callar.
Yo no estoy desesperado, soy desesperación.
Nicolás López-Pérez (Rancagua, 1990)
{Inédito, de la serie Metageografías}
Fotografía del autor y envío del texto por Michaela Schauerová
guau, qué fuerza tiene este poema, ¡felicitaciones!
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