sábado, 23 de diciembre de 2017

juvencio valle / dos poemas



Destino

*

Emoción sin raíz y sin espiga
que hincha el corazón de los botones
y desangra en aromas.

Pestañita de lumbre de mis antros
por donde va mi tosca melodía
y revienta en estrellas mi palabra.

Pecado que desgrana su lujuria...
¡con mis manos de barro lo recojo
y me parecen rosas sus espinas!

Polen de luz dormido sobre el alma,
¡Viene ebria la abeja de la vida
y aparecen los besos como estambres!

~~~

El cantarte ha constituido mi oficio verdadero

*

Hace ya tanto tiempo que te describo
y tanto que te canto en terrenal y divino;
he sido para ti como un músico empecinado,
he tocado tus arpas, y medallas y titulos
te he prendido a lo ancho de la solapa.

Al evocarte creces más que el humo
y eres como una iglesia de muchas torres;
tañen en mi memoria tus altos campanarios,
a tu arrimo se captan músicas gregorianas.
De entre mis viejos amores sólo tú tienes
para mi sed ardiente un incentivo mágico.

Te supuse un gigante de turbulenta barba,
un monarca poseedor de incontables tesoros
o el guardador celoso de un real paraiso.
A través de los años siempre significaste
el absoluto dueño que barajó a mi vista
una sorprendente mitología para mi uso.

Y Pan con su peligrosa flauta incendiaria
poblando tus galerías de líricos rumores,
y en pos y remolino las múltiples deidades,
peplos y cascos juntos, virgenes y faunos:
en una ardiente simbiosis de dientes y uvas,
el germinal estremecimiento de la tierra.

Y es que a tu irresistible privilegio,
loco desmesurado, agregué el sueño propio:
aproximé mis lindes, sumé mi ínfima rama
a tus gigantes árboles.
                                   Unido a tu resaca
no supe ser yo mismo, delimitar mi paso;
de tanto irme contigo perdí mi señorío
y como quien padece frio y busca el fuego
me sumé a tus hogueras para quemarme.

***
Juvencio Valle (Nueva Imperial, 1900-Santiago de Chile, 1999)

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